Debo reconocer que a lo largo de los años se me fue desmoronando la historia de buenos y malos que creía que había sido la Guerra Civil como consecuencia de lo poco que yo había leído en aquellos primeros años tras la muerte de Franco. Era muy joven entonces.
Pero de repente un día, oyes o lees algo de una rebelión que hubo en Asturias, de los propios republicanos en contra de la República. Y te quedas perplejo, por lo que decides leer más para enterarte de lo que pasó realmente. Y a raíz de aquellas lecturas te enteras de las quemas de conventos e iglesias, tiempo antes de esa rebelión. Y lees más, tratando de nuevo de averiguar qué pasó. Y te enteras, claro, de que los religiosos huían vestidos de seglar, y eran acogidos por sus familiares o en casas particulares que los escondían. Y te imaginas el miedo, la clandestinidad… Pero el Gobierno haría algo por defender a aquella gente, te preguntas. Y lees más y te enteras que no, que no hizo nada. Y lees algo de una masacre en un pueblo llamado Casas Viejas. Y vuelves a leer más. Y te enteras de que en aquella época hubo cierres masivos de periódicos y una censura feroz, impropia de un régimen democrático. Y oyes hablar de la Falange, y te enteras de que iban armados, y que tenían enfrentamientos con otras milicias armadas. De nuevo la perplejidad: ¿otras milicias armadas? Lees más cosas. Y te enteras de que las Juventudes Socialistas, las del PSOE, estaban organizadas militarmente, exactamente igual que la Falange. Y lees algo sobre el asesinato de Calvo Sotelo, y te enteras de que días antes de su asesinato fue amenazado de muerte en el propio hemiciclo del Congreso… y te enteras de que en su muerte intervino el escolta de un tal Indalecio Prieto, líder socialista. Y de que si asesinaron a Calvo Sotelo fue porque no encontraron antes a Gil Robles, al que previamente habían ido a buscar. Y lees los discursos y proclamas de un tipo despreciable llamado Largo Caballero, también socialista, tiempo antes de que estalle la guerra, y se te ponen los pelos de punta, y te das cuenta de que están deseando y preparando la guerra, de que están incitando deliberadamente a ella. Y te enteras de que José Antonio Primo de Rivera ni siquiera intervino en la contienda, porque fue encarcelado meses antes y fusilado sin juicio. Y te enteras de que una vez iniciadas las hostilidades hubo asesinatos masivos de miles de civiles en la retaguardia de Madrid por el aparato de seguridad del que era máximo responsable un tal Santiago Carrillo, que con los años acabaría siendo amigo personal de un tipo llamado Ceaucescu, en cuyas fincas veraneaba, allá por Rumanía. Y te enteras de la masacre de los seminaristas de Barbastro. De los bombardeos de Guernica y de Cabra, con aviones y víctimas de distinto bando. Y lees sobre la muerte de Federico García Lorca, de Miguel Hernández, de Pedro Muñoz Seca, de Ramiro de Maeztu, a manos de unos y otros, y te condueles de todas ellas, tan injustas… Y te enteras de unos sitios siniestros llamados checas. Y cuando lees lo de la tortura y muerte de Andreu Nin a manos de los suyos te horrorizas ya definitivamente. Porque te enteras de que socialistas, anarquistas y comunistas se mataban entre ellos. Y sabes del oro enviado a Moscú, y de los bienes expoliados y enviados a ciertos países sudamericanos donde los dirigentes republicanos se prepararon previsoramente un exilio dorado. Y te enteras de la decepción de Ortega y Gasset, de Unamuno, de Gregorio Marañón, y la comprendes y compartes…
Y concluyes que aquello, efectivamente, no fue ni de lejos una historia de buenos y malos, que la República no fue esa Arcadia que te contaron, sino un régimen repugnante, y de que la historia del PSOE, tanto la antigua como la reciente, la que vas viviendo conforme maduras y lees la prensa, es una historia de ignominia y de vergüenza. Y tomas, claro, tu propia posición política y moral.
Pero hay quien toma posición política y moral sin haber leído, con el único bagaje de cuatro estereotipos mal contados y ni siquiera excesivamente rigurosos. Porque hay a quien la historia de buenos y malos le sirve perfectamente para transitar por la vida. A qué complicarse.
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6 comentarios:
O que en Mayo del 31 ya empezaron a quemar conventos y demás mientras el gobierno no hacía nada; que Azaña ya hablaba de crear batallones populares que terminaran con la España tradicional y la historia y entre esas cosas a eliminar estaba la religión; batallones populares que pensaba podía copntrolar pero que ya en el primer mes se desbocaron y en el 36 fue la releche; que a Azaña le echaron del gobierno gracias a los anarquistas con capítulos como Casas Viejas; los dos golpes de estado que intentó Azaña tras la victoria de la CEDA, primero acudiendo a Niceto Alcalá Zamora para que impidiese que se reunieran las Cortes y la segunda buscando el apoyo de las izquierdas que se negaron porque ya estaban pensando en otras cosas (planeando la revolucion de Octubre del 34),...
Según parece, la Falange no entró en ese plan de asesinatos o "dialectica de los puños y las pistolas" que dira Primo de Rivera hasta mucho después, cuando ya había bastantes muertos falangistas, pues parece que durante bastante tiempo intentó calmar a los suyos. Pero como en todo, la paciencia tiene un límite y más cuando el gobierno no toma cartas en el asunto.
Como diría Pio Moa, todos los mitos en torno a la guerra civil no son más que ese Himalaya de mentiras que sentenció una vez Julian Besteiro, lo más honrado del PSOE en esa época.
