domingo, octubre 28, 2007

Cuando la memoria histórica se alía con la incultura

El teniente Saturnino Martín Cerezo nació en un pueblo de Cáceres, en 1866, hace más de cien años. No les dice nada el nombre, lo sé. Pero el teniente, al mando de 50 hombres, resistió durante casi un año el cerco de los tagalos en Filipinas, desconociendo que la guerra había terminado y que España se había rendido meses antes a Estados Unidos. La gesta tuvo lugar en la ermita de Baler, en la provincia de Luzón, Filipinas. La rendición se produjo en fecha ya tan lejana como el 3 de junio de 1899.

Sobre aquel suceso se han escrito libros y rodado una película, cuyo nombre al menos les sonará: “los últimos de Filipinas”. Yo recuerdo haber leído en mi juventud un libro que me resultó apasionante, y que llevaba ese título.

El sitio de Baler

Héroes de Baler

El nombre de la calle Héroes de Baler continúa manteniéndose

En Cáceres, quizás por la procedencia del teniente, había una calle llamada los Héroes de Baler. Hace poco, adelantándose quizás a la promulgación de la Ley de la Memoria Histórica, el Ayuntamiento de Cáceres, gobernado por PSOE e IU resolvió eliminar el nombre de la calle, por “franquista”. Al poco, enterados de que el hecho que conmemoraba no tenía nada que ver con Franco, han restituido el nombre, en medio de la rechifla general.


Esta es la izquierda de este país. Y gobiernan, oigan. Así nos va.

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