"¿Cuánto tiempo más les podremos hacer creer que no es que ellos sean pobres, sino que las cosas son caras?"
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Una colaboradora habitual de Aragón Liberal ha publicado un interesante y documentado artículo sobre el encarecimiento de la vida, con una relación de productos cuyo precio ha superado de forma notable en el último año las subidas salariales. Pero un peligro de este tipo de análisis es el de considerar como una causa del encarecimiento del coste de la vida a lo que no es más que un efecto de un mal mucho más grave.
Una colaboradora habitual de Aragón Liberal ha publicado un interesante y documentado artículo sobre el encarecimiento de la vida, con una relación de productos cuyo precio ha superado de forma notable en el último año las subidas salariales. Pero un peligro de este tipo de análisis es el de considerar como una causa del encarecimiento del coste de la vida a lo que no es más que un efecto de un mal mucho más grave.
El fenómeno que estamos viviendo de forma generalizada y ya persistente tiene un nombre sencillo y estremecedor: empobrecimiento. Y de la misma forma en que el enriquecimiento se caracteriza por un aumento del poder adquisitivo y/o de la capacidad de ahorro, el empobrecimiento se caracteriza por todo lo contrario. Y cuando eso afecta con carácter general a toda la población es signo de que algo muy grave está sucediendo. Recordemos que, según las informaciones de estos días, llevamos siete trimestres consecutivos de descenso del poder adquisitivo y de ahorro, hasta situarnos en los mismos niveles que en 1999.
Así pues, la pérdida del poder adquisitivo y de la capacidad de ahorro son causas, elementales y obvias, de un mal profundo y generalizado. No los efectos. ¿Cuáles pueden ser, entonces, éstos?
Sin ánimo exhaustivo, voy a tratar de enumerar algunos. La corrección de todos o algunos de ellos constituiría casi un programa de gobierno, requeriría importantes consensos y grandes dosis de responsabilidad, ninguna demagogia, y aún así sus efectos no serían inmediatos sino, por lo menos, a medio plazo:
- El desmantelamiento nuclear y nuestra dependencia energética. Pagamos la energía más cara que otros países.
- Nuestro pésimo nivel educativo. La falta de adecuación entre formación y mercado de trabajo. No es normal que nuestros hijos abogados, químicos y médicos se encuentren subempleados mientras hemos de contratar torneros polacos que vienen a España cobrando más que los universitarios españoles.
- La emigración incontrolada. Se calcula que puede haber tres o cuatro millones de inmigrantes no censados, subempleados, no cotizantes, cuya presencia distorsiona los cálculos de la renta per cápita. Igualmente el conjunto de los inmigrantes, si bien ocupan puestos de trabajo no deseados y contribuyen con su trabajo al bienestar general y a las cotizaciones sociales, también gastan recursos educativos y sanitarios y envían importantes remesas al extranjero. Que nadie aprecie ningún rasgo de xenofobia. Estoy tratando de hacer un análisis imparcial de tipo estrictamente económico.
- La rigidez y falta de transparencia de los circuitos comerciales; la existencia de numerosas posiciones dominantes de mercado que controlan y concentran la demanda de. por ejemplo, los productos alimenticios. No es lógico que en Francia, por ejemplo, se encuentren en cualquier hipermercado productos en envases de gran formato mucho más baratos, y que esas mismas presentaciones, de productos fabricados muchas veces en España, no sea posible encontrarlos aquí. Es sólo un ejemplo de distorsión y rigidez de mercado, que otros países no sufren.
- El gasto público disparado y disparatado; las dieciocho administraciones autonómicas, los dieciocho defensores del pueblo, los dieciocho de todo. Las Comunidades Autónomas tuvieron sentido inicialmente cuando atendían al principio de subsidiariedad (una lógica y beneficiosa descentralización política y administrativa que aproximaba el órgano de decisión al ciudadano sin vulnerar el sagrado principio de economía de medios). Pero ese límite lógico de la subsidiariedad hace tiempo que ha sido desbordado. El gasto autonómico está descontrolado. Son los dos coches oficiales del consejero aragonés de Medio Ambiente (90.000 euros cuesta su capricho); es el coche oficial del director del Instituto Aragonés del Agua, que en una Administración razonable y sobria no pasaría de ser un simple Dirección General; son las sodemasas, los aramones, los inagas… Son los contratos masivos de la militancia y de sus familiares… La conversión de Servicios en empresas públicas, los incrementos de sueldos, las administrativas de esas empresas cobrando como altos cargos en razón de su amistad personal con el gerente, son la pléyade de asesores..
- Es la multiplicación de sedes, edificios administrativos, oficinas públicas, organismos de todo tipo, consejos de administración, institutos oficiales, organismos autónomos, agencias de cualquier cosa...
- La corrupción es uno de los factores de ineficiencia económica más perniciosos y lesivos. Y no ha parado de crecer en estos últimos años.
- Es la existencia del PER, que ha generado una cultura del subsidio y de la picaresca, mientras han de cubrirse los puestos de trabajo en el campo andaluz o extremeño con inmigrantes.
- Son frivolidades como los gastos de la Expo, las televisiones autonómicas, las comarcas...
Esas son las verdaderas causas del empobrecimiento. Y mientras no luchemos contra ellas no habrá remedio. No parece que ni la sociedad ni los políticos hayan tomado conciencia. Pero, por favor, no nos distraigamos con los precios. Eso es el efecto, insisto, no la causa de nuestros males.
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