Los pijoprogres

He conocido muchos así.

“El mejor y más decoroso modo de ser pijo a la moda hoy en día es ser, al mismo tiempo, un progre de manual. Este axioma podría reformularse a la inversa y seguiría siendo válido: el mejor y más decoroso modo de ser un progre de manual es ser un pijo a la moda. Y no porque todos los progres sean pijos, ni todos los pijos progres, sino porque la fusión de ambas condiciones se ha demostrado una fórmula magistral”.

La frase está extraída de la reseña de un libro: “Como convertirse en un icono progre” de Pablo Molina, y cuyo subtítulo reza: “El arte de hacer lo contrario de lo que se predica”.

He conocido, ya digo, muchos así. Una de las más paradigmáticas, sin duda por el enfrentamiento personal que acabamos teniendo hace ya unos años, era una individua, pésima trabajadora, incapaz y absolutamente irresponsable, adicta a las bajas laborales por estrés, depresión y patologías similares, con dos sueldos en casa, hija de familia bien, con pisos heredados de los que extraía buenas rentas, frecuentes viajes a Madrid los fines de semana a visitar museos o a ver musicales y lectora de El País. Con una conciencia social nula, un pensamiento político superficial rayando en la frivolidad y, eso sí, progre y votante del PSOE.

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Pero no es el único caso que conozco.

¿Cómo nadie de la derecha puede sentirse acomplejado frente a gente así? Somos infinitamente mejores personas y mucho más dignos que ellos.