El PP se ha apresurado a designar a Rajoy como candidato para las próximas elecciones. Algo ya descontado y que no aporta ninguna novedad, salvo quizás para salir al paso del artificial debate generado sobre su posible sustitución al frente del partido.
No deja de ser significativo que sea el propio Centro de Investigaciones Sociológicas -un órgano de estudios demoscópicos al servicio del Gobierno, al cabo- quien incluya entre sus preguntas algunas sobre las preferencias de los españoles entre los posibles sustitutos de Rajoy. Y es curioso que no formule este tipo repreguntas respecto a Zapatero. Así, el propio Gobierno alimenta el debate, utilizando sibilinamente los medios del Estado, para desgastar a su adversario. Aunque no podamos olvidar la torpe y eficaz colaboración de Fraga (mejor callado) y Gallardón (tan vanidoso como inoportuno).
Martín Ferrand decía el otro día que el carácter de Rajoy estaba trenzado, creo recordar, de sentido común, desconfianza y pereza. Creo que son muchas más las cualidades que adornan a Rajoy. Pero en todo caso, en estos meses que restan hasta las elecciones debería sacudirse la pereza y olvidar la desconfianza. Sobre todo que esta última no anule su sentido común. Descartado Rato como acompañante y posible rival por propia iniciativa y Gallardón en aplicación del principio “un culo, un asiento”, Rajoy debe remodelar y fortalecer su equipo.
Las elecciones europeas del año 2004 le obligaron, después de la inesperada derrota de marzo de ese año, a enviar al Parlamento Europeo a algunos de los principales activos del partido para recuperar la moral hundida entonces. Urge recuperarlos ahora. Porque entre otras cosas, hay que tomar ahora decisiones valientes y realmente novedosas para acompañar y dar sustancia a la irrelevante decisión de su nombramiento como candidato oficial.
Dos incorporaciones valiosísimas y quizás imprescindibles serían las de Mayor Oreja y Vidal-Quadras, como cabezas de lista en Vizcaya y Barcelona repectivamente, dos las plazas más difíciles para el PP, donde el flanco autonómico lo tiene perfectamente cubierto ahora con Sirera y María San Gil. El anuncio del retorno a la política nacional de estos dos pesos pesados de su partido sería una noticia de alcance. La presencia de ambos en el Parlamento daría ánimos a sus electores, interés entre la ciudadanía e inquietud a los socialistas.
No deja de ser significativo que sea el propio Centro de Investigaciones Sociológicas -un órgano de estudios demoscópicos al servicio del Gobierno, al cabo- quien incluya entre sus preguntas algunas sobre las preferencias de los españoles entre los posibles sustitutos de Rajoy. Y es curioso que no formule este tipo repreguntas respecto a Zapatero. Así, el propio Gobierno alimenta el debate, utilizando sibilinamente los medios del Estado, para desgastar a su adversario. Aunque no podamos olvidar la torpe y eficaz colaboración de Fraga (mejor callado) y Gallardón (tan vanidoso como inoportuno).
Martín Ferrand decía el otro día que el carácter de Rajoy estaba trenzado, creo recordar, de sentido común, desconfianza y pereza. Creo que son muchas más las cualidades que adornan a Rajoy. Pero en todo caso, en estos meses que restan hasta las elecciones debería sacudirse la pereza y olvidar la desconfianza. Sobre todo que esta última no anule su sentido común. Descartado Rato como acompañante y posible rival por propia iniciativa y Gallardón en aplicación del principio “un culo, un asiento”, Rajoy debe remodelar y fortalecer su equipo.
Las elecciones europeas del año 2004 le obligaron, después de la inesperada derrota de marzo de ese año, a enviar al Parlamento Europeo a algunos de los principales activos del partido para recuperar la moral hundida entonces. Urge recuperarlos ahora. Porque entre otras cosas, hay que tomar ahora decisiones valientes y realmente novedosas para acompañar y dar sustancia a la irrelevante decisión de su nombramiento como candidato oficial.
Dos incorporaciones valiosísimas y quizás imprescindibles serían las de Mayor Oreja y Vidal-Quadras, como cabezas de lista en Vizcaya y Barcelona repectivamente, dos las plazas más difíciles para el PP, donde el flanco autonómico lo tiene perfectamente cubierto ahora con Sirera y María San Gil. El anuncio del retorno a la política nacional de estos dos pesos pesados de su partido sería una noticia de alcance. La presencia de ambos en el Parlamento daría ánimos a sus electores, interés entre la ciudadanía e inquietud a los socialistas.
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Espero que Rajoy lea este blog. Creo que si sigue mis consejos, acertará.
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