Alfredo Pérez Rubalcaba: «Yo creo en este Estatuto, creo que es constitucional y creo que recoge un hecho que es políticamente relevante. Lo que España no puede hacer es negar la decisión de un parlamento democrático elegido por los catalanes».
Aclaro para los visitantes del otro lado del Atlántico que nuestro ministro del Interior se refiere al estatuto catalán, pendiente desde hace más de dos años de una sentencia del Tribunal Constitucional español.
Cuando Rubalcaba se refiere a España, se está refiriendo al Tribunal Constitucional, y parece estar ignorando que Cataluña es España, una parte de España más concretamente. Tengo muchas dudas sobre su ética personal, pero no sobre su inteligencia. Es por eso que no creo que esa contraposición entre España y Cataluña haya sido un lapsus o un error, sino que es deliberada, para consumo del independentismo catalán, cuyos votos necesita perentoriamente el Partido Socialista. De hecho el Partido Socialista catalán ya puede ser considerado más nacionalista que socialista, y desde luego escasamente español.
Pero con esa frase evidencia la escasa relevancia que otorga al Tribunal Constitucional, cuyo papel en nuestro entramado jurídico acaba de cargarse. Ignora también una de las bases de la democracia: la sujeción al Derecho. ¿Todo lo que apruebe una mayoría es legal, es legítimo, es democrático? ¿Las leyes aprobadas por el parlamento alemán durante el III Reich eran democráticas y justas? ¿Se pueden violar los derechos humanos o sojuzgar a una minoría si así lo decide una mayoría? ¿Ignora todo eso Rubalcaba? Lo que ha dicho es un auténtico disparate jurídico.
El estatuto catalán recientemente reformado fue aprobado con apenas el 30% de votos afirmativos sobre el censo de votantes, con mucho menos respaldo popular que el estatuto original. El nivel de interés que suscita entre la población es más bien escaso. Una sentencia adversa del Tribunal Constitucional, que estará a mi juicio perfectamente justificada (encontraría por el contrario totalmente injustificada una sentencia que avalara su increíble constitucionalidad) no provocaría, creo, apenas reacción entre la población, más preocupada por la crisis económica, aunque la reacción de los partidos políticos pudiera llegar a niveles de histeria. Sería cuestión de ignorarlos. Otra cosa es que Zapatero necesite sus votos.
No obstante, en esta España de nuestros dolores, vistos los antecedentes de la presidenta del Tribunal y las vinculaciones de su marido, podemos esperar cualquier cosa, y casi ninguna buena. Lo que tendremos es una sentencia “interpretativa”, una carajal jurídico que originará nuevas e inacabables controversias y que no aclarará absolutamente nada. La estructura institucional española será así, tras el irresponsable gobierno de Zapatero, mucho más débil que cuando accedió al poder. ¿Quizás era ese uno de sus objetivos?
Es bueno saber qué piensan nuestros socialistas. Rubalcaba lo ha dejado claro.
Y vistas sus declaraciones empiezo a pensar que ser socialista (¿aunque son realmente socialistas?) y español son cosas incompatibles.
PD.: Rubalcaba es un hombre, si no lacónico, sí de palabras justas. No obstante pasará a la Historia como autor de algunas frases antológicas:
Siendo portavoz del Gobierno y refiriéndose a la posible implicación del mismo en el GAL: “Ni hay pruebas ni las habrá”. Y las hubo, ¡vaya si las hubo! Hasta un ministro fue encarcelado por el caso.
Y el 13 de marzo de 2004: “Los españoles merecemos un gobierno que no nos mienta”. Y luego ha formado parte del gobierno más mendaz que haya habido en España en el último siglo, contribuyendo él mismo generosamente con sus mentiras.
Aclaro para los visitantes del otro lado del Atlántico que nuestro ministro del Interior se refiere al estatuto catalán, pendiente desde hace más de dos años de una sentencia del Tribunal Constitucional español.
Cuando Rubalcaba se refiere a España, se está refiriendo al Tribunal Constitucional, y parece estar ignorando que Cataluña es España, una parte de España más concretamente. Tengo muchas dudas sobre su ética personal, pero no sobre su inteligencia. Es por eso que no creo que esa contraposición entre España y Cataluña haya sido un lapsus o un error, sino que es deliberada, para consumo del independentismo catalán, cuyos votos necesita perentoriamente el Partido Socialista. De hecho el Partido Socialista catalán ya puede ser considerado más nacionalista que socialista, y desde luego escasamente español.
