¿Interés general o interés electoral? El primero es el de los ciudadanos. El segundo el de Rodríguez y su partido.
Me parece interesante esta reflexión de Justino Sinova, de quien me permito copiar un párrafo de El Mundo de hoy:
Atendamos a algunos de los argumentos que se han esgrimido para justificar aspectos del cambio de Gobierno: Trinidad Jiménez ha encontrado en el Ministerio de Exteriores una compensación a su fracaso en las elecciones primarias de Madrid y una recompensa de Zapatero por su fidelidad personal (cuando la razón de su nominación habría de ser su eficacia para recomponer la maltrecha política exterior en manos de Moratinos); Leire Pajín cubre la vacante de Sanidad (cuando no puede ofrecer garantía alguna para ese departamento) porque al jefe del partido le convenía removerla de la Secretaría de Organización; Rosa Aguilar llega porque es un icono adecuado para complacer al ala izquierda del socialismo por donde a Zapatero se le escapan muchos votos (cuando no se le conoce ascendencia técnica para la agricultura, la pesca y el medio ambiente en su paso por la alcaldía de una ciudad y la Consejería de Obras Públicas de Andalucía); de Valeriano Gómez se ha resaltado su amistad con los sindicatos (pero nada se ha dicho de su hipotética habilidad frente a la sangría del mercado laboral), y Zapatero ha redoblado elogios a Ramón Jáuregui y a Rubalcaba como grandes comunicadores (como si de esa pericia dependiera el progreso y el bienestar de la gente). Todos ellos son detalles útiles para el interés del presidente del Gobierno y de su partido, que seguramente ganarán comodidad con el nuevo equipo. Pero, ¿dónde está entre tantos argumentos el interés general de España? Unas veces cuesta hallarlo, otras veces simplemente no se encuentra.
Un gobernante debe resolver problemas ajenos, no sólo los suyos y sin duda antes que los suyos.
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