martes, agosto 14, 2007

La mala educación

Haría falta un inmenso acopio de datos, unos conocimientos de los que carezco y un tiempo del que no dispongo para determinar las responsabilidades del reciente apagón catalán. Y si a él sumamos el resto de contratiempos que últimamente han afectado a esa Comunidad, el esfuerzo me resultaría titánico.

No obstante, al margen de las causas concretas de cada caso -y de las consiguientes responsabilidades- no convendría olvidar algunos antecedentes, como el hundimiento del Carmel o el caos provocado por aquella ya antigua huelga en el aeropuerto del Prat, que no han sido sino los preludios de estas nuevas y sucesivas catástrofes. Como si todo respondiera a un fallo de conjunto, estratégico y de definición de prioridades, a un monumental error en la elección del rumbo político.

Desde fuera de Cataluña se observan con sorpresa las quejas de los catalanes, al advertir por una parte el alto nivel competencial de que disfrutan, cuáles son las prioridades -lingüísticas e identitarias (¿y aquel olvidado 3%?)- en las que parecen estar gastando su dinero y las carencias de infraestructuras que padecemos en el resto de España.

El hecho diferencial

La reciente comparecencia en el parlamento catalán de Pizarro, presidente de Endesa, y de Luis Atienza, presidente de Red Eléctrica Española, ha dado lugar a algunas anécdotas o hechos, a mi juicio, significativos.

El primero de ellos, la ausencia de Montilla. Incalificable. El hombre está de vacaciones (como señala Juan Carlos Girauta -
Un dilluns d’agost al Parlament-: “¿al pueblo, al poble o al limb?”). Algo de lo que debieran tomar nota los ciudadanos de esa comunidad. (Por cierto, también lo está Zapatero, ante lo que también cabe preguntarse, como hoy hace Martín Ferrand: ¿de qué descansará el hombre?)

El segundo, que los portavoces de los grupos parlamentarios, con la única excepción de Sirera, del PP, no saludaron a Pizarro. ¿Seny catalán?

El tercero, que de nuevo los portavoces de los grupos parlamentarios, con la excepción esta vez de los del PP y Ciutadans, se dirigieran a Pizarro -y supongo que también a Atienza- en catalán. Y ello a pesar de que el presidente de Endesa se disculpara en alguna ocasión, “porque su nivel de catalán no era muy bueno y pudiera no haber entendido bien alguna de las intervenciones”. Incalificable de nuevo.

Hoy la Vanguardia destaca que mientras el presidente de Endesa mantiene que su empresa ha invertido, entre 2002 y 2006, 5.229 millones, el dirigente de Red Eléctrica asegura que desde 2005 su compañía ha invertido 112 millones de euros en Cataluña.

Red Eléctrica y Endesa se culpan mutuamente del apagón de Barcelona

Entre los hechos que pudieran haber causado el apagón se barajan dos, y cada uno de ellos es responsabilidad de una empresa:

1.- La caída de un cable en Collblanc, responsabilidad de Endesa, y que según su presidente sólo debería haber afectado a 30.000 usuarios durante diez minutos, y

2.- El incendio de la subestación de Maragall (un episodio muy parecido al del incendio de la subestación de Atocha en Madrid, que no tuvo las enormes y larguísimas repercusiones de Barcelona), responsabilidad de REE.

Al respecto cabe destacar las declaraciones de Pizarro: “siete horas antes de que cayese el cable de Collblanc, se escucharon ruidos como de explosiones y salía humo de al lado de la estación de Maragall, y así lo notificamos a REE, de lo que hay conversación grabada".


Que cada uno saque sus propias conclusiones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

De entre todos los detalles censurables ocurridos durante esa comparecencia -olvidar o evitar saludar al compareciente, dirigirse en catalán a una
persona que no lo conoce, la injustificable ausencia, nada menos que del presidente del Govern…- hubo un hecho que me produjo una gran indignación.

Hablo de las referencias de algunos portavoces a las supuestas opiniones vertidas por Pizarro sobre el Estatuto. Sé que las respuestas del interpelado fueron educadas y contemporizadoras: era su comparecencia y respondió como consideró oportuno. No soy quien para enmendarle la plana.

Pero no hubiera sido mi respuesta. Primero, porque la comparecencia era para hablar de otra cosa y, segundo, porque en un Estado democrático cada uno puede opinar lo que quiera sin que nadie esté legitimado para censurarle por ello, y mucho menos un político.

¿No opinaron los portavoces parlamentarios sobre el Estatuto? ¿Pues quiénes son ellos para negar a un ciudadano el ejercicio de un derecho que ellos mismos ejercen? Me temo que España hace tiempo que ha dejado de ser un país normal. Esos parlamentarios no eran ni siquiera demócratas.


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