Pero con esa frase evidencia la escasa relevancia que otorga al Tribunal Constitucional, cuyo papel en nuestro entramado jurídico acaba de cargarse. Ignora también una de las bases de la democracia: la sujeción al Derecho. ¿Todo lo que apruebe una mayoría es legal, es legítimo, es democrático? ¿Las leyes aprobadas por el parlamento alemán durante el III Reich eran democráticas y justas? ¿Se pueden violar los derechos humanos o sojuzgar a una minoría si así lo decide una mayoría? ¿Ignora todo eso Rubalcaba? Lo que ha dicho es un auténtico disparate jurídico.
El estatuto catalán recientemente reformado fue aprobado con apenas el 30% de votos afirmativos sobre el censo de votantes, con mucho menos respaldo popular que el estatuto original. El nivel de interés que suscita entre la población es más bien escaso. Una sentencia adversa del Tribunal Constitucional, que estará a mi juicio perfectamente justificada (encontraría por el contrario totalmente injustificada una sentencia que avalara su increíble constitucionalidad) no provocaría, creo, apenas reacción entre la población, más preocupada por la crisis económica, aunque la reacción de los partidos políticos pudiera llegar a niveles de histeria. Sería cuestión de ignorarlos. Otra cosa es que Zapatero necesite sus votos.
No obstante, en esta España de nuestros dolores, vistos los antecedentes de la presidenta del Tribunal y las vinculaciones de su marido, podemos esperar cualquier cosa, y casi ninguna buena. Lo que tendremos es una sentencia “interpretativa”, una carajal jurídico que originará nuevas e inacabables controversias y que no aclarará absolutamente nada. La estructura institucional española será así, tras el irresponsable gobierno de Zapatero, mucho más débil que cuando accedió al poder. ¿Quizás era ese uno de sus objetivos?
Es bueno saber qué piensan nuestros socialistas. Rubalcaba lo ha dejado claro.
Y vistas sus declaraciones empiezo a pensar que ser socialista (¿aunque son realmente socialistas?) y español son cosas incompatibles.
PD.: Rubalcaba es un hombre, si no lacónico, sí de palabras justas. No obstante pasará a la Historia como autor de algunas frases antológicas:
Siendo portavoz del Gobierno y refiriéndose a la posible implicación del mismo en el GAL: “Ni hay pruebas ni las habrá”. Y las hubo, ¡vaya si las hubo! Hasta un ministro fue encarcelado por el caso.
Y el 13 de marzo de 2004: “Los españoles merecemos un gobierno que no nos mienta”. Y luego ha formado parte del gobierno más mendaz que haya habido en España en el último siglo, contribuyendo él mismo generosamente con sus mentiras.
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2 comentarios:
Estimado Oroel:
A estas alturas de la película no se pueden tener dudas sobre la catadura moral de Rubalcaba. Hace tiempo, mucho tiempo, siendo secretario de educación podrían ser sospechas, ahora sólo pueden ser certezas.
Recuerda que compartió gabinete con Alfonso Guerra como vicepresidente, aquél que proclamó la muerte de Montesquieu. El mismo gobierno que se cargó la suspensión cautelar de la leyes recurridas ante el Constitucional. Con el mismo presidente del atropello jurídico de la incautación de Rumasa, los asesinatos del Gal, los maletines de Friz, los convolutos en la embajada alemana, Filesa… recuerda, ya no pueden ser sólo sospechas.
Es el hombre de la maniobra del momento: un conejo, una finta y cómo le des la espalda, te la clava (la frase no es mía). Nunca ha creído en la separación de poderes, ni en la subordinación a la ley, ni en la soberanía nacional… por lo menos no consta que lo haya hecho.
Hay dos tipos de personalidades peligrosísimas los salva-patrias y los vende-patrias. Este elemento, a mi entender, es de los segundos.
Un abrazo. Carlos56.
Hay quien compara a Rubalcaba con Fouché, un canalla inteligentísimo, que supo estar en primera fila con varios regímenes distintos y bastante más peligrosos que los actuales, consiguiendo siempre la caída de sus rivales. No creo que llegue a su altura, pero tampoco es mal alumno.
Si las frases de Rubalcaba ya van siendo célebres y retratan al personaje, recordemos esa famosa de Fouché: "Ha sido peor que un crimen: ha sido un error". Una frase casi rubalcabiana.
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