Efectivamente, el régimen instaurado por la República sólo podía acabar de dos maneras: o como una dictadura del proletariado al estilo de las que luego tuvimos ocasión de ver en la Europa del Este, pues hacia allí evolucionaba la cosa, cada vez más radicalizada, o con un alzamiento de la parte sojuzgada a la que se estaba literalmente laminando. El Alzamiento fracasó los primeros días, como sabemos, pero sus impulsores, lejos de rendirse y contra toda evidencia, siguieron adelante. ¡Cómo sería de incapaz el régimen republicano, cómo estaría de podrido y desarticulado, cómo sería de inviable, que a pesar de la abrumadora superioridad material y humana, los alzados acabarían ganando la guerra!
Hay dos novelas sobre la Guerra Civil que he leído en estos últimos años: “El campo del moro” de Max Aub y “Madrid, de Corte a checa” de Agustín de Foxá, cada uno de los autores de un bando. No es Historia -la literatura nunca lo es-, sino memoria histórica, pero uno se explica perfectamente el desenlace.
Es inevitable reflexionar sobre lo que pudo haber pasado, sobre la disyuntiva terrible a la que condujeron a España unos gobernantes ensoberbecidos y sectarios, convencidos no sólo de su legitimidad abrumadora y excluyente sino de la ilegitimidad del contrario -qué lamentable y tenebroso parecido empiezo a encontrar en los actuales- y sobre cual fue la evolución española durante el franquismo y la de los países donde se instauró el régimen comunista. Pasó lo que pasó, y sólo cabe concluir que quizás no fue lo peor que pudo haber pasado, y aunque hubiera sido más de agradecer algo más de generosidad por parte del vencedor, tampoco puede ignorarse el odio generado por la extrema crueldad que se vivió durante la guerra; crueldad que seguramente hizo que el odio fuera largo.
Lo sorprendente y lamentable es que este imbécil que nos malgobierna haya desenterrado ese odio absurdo y hoy ya sin sentido, cuando ya estaba superado. Porque imbéciles que se recreen en él nunca van a faltar.
Me voy a permitir enlazarte en un blog animado...
Ciertamente la historia del PSOE, del PC, de la izquierda española, está plagada de ignominia y de vergüenza; y de sectarismo, incultura y barbarie. Pero también el franquismo y la derecha española, a lo largo de toda su historia lejana y próxima, y actualmente el PP.
No tenemos instrumentos de medida para saber qué partido es más corrupto, más demagogo..., ni cual empezó primero. Depende de la percepción y vivencias personales de cada cual.
Lo mismo que la república y la guerra no es una historia de buenos y malos, tampoco lo es el panorama político actual. Más bien es un cuento trágico de malos y malos. ¡Pobre pueblo español, aragonés, catalán, andaluz... cuyos dirigentes y guías no son elegidos entre las personas capaces y honradas, (que las hay) sino entre charlatanes, trincones y demagogos! Mientras no haya una regeneración moral en la sociedad, en los partidos políticos, en las organizaciones sindicales... mientras no se recupere el sentido de POLÍTICA COMO SEVICIO PÚBLICO, da igual quien gobierne.
Si alguien con vocación política lee esto y decide iniciar esta nueva vía, que avise: ¡YA TENDRÁ UN VOTO! Mientras esto no ocurra, el día de las elecciones me iré a andar en bicicleta.
Englobar sinverguenzas, delincuentes y criminales, bajo siglas, alcontrario de ayudar, empeora el diagnóstico. No son las siglas las que cometen crímenes, son los criminales. Que los últimos años de la República se cometieran crímenes, no justifica los del régimen del golpe de estado. A la República se llegó con votos, a Franco no. Los que piden justicia para los asesinados en la posguerra, no están negándola para los crímenes de la época republicana.
Y los que piensan que la transición de la DICTADURA a …LO OTRO, vivido a principios de los 80 en este territorio, es un orgullo de modelo pacífico y hacia una democracia real, es que ESTÁN EN LAS PUTAS NUBES.
No habrá reconciliación algúna, mientras no haya justicia. Mientras Los tribunales o quién sea, no repare "tu crimen" nunca lo dejarás (o es que no somos un páis bien vengativo?).
Y los que niegan a las familias de las victimas perdidas por los suelos de españa, su entierro justo, siempre argumentando segundas intenciones, es que estan bien enfermos del espíritu. Suelen ser estos también, los que creían que porque la gente se callaba, la herida estaba curada. LO DICHO, en las nubes.
Si aquí, aún en los años 75 y 76, el falangista Fraga Iribarne se hizo con la calle a punta de pistola en aquella criminal campaña de asesinatos que bautizó con la frase "LA CALLE ES MÍA". A ver quien es el chulo, que abre la boca delante de una pistola ??? Y estamos hablando de más de 35 años de terminada oficialmente la guerra. ¿CÓMO SE DENOMINA ESTO?.
No creo, como dice Juan, que haga falta "una regeneración moral" (miedo me dá), a ver que coño significa eso?. LA SOLUCIÓN me parece más sencilla; UNA DEMOCRACIA REAL, BAJO UN RÉGIMEN REPUBLICANO. Y mientras no se cumpla la Ley (y no como hasta ahora) para que no se salgan de rositas los estáfadores, corruptos, evasores de impuestos, difamadores, etc etc, nada, NADA d NADA.
O se le puede llamar democracia (y permítaseme sólo un ejemplo), cuando hay votos que no valen igual? NO VERDAD. Los que votan a Izq. Unida, necesitan 150mil votos para lograr un parlamentario por los escasos 25mil del PSOE o PP. Así imposible verdad. QUE NO CUELA.
Un saludo a todas
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