La larga definición que sigue procede del Blog “Bye, bye, Spain” que es, creo, una referencia ineludible para documentarse sobre el nacionalismo y sus efectos deletéreos.
Pero de todo el texto, quiero resaltar los dos últimos párrafos, que siguiendo la costumbre de este blog, están, cómo no, marcados en negrita.
Españolistas, nos suelen insultar los nacionalistas.
Pero de todo el texto, quiero resaltar los dos últimos párrafos, que siguiendo la costumbre de este blog, están, cómo no, marcados en negrita.
Españolistas, nos suelen insultar los nacionalistas.
El patriotismo de quienes celebramos el 6 de diciembre o el 12 de octubre nada tiene que ver con la obsesión identitaria de los nacionalistas, ni con la manipulación terminológica del franquismo, sino con un sentido cívico del concepto de nación.
Mientras los nacionalismos permanecen anclados en ideologías decimonónicas de raíz etnicista y totalitaria, el “españolismo” de quienes defendemos la Constitución se refiere a los derechos individuales de cada ciudadano.
Nuestro “nacionalismo” no está basado en la obsesión identitaria. Se fundamenta en el respeto a la Ley. No somos patriotas porque hayamos nacido o vivamos en España, sino porque aceptamos que los derechos de cuantos se llaman españoles proceden de unas leyes que todos nos hemos dado y que a todos nos igualan, con independencia del pueblo, la ciudad o la región en la que hayamos nacido. En consecuencia nuestro “españolismo” no existe sin los principios de igualdad y solidaridad plasmados en las leyes.
Nuestro “nacionalismo” es integrador porque las cosas que nos separan son mínimas a la vista de los elementos comunes que nos distinguen de terceros.
Considerar que los ciudadanos de las distintas autonomías son diferentes, que pertenecen a culturas distintas, que sus rasgos diferenciadores son más que los comunes, es o una sandez mayúscula propia de ignorantes, o una falacia demagógica de la peor calaña.
Atravesar España de norte a sur, de oeste a este, es contemplar un país con similares expresiones culturales y formas de vida semejantes. La única diferencia real es que “patata” se dice, en algunos lugares, de manera distinta. A veces en una lengua más o menos diferente, a veces con otro acento. Pero al final en todas partes la usamos para hacer tortilla.
Nuestro patriotismo no siente la patria en forma de pegatinas, distintivos, matrículas, denominaciones, camisetas deportivas, o de la lengua en la que vienen las instrucciones del móvil. A quienes consideramos que se puede ir más allá del nacionalismo periférico o del caduco nacionalismo franquista, nos importa un rábano cuántos metros mide la bandera de la plaza de Colón. Pero tampoco damos mayor valor a las banderas de las autonomías, ni a los innumerables símbolos totémicos que las representan.
La patria no es un símbolo sino la voluntad colectiva de ser libres e iguales. Y si hubiera que forzar la iconografía para hallar una imagen, el único símbolo aceptable sería la fila integrada por ciudadanos distintos, unidos frente a la urna.
Nuestro españolismo no es un sentimiento sino una serie de leyes: el conjunto de derechos iguales para todos que nos garantizamos unos a otros a través de instituciones que entre todos hemos establecido, y el conjunto de deberes a que esos derechos obligan. La lealtad es pues inherente a este patriotismo porque no es posible ejercer los derechos sin cumplir los deberes.
Nuestro “españolismo” no es etnicista. El sujeto de nuestro patriotismo no es un territorio sino el ciudadano libre como centro de la vida colectiva. Por lo tanto nuestros derechos no se fundamentan en nuestra pertenencia a un colectivo, no tenemos derechos en tanto que grupo, sino como individuos, como ciudadanos.
Hay muchas diferencias entre los nacionalistas y quienes nos consideramos españoles, o españoles y… (póngase aquí el distintivo autonómico que se quiera).
Una de las más agradables reside en el hecho de que ser español no requiere ser nacionalista, con lo que nos ahorramos bastantes estupideces. Y más de una injusticia.
2 comentarios:
Nacionalismo español = Nacionalismo (radical) vasko.
Patriotismo español = Patriotismo (radical) vasko.
Banderas modernas en los dos casos, manipulación escandalosa de la historia en los dos casos, mi ombligo, mi ombligo y mi ombligo en los dos casos.
Venga, Super, sigues sin entender nada.
Se puede ser algo sin ser nacionalista de ese algo. Se puede ser macho, es decir de sexo masculino, sin ser machista. No hay que reivindicar la propia condición. Otra cosa es que alguien pretenda hacernos abdicar de ella, que entonces, sí, la defendemos. Pero eso no es ningún "ismo". Eso es defensa propia.
"Una de las más agradables reside en el hecho de que ser español no requiere ser nacionalista, con lo que nos ahorramos bastantes estupideces".
Yo soy aragonés y, por ello mismo, español, y no necesito ser apologeta de ninguna de ambas. Otra cosa es que alguien pretenda privarme de esa mi doble condición o minusvalorarme por ello, o pretenda tener más derechos por ser o considerarse otra cosa. Hasta ahí podríamos llegar.
Pero eso es algo que no creo que jamás entiendas.
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