sábado, marzo 10, 2007

“Agitación callejera”

La derecha ha decidido manifestarse, y lo hace tantas veces como quiere, cada vez con más energía y convicción, cada vez con más afluencia de gente, literalmente harta de la prepotencia socialista, del sectarismo desmedido de Rodríguez Zapatero y de su vergonzosa claudicación, ahora, ante ETA.
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Las descalificaciones y argumentos del PSOE son una demostración de su nerviosismo.

1.- Quienes llevan toda la vida ocupando la calle a la menor oportunidad hablan ahora de “agitación callejera”. No se debe acordar María Teresa Fernández de la Vega, que es quien ha empleado ese término, de las manifestaciones convocadas o apoyadas por el PSOE en la pasada legislatura: Prestige, guerra de Irak, 11-M. No les importó ni la vulneración de la jornada de reflexión ni los asaltos a las sedes del PP, por los que todavía no han emitido ni una palabra de condena. Pero ahora, después de ese pasado todavía fresco, se permiten hablar de agitación callejera. No creo que los ciudadanos sean tan desmemoriados, pero, por si acaso, nuestro deber es recordarlo.

2.- No es el recurso a las manifestaciones lo que devalúa las instituciones, sino el uso abusivo y arrogante que viene haciendo Zapatero de ellas. Recordemos el anuncio que realizó del inicio de las negociaciones con ETA en el vestíbulo del Congreso y no en el hemiciclo. Dijo que lo anunciaría en el Congreso, y lo hizo, no ante los diputados y expuesto a sus críticas e interpelaciones, sino ante los periodistas. Qué listo y qué demócrata. Esa fue la primera vez que escabulló el bulto. Luego lo ha hecho varias más. Próximamente veremos a Rubalcaba, el ministro más socarrado de su gabinete, dar la cara por él y explicar la excarcelación de De Juana. A Zapatero le falta esa mínima gallardía.

3.- Han tratado de aislar al PP en las instituciones. Habrá que recordar el Pacto del Tinell, que debiera avergonzar a cualquiera que se considere demócrata. Y si a Zapatero no le avergüenza es porque sin duda no lo es (demócrata). Y habrá que recordar el ominoso “cordón sanitario” que aplican en el Congreso y en el parlamento vasco, para no debatir siquiera las iniciativas y propuestas populares.

No le han dejado al PP otro camino que la calle, ¡y se quejan de que la use! Es claro que les molesta el creciente éxito con que lo hace.

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