¿Qué papel han asumido los sindicatos?
Cuando un sindicato se dedica a atacar a las asociaciones en que pretende vertebrarse la sociedad civil, harta de no sentirse representada ni defendida por quienes deberían hacerlo; cuando un sindicato trata de privar de legitimidad a los ciudadanos, libremente asociados, en la defensa de uno de sus derechos, como es el de la legalidad de las actuaciones de la Administración; cuando un sindicato cree necesario renunciar a la defensa de la legalidad, e impedir que otros lo hagan, para defender los supuestos derechos de los trabajadores, como si fueran cosas contradictorias y no coincidentes; cuando un sindicato pretende que la negociación colectiva quede al margen de cualquier control de legalidad y que nadie esté legitimado para cuestionarla, ese sindicato se está deslizando por la senda de la indignidad, o se ha instalado ya plenamente en ella.
¿Qué defiende Comisiones Obreras?
Cada vez está más extendida la convicción de que los sindicatos se han convertido en auténticos lobbies de intereses o grupos de presión al servicio de sus aparatos y liberados, totalmente profesionalizados, y no de los trabajadores. Les resultan vitales para mantenerse las transferencias y subvenciones públicas, aunque condicionen su actuación y diluyan su beligerancia, ya que no se sostienen ni podrían vivir de las cuotas de sus afiliados. Y no pueden permitir que la sociedad civil o sus asociaciones les priven de ese monopolio de la defensa de los trabajadores -en este caso de los funcionarios- y de sus intereses, que ostentan nominalmente, pero no ejercen para no comprometer las ayudas de las que viven.
Hace muchos años -ya tengo algunos para tener algunas pocas ideas claras- llegué a la conclusión de que las instituciones y entes colectivos no tienen responsabilidad, ni culpa -el que se les atribuya no es sino una ficción jurídica, útil para ciertas cosas-, sino que tras esas decisiones indignas y espurias se ocultan personajillos despreciables, que son quienes realmente las han tomado. Y los sindicatos ofrecen el ambiente idóneo para ellos.
Cuando un sindicato se dedica a atacar a las asociaciones en que pretende vertebrarse la sociedad civil, harta de no sentirse representada ni defendida por quienes deberían hacerlo; cuando un sindicato trata de privar de legitimidad a los ciudadanos, libremente asociados, en la defensa de uno de sus derechos, como es el de la legalidad de las actuaciones de la Administración; cuando un sindicato cree necesario renunciar a la defensa de la legalidad, e impedir que otros lo hagan, para defender los supuestos derechos de los trabajadores, como si fueran cosas contradictorias y no coincidentes; cuando un sindicato pretende que la negociación colectiva quede al margen de cualquier control de legalidad y que nadie esté legitimado para cuestionarla, ese sindicato se está deslizando por la senda de la indignidad, o se ha instalado ya plenamente en ella.
¿Qué defiende Comisiones Obreras?
Cada vez está más extendida la convicción de que los sindicatos se han convertido en auténticos lobbies de intereses o grupos de presión al servicio de sus aparatos y liberados, totalmente profesionalizados, y no de los trabajadores. Les resultan vitales para mantenerse las transferencias y subvenciones públicas, aunque condicionen su actuación y diluyan su beligerancia, ya que no se sostienen ni podrían vivir de las cuotas de sus afiliados. Y no pueden permitir que la sociedad civil o sus asociaciones les priven de ese monopolio de la defensa de los trabajadores -en este caso de los funcionarios- y de sus intereses, que ostentan nominalmente, pero no ejercen para no comprometer las ayudas de las que viven.
Hace muchos años -ya tengo algunos para tener algunas pocas ideas claras- llegué a la conclusión de que las instituciones y entes colectivos no tienen responsabilidad, ni culpa -el que se les atribuya no es sino una ficción jurídica, útil para ciertas cosas-, sino que tras esas decisiones indignas y espurias se ocultan personajillos despreciables, que son quienes realmente las han tomado. Y los sindicatos ofrecen el ambiente idóneo para ellos.
Cuando alguien compra voluntades, es porque alguien las vende.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario