El pensamiento de un histórico del socialismo andaluz. ¿Quedan socialistas con dignidad?. Sí, al menos uno.
El Mundo, jueves, 21 de febrero de 2008.
"José Luis Rodríguez Zapatero es el peor gobernante habido en España desde que murió Franco; el único capaz de colocar como objetivo de su política la ruptura entre los españoles. No se trata de una afirmación ociosa. El susurro de ZP reconociendo junto a un periodista áulico que necesita aumentar las tensiones del país, y llegar si es preciso al drama, viene a ser el acta notarial que reconoce lo que todos ya sabíamos de manera un poco intuitiva: para mantener el poder, el señor Z. necesita mantener el voto de los radicales, los progres, las mentalidades adolescentes, los iluminados, los castristas, los okupas, los jipis viejos anclados en 1968, gente toda ella abstencionista confesa salvo caso de odios desatados y grave rompimiento social.
Explicada queda su confrontación con la Iglesia y con las víctimas del terrorismo. Y explicado queda el guerracivilismo y el cuidadoso diseño de la Media Memoria Histórica. Los españoles vivían reconciliados hasta que desde el poder se reabrieron las viejas heridas de la contienda; una acción maligna destinada a destruir los esfuerzos pacificadores de Adolfo Suárez y Felipe González. Gran descomponedor, ZP incluso llega a poner en peligro el concepto mismo de Justicia en un Estado de Derecho cuando detiene, o pone en libertad, según intereses electorales, a los asesinos de ETA. Personaje tal no merece un solo voto. Que pierda las elecciones pasa a ser asunto de salud pública.
El Mundo, jueves, 21 de febrero de 2008.
"José Luis Rodríguez Zapatero es el peor gobernante habido en España desde que murió Franco; el único capaz de colocar como objetivo de su política la ruptura entre los españoles. No se trata de una afirmación ociosa. El susurro de ZP reconociendo junto a un periodista áulico que necesita aumentar las tensiones del país, y llegar si es preciso al drama, viene a ser el acta notarial que reconoce lo que todos ya sabíamos de manera un poco intuitiva: para mantener el poder, el señor Z. necesita mantener el voto de los radicales, los progres, las mentalidades adolescentes, los iluminados, los castristas, los okupas, los jipis viejos anclados en 1968, gente toda ella abstencionista confesa salvo caso de odios desatados y grave rompimiento social.
Explicada queda su confrontación con la Iglesia y con las víctimas del terrorismo. Y explicado queda el guerracivilismo y el cuidadoso diseño de la Media Memoria Histórica. Los españoles vivían reconciliados hasta que desde el poder se reabrieron las viejas heridas de la contienda; una acción maligna destinada a destruir los esfuerzos pacificadores de Adolfo Suárez y Felipe González. Gran descomponedor, ZP incluso llega a poner en peligro el concepto mismo de Justicia en un Estado de Derecho cuando detiene, o pone en libertad, según intereses electorales, a los asesinos de ETA. Personaje tal no merece un solo voto. Que pierda las elecciones pasa a ser asunto de salud pública.
No es posible aventurar en estos momentos quién ganará el 9 de marzo; pero es seguro que si gana el PSOE ganará por menos escaños de los que ahora disfruta. Una situación, en efecto, dramática, según la terminología acuñada por el presidente; porque el Gobierno va a quedar todavía más indefenso ante los chantajes nacionalistas de catalanes y vascos. Acaba de recordarlo el portavoz de Esquerra Republicana: «Si Zapatero vuelve a la Moncloa, cobraremos por adelantado nuestro apoyo». Un cobro en plena crisis económica que ZP aviva con sus promesas electorales de tirar la casa por la ventana.
De modo que quizá sean las elecciones más importantes celebradas en España desde el comienzo de la democracia. Felipe González, Suárez, Carrillo, Guerra, Almunia, Aznar con errores y aciertos fueron políticos maduros y tenían sentido de Estado. Zapatero, no: astuto, sin auctoritas, temido dentro del PSOE aunque no respetado, ignorante de la Historia de España, es rehén de los nacionalismos hasta el punto de modificar bajo cuerda la Constitución a golpes de concesiones. Cómo podemos recomponer una situación así.
Cabe primero el voto útil: la marcha del señor Z únicamente se hace posible caso de ganar Rajoy. Es el sufragio realista: votar al PP como único camino para que Zapatero lo recorra de vuelta a casa; muchos buenos militantes socialistas, horrorizados con la deriva reaccionaria del PSOE en busca de apoyos entre el tribalismo prehistórico, lo agradecerían silenciosos. No obstante, a los viejos y convencidos socialdemócratas puede resultarles duro escoger de pronto la papeleta con las siglas del PP. Para ellos se abre el voto del ideal.
Es el voto al partido contra el que la prensa áulica ha decretado silencio porque muerde los sufragios del PSOE. El partido de Rosa Díaz, de Femando Savater, de Alvaro Pombo, de Antonio Muñoz Molina, del historiador Elorza, del escultor Ibarrola... Ningún otro puede ofrecer un friso semejante de intelectuales prestigiosos; nada más alejado de los mediocres artistas de subvenciones millonarias que cantan las cejas de ZP.
Y queda por último el dignísimo voto en blanco de sobre vacío, tan democrático y tan irritante para los políticos apoltronados. En todo caso, al final, cualquier decisión es buena si termina restando papeletas de las urnas al peor de los candidatos."
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