domingo, abril 04, 2010

Una peligrosa trama de captación clientelar

Llevo tiempo queriendo escribir sobre las comarcas. El Heraldo de Aragón se me ha adelantado publicando hoy un interesante dossier sobre el tema, que no resulta ciertamente tranquilizador.



Creo haber contado esto ya en alguna ocasión. Hace muchos años, cuando se estaba poniendo en marcha la comarcalización aragonesa -gobernaba entonces Santiago Lanzuela en inevitable coalición con el inevitable PAR- coincidí en un viaje de tren con un diputado del PP en las Cortes de Aragón, hoy desaparecido, creo, de la vida política. Hablamos del tema. Recuerdo haber dicho que creía que las comarcas no iban a ser otra cosa que una trama de captación clientelar. Empleé, estoy seguro, esas palabras precisas, porque luego las he empleado muy a menudo, repitiéndolas. Hoy sé que me quedé corto, muy, muy corto.

Años después, hablando con un militante del PSOE, de los que disfrutan de un cargo en la Administración, gracias, por supuesto, a su militancia, éste me dijo, más o menos textualmente: “todos sabemos lo que son y para lo que sirven las comarcas, todos estamos hartos de ellas, pero todos las votamos: se aprobaron por unanimidad. O sea, que eso es lo que hay”. Y efectivamente, tenía razón. Las comarcas fueron en su origen una reivindicación del PAR y hoy son un empeño personal de Biel,  y ninguno de los dos grandes partidos nacionales le han negado nunca nada al PAR. El hombre, como era de imaginar, las está rentabilizando y empleando para estructurar su partido. Porque desde entonces, si no estoy equivocado, siempre las ha gestionado el PAR.

¿Porque, para qué sirven las comarcas? Sus defensores apelan, claro, al consabido principio de subsidiariedad.  Pero tantas administraciones solapadas incrementan el gasto y sobre todo el riego de caciquismo.

Tomo prestadas las palabras de José Fco. Luz Gómez de Travecedo, médico de Teruel:

Una cosa es acercar la ventanilla al ciudadano al que se ofrecen servicios estatales [o autonómicos] y otra cosa, muy distinta es aproximarle los centros de decisión. Pero es que el peligro de corrupción se acrecienta en la medida en que el poder del Estado [o de la autonomía] se transfiere. Como norma básica se debe impedir que el administrador vea la cara al administrado. Se evitará así que este vea a un pariente o amigo al que le resultará difícil no beneficiar.

Es por ello que creo que una cosa es la descentralización administrativa, que actualmente puede resolverse en gran medida mediante el uso de Internet y herramientas telemáticas y la prestación de servicios elementales como la educación y la sanidad, que ni siquiera requiere descentralización administrativa, sino poner los medios materiales y humanos para ello; y otra muy distinta la descentralización política, absolutamente inadecuada y contraindicada para pequeñas entidades de tamaño comarcal. Se incrementa con ella el caciquismo y el clientelismo, se incrementa el gasto, se despilfarran recursos que debieran ir a la inversión y a la prestación de servicios, se crean puestos de trabajo “vacíos”, sin sentido, utilidad y contenido (cargos absurdos, por ejemplo, de defensores comarcales del consumidor o de promotores de turismo, creados a medida de determinadas personas). No hay forma así de crear ni mantener economías de escala. Ese modelo es insostenible, oneroso e inútil. Y alienta, como advierte Gómez de Travecedo, todo tipo de corruptelas.

Creo recomendable el estudio en detalle del Portal de la Comarcalización de Aragón.  Podrán observar algunos detalles que a mí me ponen la carne de gallina.

En el apartado denominado “Las transferencias a las comarcas. Traspasos económicos” se dice textualmente: La financiación del proceso de comarcalización no ha supuesto un incremento del presupuesto general de la Comunidad Autónoma, todo el proceso se enmarca en el principio de “coste cero”. Estoy seguro de que eso es directamente falso. Ya no hablo de la transferencia de competencias y servicios que antes prestaba la administración autonómica, que estoy seguro de que también se ha encarecido notablemente, sino de la creación de órganos políticos, construcción de sedes, coches oficiales, sueldos de los consejeros, presidentes, asesores e incluso jefes de gabinete... No me creo el “coste cero”.

Pero hay más: La dotación para el coste de funciones y servicios transferidos, el fondo para gastos de personal y el Programa de Política Territorial son aportaciones con carácter incondicional, no finalistas ni sujetas a justificación. Esto supone que las comarcas puedan ejercer sus competencias en un marco de plena autonomía de gestión, pudiendo establecer sus propios criterios de actuación y marcar las prioridades entre las funciones y servicios en las que son competentes. Eso quiere decir, ni más ni menos, que las comarcas se instituyen como una nueva administración autónoma, que no debe rendir cuentas de la gestión de esos fondos ante las Cortes de Aragón. Algo peligrosísimo.

Respecto a los trabajadores de las comarcas observen que el Portal no incluye datos desde el año 2005 y que el personal funcionario representa, como señala hoy el Heraldo, sólo el 6% del total de empleados. ¿Con qué criterios se ha contratado al personal no funcionario? ¿Tienen autoridad las Cortes de Aragón para supervisar y controlar esos criterios de contratación del personal al servicio de las comarcas? Seguramente no.

Y respecto a los presupuestos, de nuevo el Portal no ofrece ningún dato desde 2005.

Y lean, por último, el comentario, que esta vez creo que peca de ingenuo, de la Asociación para la Defensa de la Función Pública Aragonesa: El necesario control de la Función Pública comarcal.

Como decía hace poco mi admirado Manuel Martín Ferrand: “La prudencia aconseja librarse de los monstruos”. Un consejo especialmente aplicable a las comarcas aragonesas, que, en mi opinión, sobran.

O por acabar con la cita de un buen amigo mío: “La Administración cerca; el poder lejos”.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto no lo va a ver nadie,pero hay va:fuera la comarcalizacion,un nido de mamones y mangantes.Catetos y pueblerinos,que la mayoria no sabe hacer la o con un canuto,eso si,con moviles de ultima generacion y morro fino.Ala puta calle.


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