No obstante yo encuentro algo paradójico en esta cuestión. En una democracia el derecho a la manifestación, aún de las ideas más peregrinas, debe cuidarse de forma muy celosa. En ese celo la identificación de los manifestantes puede ser considerada como una actividad destinada a coartar esa libertad.
Me explico, cuanto un “famosete” se encarama a una pancarta de cabecera está utilizando el crédito de su prestigio para avalar la reivindicación de turno y debe saber que queda expuesto al escrutinio público. Sin embargo, cuando un ciudadano anónimo se ubica en un puesto anónimo de la manifestación, tiene (tenemos) el derecho a que se preserve su anonimato.
Pero el “día del orgullo gay” es muy diferente. Se supone que ese día los homosexuales salen a la calle a decir “oye que yo soy de estos y estoy muy orgulloso”, es decir, la gracia de “manifestar el orgullo” está precisamente en la pérdida del anonimato.
¿Qué pone de manifiesto que estas menores estuvieran en esa carroza? Pues que, posiblemente, para muchos una jornada reivindicativa como esta, no pase de ser un acto más de los carnavales. Penoso.
Desde hace ya bastante tiempo llegué a la conclusión de que el día del orgullo gay había perdido todo su significado, y desde luego pienso que lejos de reivindicar el orgullo de ser gay, realmente denigra esa condición sexual. Todos hemos visto esas escenas carnavalescas y en algunos casos clara, injustificadamente lesivas para determinadas creencias religiosas, curiosamente siempre contra el cristianismo que hoy día en los países de nuestro entorno es la más tolerante, y nunca frente a, por ejemplo, el Islam, que proscribe y persigue con inusitada crueldad la homosexualidad. O escenas provocadoras y procaces, que no creo que sean ni razonables ni justificadas. Nadie hace ostentación de su heterosexualidad de esa manera.
Si ser gay implica ese tipo de comportamientos, realmente creo que estaría justificada la vergüenza de serlo. Si ser gay, como pienso, no ha de obligar al histrionismo ni a justificarlo, ni a la pérdida del sentido del ridículo ni de la responsabilidad; si ser gay no da, como creo, derecho a denigrar ni ofender a nadie por su religión, ese tipo de manifestaciones públicas creo que deberían avergonzar a los homosexuales. Si se pretende que la homosexualidad se inscriba dentro de la normalidad, ese tipo de exhibiciones de comportamientos anormales -y no me refiero a la homosexualidad, sino a todo los demás- sobran.
Por supuesto que cada uno es libre de manifestarse a favor o en contra de lo que considere oportuno, y al igual que tú, Alejandro, encuentro más criticable el espectáculo del viaje a Estados Unidos con fondos públicos -incluida la exhibición de mal gusto de las niñas y la prepotencia del padre poderoso que trata de preservar la “intimidad” de las mismas, que él irresponsablemente ha exhibido- que la presencia de las interfectas en esa manifestación.
Pero habiendo dejado claro el poco aprecio que me suscita ese tipo de exhibiciones de mal gusto, histrionismo y provocación gratuita y malintencionada, creo que será evidente que quienes participan en ellas comparten ese mismo juicio desfavorable por mi parte. Bueno, pues ese juicio desfavorable mío, hoy se extiende a las hijas de Zapatero, y siendo como son menores de edad, al padre que las ha educado de esa forma.
Esa manifestación no es a mi juicio una muestra de apoyo a un colectivo marginado o perseguido. Hoy alguien podría pensar que está incluso sobreprotegido y promocionado. Esa manifestación es una muestra de mal gusto y, muy a menudo, de mala educación. Pues en esa exhibición de mal gusto y mala educación participan las hijas de Zapatero. Quien está dando esa, a mi juicio, pésima educación a sus hijas es el presidente del Gobierno de mi país. Un motivo más de preocupación.
Mi nombre es Julio Calvo, español, más joven que mi cuerpo, escéptico, de derechas y sin complejos. Milito en Vox, el único partido que hoy defiende mis ideas. Durante muchos años he mantenido la autoría del blog en el anonimato, pero creo que a estas alturas de la vida ya no hay por qué. La frase que más brota de mis labios últimamente es "¡nos estamos volviendo todos locos!".
“Renuncie todo el mundo a la revolución pacífica, que es una utopía; bendita la guerra.” Francisco Largo Caballero, todavía con estatua en la Castellana.
"Tras décadas de escolarización universal, los ciudadanos de los países desarollados, con Internet, están capacitados para decidir sobre las cuestiones de la actualidad de forma más atinada que sus líderes." David Seaton
“Los mayores enemigos de la libertad no son aquellos que la oprimen, sino los que la ensucian”. Vincenzo Gioberti.
"Alguna vez, hasta el más inteligente se equiboca." Anónimo
"Los padres no son un ejemplo; son una advertencia." Begoña, madre de Mizar.
"La tragedia del siglo XX ha sido no haber podido comenzar experimentando las teorías de Karl Marx con ratas." Stanisław Lem
"Por cada persona que quiere enseñar, hay, aproximadamente, treinta personas que no quieren aprender." Walter C. Sellar, humorista británico
"Si eres lo bastante inteligente para no hacer estupideces, no las hagas." Anónimo
"El secreto de la felicidad es tener gustos sencillos y una mente compleja. El problema es que a menudo la mente es sencilla y los gustos son complejos." Fernando Savater
"El primer humano que insultó a su enemigo en vez de tirarle una piedra fue el fundador de la civilización". Sigmund Freud
"La idiotez es una enfermedad extraordinaria: no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás." Voltaire
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"En un país bien gobernado debe inspirar vergüenza la pobreza. En un país mal gobernado debe inspirar vergüenza la riqueza." Confucio
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"A Rodríguez Zapatero el poder sólo puede corromperle." Oroel
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"No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés". Adam Smith
"No llego a entender cómo, siendo los niños tan listos, los adultos son tan tontos. Debe ser fruto de la educación." Alejandro Dumas, Jr. (Y eso que no llegó a conocer la LOGSE...)
3 comentarios:
Pues a mi lo de que salgan en el Orgullo Gay me da igual.
Allí no salen como "hijas del presidente del gobierno" ni se trata de una foto oficial.
Como ciudadanas tienen todo el derecho de participar en cualquier tipo de manifestación. Como si quieren salir en la procesión del Corpus.
Creo que hay sustanciales diferencias entre una cosa y otra. Una es criticable y la otra no.
Estimado Alejandro:
Tienes razón.
No obstante yo encuentro algo paradójico en esta cuestión. En una democracia el derecho a la manifestación, aún de las ideas más peregrinas, debe cuidarse de forma muy celosa. En ese celo la identificación de los manifestantes puede ser considerada como una actividad destinada a coartar esa libertad.
Me explico, cuanto un “famosete” se encarama a una pancarta de cabecera está utilizando el crédito de su prestigio para avalar la reivindicación de turno y debe saber que queda expuesto al escrutinio público. Sin embargo, cuando un ciudadano anónimo se ubica en un puesto anónimo de la manifestación, tiene (tenemos) el derecho a que se preserve su anonimato.
Pero el “día del orgullo gay” es muy diferente. Se supone que ese día los homosexuales salen a la calle a decir “oye que yo soy de estos y estoy muy orgulloso”, es decir, la gracia de “manifestar el orgullo” está precisamente en la pérdida del anonimato.
¿Qué pone de manifiesto que estas menores estuvieran en esa carroza? Pues que, posiblemente, para muchos una jornada reivindicativa como esta, no pase de ser un acto más de los carnavales. Penoso.
Un abrazo. Carlos56.
Desde hace ya bastante tiempo llegué a la conclusión de que el día del orgullo gay había perdido todo su significado, y desde luego pienso que lejos de reivindicar el orgullo de ser gay, realmente denigra esa condición sexual. Todos hemos visto esas escenas carnavalescas y en algunos casos clara, injustificadamente lesivas para determinadas creencias religiosas, curiosamente siempre contra el cristianismo que hoy día en los países de nuestro entorno es la más tolerante, y nunca frente a, por ejemplo, el Islam, que proscribe y persigue con inusitada crueldad la homosexualidad. O escenas provocadoras y procaces, que no creo que sean ni razonables ni justificadas. Nadie hace ostentación de su heterosexualidad de esa manera.
Si ser gay implica ese tipo de comportamientos, realmente creo que estaría justificada la vergüenza de serlo. Si ser gay, como pienso, no ha de obligar al histrionismo ni a justificarlo, ni a la pérdida del sentido del ridículo ni de la responsabilidad; si ser gay no da, como creo, derecho a denigrar ni ofender a nadie por su religión, ese tipo de manifestaciones públicas creo que deberían avergonzar a los homosexuales. Si se pretende que la homosexualidad se inscriba dentro de la normalidad, ese tipo de exhibiciones de comportamientos anormales -y no me refiero a la homosexualidad, sino a todo los demás- sobran.
Por supuesto que cada uno es libre de manifestarse a favor o en contra de lo que considere oportuno, y al igual que tú, Alejandro, encuentro más criticable el espectáculo del viaje a Estados Unidos con fondos públicos -incluida la exhibición de mal gusto de las niñas y la prepotencia del padre poderoso que trata de preservar la “intimidad” de las mismas, que él irresponsablemente ha exhibido- que la presencia de las interfectas en esa manifestación.
Pero habiendo dejado claro el poco aprecio que me suscita ese tipo de exhibiciones de mal gusto, histrionismo y provocación gratuita y malintencionada, creo que será evidente que quienes participan en ellas comparten ese mismo juicio desfavorable por mi parte. Bueno, pues ese juicio desfavorable mío, hoy se extiende a las hijas de Zapatero, y siendo como son menores de edad, al padre que las ha educado de esa forma.
Esa manifestación no es a mi juicio una muestra de apoyo a un colectivo marginado o perseguido. Hoy alguien podría pensar que está incluso sobreprotegido y promocionado. Esa manifestación es una muestra de mal gusto y, muy a menudo, de mala educación. Pues en esa exhibición de mal gusto y mala educación participan las hijas de Zapatero. Quien está dando esa, a mi juicio, pésima educación a sus hijas es el presidente del Gobierno de mi país. Un motivo más de preocupación.
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