Aragón se encuentra a la cola de España en deducciones fiscales, y lógicamente a la cabeza en recaudación y presión fiscal. No sólo tenemos las menores deducciones de la renta, sino que pagamos otros impuestos prácticamente desaparecidos en el resto de España, como el de Sucesiones. Porque los “éxitos” de nuestros políticos hay que pagarlos. Para ello, nos expolian.
En Aragón en estos últimos años hemos puesto -nos han puesto- en marcha una televisión autonómica con unos índices de audiencia ridículos, por la que pagamos, la veamos o no, cincuenta euros anuales por habitante. Una familia de cuatro miembros, aunque tenga dificultades para llegar a final de mes, y con una nula capacidad de ahorro, que se tiene que privar de ir al cine o de otros caprichos, ha de pagar obligatoriamente el capricho de Biel: 200 euros al año, quizás más. No tenemos guarderías o residencias en cantidad suficiente para atender la demanda social, pero tenemos televisión.
Biel y Marcelino -citados por orden de importancia y poder- han puesto en marcha las comarcas, que es el mayor y mejor instrumento vertebrador del que se podría haber dotado el PAR. Un magno proyecto de captación clientelar, que, por cierto, pagamos todos. Caciquismo destilado, en estado puro, como en el siglo XIX.
Y el último capricho de Biel: Aragón ya cuenta con una compañía de la Policía Nacional, adscrita al Gobierno. Habrán notado la impresionante mejora de la seguridad ciudadana. ¿Saben quien la paga?: los aragoneses.
Pero no podemos olvidarnos de las empresas públicas en las que se agolpan los militantes de los partidos coaligados y los familiares de los altos cargos de esta Administración. Sus sueldos también salen de nuestros bolsillos.
Los padres de Aragón, a la cola en ventajas fiscales
En Aragón en estos últimos años hemos puesto -nos han puesto- en marcha una televisión autonómica con unos índices de audiencia ridículos, por la que pagamos, la veamos o no, cincuenta euros anuales por habitante. Una familia de cuatro miembros, aunque tenga dificultades para llegar a final de mes, y con una nula capacidad de ahorro, que se tiene que privar de ir al cine o de otros caprichos, ha de pagar obligatoriamente el capricho de Biel: 200 euros al año, quizás más. No tenemos guarderías o residencias en cantidad suficiente para atender la demanda social, pero tenemos televisión.
Biel y Marcelino -citados por orden de importancia y poder- han puesto en marcha las comarcas, que es el mayor y mejor instrumento vertebrador del que se podría haber dotado el PAR. Un magno proyecto de captación clientelar, que, por cierto, pagamos todos. Caciquismo destilado, en estado puro, como en el siglo XIX.
Y el último capricho de Biel: Aragón ya cuenta con una compañía de la Policía Nacional, adscrita al Gobierno. Habrán notado la impresionante mejora de la seguridad ciudadana. ¿Saben quien la paga?: los aragoneses.
Pero no podemos olvidarnos de las empresas públicas en las que se agolpan los militantes de los partidos coaligados y los familiares de los altos cargos de esta Administración. Sus sueldos también salen de nuestros bolsillos.
Los padres de Aragón, a la cola en ventajas fiscales
Margaret Tatcher acuñó un pensamiento que nuestros políticos parecen desconocer: “¿El dinero?: mejor en el bolsillo de los ciudadanos”.
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