Los Kirchner de Aragón

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Eva Almunia ha desembarcado en el Gobierno de Aragón, como consejera de Presidencia, aunque no para hacerse cargo de ninguna responsabilidad, sino para hacer campaña electoral pagada con fondos públicos.

En la foto de arriba pueden verla (es la rubia) en su condición de candidata del PSOE (que no como consejera de Presidencia) en un viaje de pruebas del tranvía de Zaragoza. Un acto, por supuesto, ajeno a sus responsabilidades de consejera, que no va a asumir.

Eva Almunia y los gregarios de Iglesias.

Este que sigue, fue mi comentario al articulo de Trasobares:

Hoy Trasobares desvela lo que es un secreto a voces, que sólo conocen los “enteraos” ( o los “interesaos”): que la presidencia del Gobierno de Aragón no es unipersonal, ni Marcelino es el presidente, sino el figurante. La presidencia de la DGA es colegiada. Y en ese colegio presidencial no entra Biel, por supuesto. Biel es el socio necesario pero molesto con el que hay que contar y al que hay que contentar, pero poco más. Biel no es más que un término más de la ecuación de gobernabilidad (término necesario, inevitable, pero ni siquiera el más importante) con el que ya cuentan los miembros de ese colegio presidencial (los que no comparecen ante micros y cámaras).

Trasobares los llama asesores (los de verdad). Sería más preciso llamarlos copresidentes. Tienen nombres y apellidos y todos o casi todos están vinculados con el Aragón oriental.

Desconozco el papel que juega ahora mismo Carlos Escó. Durante un tiempo tuve la convicción de que él era el verdadero presidente. Desconozco el ascendiente que conserva o si permanece, desde la distancia, integrado en el colegio presidencial. Ya se sabe que las modernas tecnologías no hacen ni siquiera necesaria la presencia física para estar efectivamente presente.

Lean este artículo, que aunque es ya antiguo (de 2004) aporta interesantes claves:

Carlos Esco Sampériz: El poder en la sombra

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Yo imagino que si Eva finalmente es la presidenta, lo hará de la misma forma que Marcelino, asumiendo el papel de figurante, y Escó ejercerá de Néstor Kirchner (sin, por supuesto, desearle el mismo final), con un lugar preeminente en el colegio presidencial. Desde la distancia y sin renunciar a su canonjía en Telefónica.

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