Con la sangre todavía hirviendo de indignación, hay que hacer un esfuerzo por reflexionar, por tratar de entender las razones de lo que está pasando.
La decisión de liberar a De Juana Chaos va a tener un coste enorme para el Gobierno. Basta con leer los periódicos, los blogs de Internet u oír las radios. Y ese coste es algo que no puede ignorar el Gobierno, ni es posible que no lo anticipara. ¿Por qué, entonces, asumir ese coste? Y precisamente ahora, a pocos meses de las elecciones autonómicas y municipales. ¿Qué beneficio espera obtener? La decisión choca contra la lógica. Es más, tampoco el argumento ese del grave riesgo de muerte es creíble, ni, por lo tanto, las consecuencias que ese eventual fallecimiento fuera a provocar. Ya encarcelaron a Otegui, y cuando el entorno abertzale esperaba poco menos que un alzamiento en el País Vasco, se encontraron con la indiferencia de sus habitantes. Pero De Juana no iba a morir. Había estado haciendo el amor con su novia la semana pasada. Salió del hospital por su propio pie. ¿Es ese el estado de alguien próximo a la muerte? Por tanto, no había prisa, ni necesidad. Y había un coste enorme, previsible, conocido y asumido. Y, aparentemente, nada que ganar.
¿O la decisión de no excarcelarlo tenía un coste mayor? Porque frente al coste de hacerlo, ¿acaso la decisión de no hacerlo era peor para el Gobierno? ¿Hay algún tipo de ultimátum? Otros gobiernos superaron sin desgaste el retorno de ETA a la violencia. Nadie se lo imputó, sino a los propios terroristas. Si otros asumieron ese coste, ¿no puede asumirlo este gobierno sin apenas desgaste, como aquellos? ¿O hay otro riesgo para ellos mayor que el retorno de ETA a la violencia? ¿Alguna revelación, quizás?
Hay una cosa clara: el Gobierno prefiere asumir los costes enormes de excarcelar a De Juana Chaos que el coste de no hacerlo. ¿Por qué? ¿Tan alto es ese coste? ¿Puede suponerles la pérdida del Gobierno, o quizás algo más?
La decisión de liberar a De Juana Chaos va a tener un coste enorme para el Gobierno. Basta con leer los periódicos, los blogs de Internet u oír las radios. Y ese coste es algo que no puede ignorar el Gobierno, ni es posible que no lo anticipara. ¿Por qué, entonces, asumir ese coste? Y precisamente ahora, a pocos meses de las elecciones autonómicas y municipales. ¿Qué beneficio espera obtener? La decisión choca contra la lógica. Es más, tampoco el argumento ese del grave riesgo de muerte es creíble, ni, por lo tanto, las consecuencias que ese eventual fallecimiento fuera a provocar. Ya encarcelaron a Otegui, y cuando el entorno abertzale esperaba poco menos que un alzamiento en el País Vasco, se encontraron con la indiferencia de sus habitantes. Pero De Juana no iba a morir. Había estado haciendo el amor con su novia la semana pasada. Salió del hospital por su propio pie. ¿Es ese el estado de alguien próximo a la muerte? Por tanto, no había prisa, ni necesidad. Y había un coste enorme, previsible, conocido y asumido. Y, aparentemente, nada que ganar.
¿O la decisión de no excarcelarlo tenía un coste mayor? Porque frente al coste de hacerlo, ¿acaso la decisión de no hacerlo era peor para el Gobierno? ¿Hay algún tipo de ultimátum? Otros gobiernos superaron sin desgaste el retorno de ETA a la violencia. Nadie se lo imputó, sino a los propios terroristas. Si otros asumieron ese coste, ¿no puede asumirlo este gobierno sin apenas desgaste, como aquellos? ¿O hay otro riesgo para ellos mayor que el retorno de ETA a la violencia? ¿Alguna revelación, quizás?
Hay una cosa clara: el Gobierno prefiere asumir los costes enormes de excarcelar a De Juana Chaos que el coste de no hacerlo. ¿Por qué? ¿Tan alto es ese coste? ¿Puede suponerles la pérdida del Gobierno, o quizás algo más?
.
PD.: ¿Quedan socialistas decentes? Pues si los hay, ¿a qué esperan? De momento sólo son cómplices de la ignominia. Insisto: cómplices. Y, por tanto, culpables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario