No les frena nada, ni la más elemental vergüenza personal.
Cándido Conde Pumpido, en el discurso de apertura del Año Judicial (qué coño será eso del Año Judicial), ha afirmado su compromiso de "erradicar las conductas corruptas vengan de donde vengan, sean quienes sean sus autores", y solicitado la reforma de la Ley de Bases del Régimen Local para terminar con la actual situación, "hiriente para la sensibilidad democrática", que permite que los proetarras de ANV sigan gobernando ayuntamientos del País Vasco.
No voy a entrar a analizar la evidente parcialidad de la Fiscalía ante los supuestos casos de corrupción protagonizados por uno u otro partido, las filtraciones a la prensa de datos que deberían ser secretos o el hecho vergonzoso de que sea el Gobierno quien anuncie las iniciativas de la Fiscalía contra el principal partido de la oposición.
Lo que más repugnancia me ha causado de las palabras de Conde Pumpido ha sido su referencia a los ayuntamientos donde gobierna o hay presencia de concejales de ANV, pues fue él, precisamente, y nadie más que él, quien definió como "limpias" y "no contaminadas" aquellas listas de los proetarras. El propio Tribunal Supremo manifestó su contrariedad por el hecho de que la Fiscalía no impugnara todas las listas, pues había motivos, dijeron los magistrados, para que todas ellas hubieran sido declaradas nulas.
Pero el impúdico Cándido, quien ahora reclama la modificación de la Ley de Bases de Régimen Local, puede aplicar y no aplica su artículo 61, que dice que serán causa de disolución de los ayuntamientos "los acuerdos o actuaciones de los órganos de las corporaciones locales que den cobertura o apoyo, expreso o tácito, de forma reiterada y grave, al terrorismo o a quienes participen en su ejecución, lo enaltezcan o justifiquen, y los que menosprecien o humillen a las víctimas o a sus familiares", como viene ocurriendo donde gobierna ANV.
Una de las condiciones ineludibles para lograr una “sociedad próspera” es que previamente exista una “sociedad decente”. Parece una evidencia que el mejor y mayor activo de un país es su organización social, por encima incluso de los recursos naturales: la justicia, la solidaridad, la cohesión, la ética pública... Y en una sociedad decente los cínicos, que hacen además desvergonzado alarde de su cinismo, deberían ser expulsados sin contemplaciones de las instituciones y de la vida pública.
Cándido Conde Pumpido, en el discurso de apertura del Año Judicial (qué coño será eso del Año Judicial), ha afirmado su compromiso de "erradicar las conductas corruptas vengan de donde vengan, sean quienes sean sus autores", y solicitado la reforma de la Ley de Bases del Régimen Local para terminar con la actual situación, "hiriente para la sensibilidad democrática", que permite que los proetarras de ANV sigan gobernando ayuntamientos del País Vasco.
No voy a entrar a analizar la evidente parcialidad de la Fiscalía ante los supuestos casos de corrupción protagonizados por uno u otro partido, las filtraciones a la prensa de datos que deberían ser secretos o el hecho vergonzoso de que sea el Gobierno quien anuncie las iniciativas de la Fiscalía contra el principal partido de la oposición.
Lo que más repugnancia me ha causado de las palabras de Conde Pumpido ha sido su referencia a los ayuntamientos donde gobierna o hay presencia de concejales de ANV, pues fue él, precisamente, y nadie más que él, quien definió como "limpias" y "no contaminadas" aquellas listas de los proetarras. El propio Tribunal Supremo manifestó su contrariedad por el hecho de que la Fiscalía no impugnara todas las listas, pues había motivos, dijeron los magistrados, para que todas ellas hubieran sido declaradas nulas.
Pero el impúdico Cándido, quien ahora reclama la modificación de la Ley de Bases de Régimen Local, puede aplicar y no aplica su artículo 61, que dice que serán causa de disolución de los ayuntamientos "los acuerdos o actuaciones de los órganos de las corporaciones locales que den cobertura o apoyo, expreso o tácito, de forma reiterada y grave, al terrorismo o a quienes participen en su ejecución, lo enaltezcan o justifiquen, y los que menosprecien o humillen a las víctimas o a sus familiares", como viene ocurriendo donde gobierna ANV.
Una de las condiciones ineludibles para lograr una “sociedad próspera” es que previamente exista una “sociedad decente”. Parece una evidencia que el mejor y mayor activo de un país es su organización social, por encima incluso de los recursos naturales: la justicia, la solidaridad, la cohesión, la ética pública... Y en una sociedad decente los cínicos, que hacen además desvergonzado alarde de su cinismo, deberían ser expulsados sin contemplaciones de las instituciones y de la vida pública.
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¿Y quién ha nombrado a Conde Pumpido?
No sé si es más fuerte la ira o el asco que me suscitan.
No sé si es más fuerte la ira o el asco que me suscitan.
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3 comentarios:
Lo más terrible,querido Oroel, es que exiuste una absoluta impunidad ante actitudes como la Conde-Pumpido que no hace si no socavar la imagen de la Justicia, pisotear la ley y arrastrar las togas no por el polvo del camino, como un día dijo el sujeto sin sonrojarse, si no por el fango y la hez.
Dan una profunda náusea.
Un asco insalvable.
Querida Natalia:
Están siendo consecuentes con su historia.
Éste ha sido un Fiscal General al servicio del gobierno, que no del Estado,que sólo ha movido ficha con fines partidistas y sin atisbo de vergüenza torera en disimularlo... Asco es poco para describir lo que dan!
saludos
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