viernes, febrero 23, 2007

Artículo de Santiago Lanzuela sobre la cuestión hidráulica

Quiero desde estas líneas felicitar a Santiago Lanzuela, porque por fin un dirigente del PP ha sido capaz de detectar la amenaza que se cierne sobre nuestros recursos hidráulicos y su disponibilidad por parte de los aragoneses, y denunciarla públicamente, contra el discurso oficial, socialmente aceptado.

No sé si D. Santiago ha leído mis anteriores artículos en este mismo blog (
Las últimas piezas del puzzle hidráulico, El día de la inopia, La cuestión hidráulica), o si ha llegado él mismo, sin haberme leído, a las mismas conclusiones que yo exponía. En todo caso, ha sido, creo, muy oportuno y lúcido. Porque somos, de momento, muy pocos los que hemos expresado esta opinión que choca contra la doctrina oficial.

Me resulta incomprensible que siendo el PP el único partido que ha sido leal y sincero con los aragoneses, el único que ha defendido la reserva hidráulica de Aragón (el PSOE, aunque aquí dice defenderla, ha votado en contra; la CHA también se ha pronunciado en contra, no se sabe si por ecologismo o por sus vinculaciones ideológicas y quien sabe si estratégicas con ERC; y el PAR, conociendo todo esto, ha callado anteponiendo la poltrona a los intereses de Aragón); siendo, como digo, el PP el único que se ha esforzado por hacer compatibles los intereses de Aragón y la solidaridad interterritorial, siendo el único que ha respetado el principio constitucional que reconoce que toda la riqueza nacional queda supeditada al interés general, ha podido ser puesto contra las cuerdas. No comprendo esa actitud defensiva cuando tenía argumentos, datos y razones más que sobrados para acorralar al resto de los partidos políticos que pretendieron y consiguieron echarle de las instituciones. Porque todo lo ocurrido desde entonces demuestra lo obscena que ha sido la manipulación a que nos han sometido a los aragoneses. Los nacionalistas catalanes todavía se deben estar riendo de nosotros y de cómo nos hemos -nos han- posicionado a su favor, mientras nos aprestamos a ver sacrificados nuestros recursos a sus intereses. E irónicamente, convencidos de que hemos ganado una batalla.

Reproduzco a continuación el artículo de Santiago Lanzuela Marina, diputado del PP en el Congreso, por Teruel, publicado en el Heraldo de Aragón, el día 21 de febrero de 2007, que he escaneado.


Algunos catalanes y el Ebro

El pasado jueves, HERALDO titu­laba el artículo principal de una de sus páginas de forma muy oportuna -"ERC pide que preva­lezca el caudal del Delta sobre la reserva de Aragón"-, tras conocerse la en­mienda que a tal fin había presentado la for­mación política nacionalista catalana al arti­culado del Estatuto de Aragón. Ante el graví­simo peligro que se cierne, cada vez con más intensidad, sobre nuestro futuro hidráulico, estimo que es perentorio recordar ciertos da­tos y hacer algunas consideraciones.

Según las cifras oficiales del Plan Hidroló­gico de la Cuenca del Ebro, los hectómetros cúbicos totales que se generan al año a lo lar­go de la misma son 18.000, de los cuales el 36,82% son generados en Aragón y el 19,53% en Cataluña.

En su día, el Consejo del Agua de la Cuen­ca del Ebro, al definir el Plan Hidrológico correspondiente, fijó, en su disposición adicio­nal décima, que el caudal mínimo que debía pasar por Tortosa sería de 100 metros cúbicos por segundo, lo que suponía que anualmente debería transcurrir en ese punto un volumen no inferior a 3.150 hectómetros cúbicos.

Si tenemos en cuenta que Cataluña genera unos 3.500 hectómetros cúbicos al año, y considerando los usos actuales del recurso en ese territorio, se concluye sin dificultad que es el resto de la cuenca, es decir las ocho comuni­dades autónomas restantes, las que aportan la. mayor parte del caudal ecológico del Delta.

Pese a ello, y desde hace un tiempo, apro­vechando el peculiar andamiaje político que sostiene a Rodríguez Zapatero, determinadas instancias nacionalistas catalanas, incluida la propia Generalidad, pretenden que los apor­tes anuales que lleguen a la desembocadura, se sitúen entre 9.000 y 12.500 hectómetros cúbicos, es decir, al menos, la triplicación de lo establecido en el Plan de Cuenca, o, lo que es lo mismo, más de la mitad de todos los recursos generados a lo largo del río deberían ir al Delta. En consecuencia, habríamos de olvidar, para siempre, cualquier nuevo proyec­to hidráulico aguas arriba y, por supuesto, los que afectan a Aragón, incluyendo algunos de los regadíos actuales.

Es conveniente recordar también, que, has­ta la construcción de los embalses de Mequi­nenza y Ribarroja, en muchas fechas, el cau­dal que llegaba a Tortosa, no superaba los 50 metros cúbicos por segundo, por lo que no se garantizaban ni siquiera los riegos de las zo­nas que integran el Delta.

Después de construidas ambas presas, co­menzaron a garantizarse los riegos, el caudal mínimo a su paso por Tortosa, la refrigera­ción de la central de Ascó y a minimizarse las posibles inundaciones en la parte final del río en las crecidas del mismo.

Con la modificación del Plan Hidrológico Nacional y la aprobación del nuevo texto del Estatuto catalán se puede consagrar la posibilidad de fijar bilateralmente, entre la Ad­ministración catalana y la Central del Estado, los caudales del tramo final del Ebro, lo cual es, en mi opinión, absolutamente inaceptable para el resto de la Cuenca y singularmente para Aragón.

A la vista de todo lo anterior se entiende plenamente aquello que los de Esquerra Re­publicana nos dijeron en el Congreso de los Diputados, con ocasión del debate para la modificación del Plan Hidrológico Nacional: "El Pacto del Agua de Aragón es mucho más lesivo para el Delta que el trasvase."

Coincido con los que piensan que es justo ahora cuando Aragón se la juega más que nunca, por lo que resulta claramente in­comprensible la pasividad de las institucio­nes aragonesas, cuando nuestra tierra sería sin duda la más damnificada y mientras nuestras vecinas Navarra y La Rioja ya in­terpusieron sendos recursos al PHN modi­ficado.

Ojalá no lleguemos tarde porque entonces, seguramente, ya no habrá remedio.
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