Confirmado: Zapatero es gilipollas. Siempre he albergado esa convicción, pero ahora puedo darla como oficialmente confirmada.
La vanidad es una de las fuerzas que mueven el mundo -junto con el sexo, la soberbia, la avaricia o la estupidez-. Y la imagen burdamente trucada de Zapatero corriendo por la playa sin dejar huella en la arena húmeda demuestra que nuestro personaje incurre -también- en el feo vicio de la vanidad. Algo de lo que se han acumulado a lo largo de estos últimos años numerosas pruebas. Pero que llegue a extremos tan ridículos como éste de tener que presumir de deportista, trucando algo tan sencillo de ejecutar que no hubiera sido preciso ni fingir, nos confirma la banalidad del personaje.
Zapatero es un tirillas, que habitualmente aparece parapetado dentro de trajes armados con notables hombreras. Pero hasta que no lo vi ataviado con un sencillo polo en una foto veraniega no me di cuenta del detalle. Tiene unos hombros desproporcionadamente estrechos para su altura. Un tirillas, ya digo. Algo que me sorprendió, acostumbrado a verlo con americana.
El culto al líder, que denota unas escasas convicciones democráticas y que paradójicamente ha sido una de las constantes de las dictaduras de izquierdas, ha conducido históricamente a este tipo de estupideces. Pues bien, resulta decepcionante -aunque ya no consigue sorprender a estas alturas- comprobar que hemos elegido a un presidente que incurre en ellas. Decepciona, aclaro, la elección, el error colectivo, no el personaje. Éste ya no puede decepcionarnos. No en mayor grado.
La vanidad es una de las fuerzas que mueven el mundo -junto con el sexo, la soberbia, la avaricia o la estupidez-. Y la imagen burdamente trucada de Zapatero corriendo por la playa sin dejar huella en la arena húmeda demuestra que nuestro personaje incurre -también- en el feo vicio de la vanidad. Algo de lo que se han acumulado a lo largo de estos últimos años numerosas pruebas. Pero que llegue a extremos tan ridículos como éste de tener que presumir de deportista, trucando algo tan sencillo de ejecutar que no hubiera sido preciso ni fingir, nos confirma la banalidad del personaje.
Zapatero es un tirillas, que habitualmente aparece parapetado dentro de trajes armados con notables hombreras. Pero hasta que no lo vi ataviado con un sencillo polo en una foto veraniega no me di cuenta del detalle. Tiene unos hombros desproporcionadamente estrechos para su altura. Un tirillas, ya digo. Algo que me sorprendió, acostumbrado a verlo con americana.
El culto al líder, que denota unas escasas convicciones democráticas y que paradójicamente ha sido una de las constantes de las dictaduras de izquierdas, ha conducido históricamente a este tipo de estupideces. Pues bien, resulta decepcionante -aunque ya no consigue sorprender a estas alturas- comprobar que hemos elegido a un presidente que incurre en ellas. Decepciona, aclaro, la elección, el error colectivo, no el personaje. Éste ya no puede decepcionarnos. No en mayor grado.
Simplemente es gilipollas. Confirmado.
3 comentarios:
Increibleble.
¿De dónde has sacado la foto? ¿Te diste cuenta tú del detalle de las huellas?
Estas cosas siempre me hacen gracia porque si pones en una balanza el efecto positivo que logras con la foto, comparado con el efecto negativo si se descubre el pastel, el balance es tan desproporcionado que, efectivamente, es de gilipollas (pura teoría de juegos).
(Aparte de lo de hacerse pasar por deportista, que para mi no es nada positivo. Ya se sabe: correr es de cobardes)
Lo he leído en la prensa. En ella se hace referencia al tema de la falta de huellas. Comentado el tema con unos compañeros de trabajo me han confirmado que el asunto se trató en uno de esos programas de cotilleo de la tele, entre gran jolgorio, por lo visto. Otro compañero me ha pasado el enlace desde el que se puede bajar la foto: http://www.elpais.com/fotografia/Zapatero/corriendo/primera/hora/manana/elpdianac/20070902elpepinac_2/Ies/
La hemos estado viendo con cierto detalle: trote cochinero, poca longitud de la calzada, el tronco recto (si hubiera ido más deprisa, con zancada más larga, el cuerpo estaría inclinado hacia delante), ningún rastro en la arena en el espacio posterior detrás del gallardo corredor, donde, con esa zancada, debería haber al menos una. Nada, la arena tersa.
Y sí, la vanidad hace cometer estupideces increíbles en personas a las que, en principio, supondrías inteligentes.
No, si un montaje es seguro. Ya lo he estado discutiendo en otro blog y estoy segurísimo: debería haber huellas.
En fin, "cosas veredes, amigo Sancho"
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