En el pasado debate televisivo entre Rajoy y Zapatero el primero mostró la sanción impuesta a un ciudadano catalán por rotular en castellano y no en catalán. Y creo que el hecho, gravísimo e insólito en un país europeo y supuestamente democrático, tiene dos aspectos destacables y extraordinariamente preocupantes: uno, que tal cosa pueda ocurrir, y dos -y esto es lo peor- el embarazoso silencio del presidente del Gobierno, del máximo responsable de garantizar nuestros derechos ciudadanos.
El hombre que fue citado por Rajoy como ejemplo está siendo objeto de una interesante campaña de presiones por parte los medios catalanistas para que desmienta la existencia de persecución lingüística. Observen los distintos tratamientos que ofrecen los medios, fuera o dentro de Cataluña:
«¿Multan por rotular en chino?»
Rotular en castellano, un delito en Cataluña
El agente inmobiliario que citó Rajoy denuncia que la política lingüística de la Generalidad "coarta su libertad"
El ciudadano de los 400 € de multa
'Zapatero no es el culpable'
No hay discriminación lingüística
El empresario citado por Rajoy descarta que el castellano esté perseguido en Catalunya
El debate sólo tiene una forma de ser resuelto: ¿existe esa multa o no existe? ¿Existe algo parecido en el resto de Europa? ¿Se multa a quien sólo rotula en catalán?
Al parecer, el rotular sólo en castellano y no en catalán lesiona los derechos lingüísticos de los ciudadanos que hablan esta última lengua. Pero si se rotula sólo en catalán al parecer no se lesiona los derechos lingüísticos de que quienes hablan castellano. ¿O estos no tienen derechos lingüísticos? ¿Unos sí y otros no? ¿No es Cataluña una comunidad bilingüe? ¿No hay poblaciones en Cataluña -Santa Coloma de Gramanet- donde el 90% de la población es catellanoparlante? ¿No tienen derechos lingüísticos sus habitantes? Hemos llegado a una situación en que los derechos de las minorías -o los de la mitad de la población- se sobreponen a los de la otra mitad.
Pero lo más grave: quien gobierna en Cataluña es el Partido Socialista. Y Zapatero, ante la gravísima acusación, guardó silencio.
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