No sé si lo he contado en alguna ocasión: tengo amigos y conocidos en el PP de Aragón, seguramente los mejores de entre sus filas. Si no, no serían mis amigos ni tendría trato con ellos.Alguno de ellos forma parte del Comité Ejecutivo Regional, un órgano tan multitudinario que no es ni operativo ni selecto.
Uno de ellos me contaba esta tarde una confidencia que tampoco tiene demasiada importancia, y que por eso me permito contarla. En la última reunión del Comité Ejecutivo, en la que se analizaron los resultados -lamentables- obtenidos por el partido en Aragón, uno de los líderes provinciales, el más crítico y molesto con los resultados, el único, que yo sepa, que puso su puesto a disposición del partido ante el fracaso cosechado, vino a decir que se estaba trasmitiendo la idea de que en la oposición se vive muy cómodo.
No dijo ninguna mentira. Yo mismo he llegado a esa convicción: hay personas que viven muy cómodas en la oposición, tanto que no aspiran a ganar, porque ello significaría cambiar de estatus.
Pero lo que para mí está claro es que si alguien se siente cómodo en la oposición, no debería dedicarse a la política.
Habría que identificar a los cómodos. Urgentemente.
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