El señor de la foto es Juan Alberto Belloch, el actual alcalde de Zaragoza, y eso que tiene a su espalda deben ser las arcas de la ciudad, que ha dejado exhaustas.
El Ayuntamiento debe más de 250.000 euros de 2009 a la gasolinera que le cortó el suministro.
Esta democracia nuestra está acumulando muchos secretos, tantos que al final va a resultar que ni siquiera es una democracia.
Si tiene secretos, tantos y tan graves, no puede serlo.
Hay varias cuestiones que, por una extraña asociación de ideas -o a lo mejor no tan extraña-, me han traído a la memoria cosas ya olvidadas:
El hombre, Luis Roldán, del que se sabe que cobra una modestísima pensión y que nunca devolvió lo robado, vive en una de las zonas acomodadas de Zaragoza, lleva buenos trajes y se va de vacaciones al extranjero con su mujer rusa.
Ahí aparece un cuarto personaje: Francisco Paesa, cuya biografía daría para escribir una novela que posiblemente se situaría a medio camino entre el espionaje y la picaresca.
Pero hay un quinto, un capitán vietnamita, que no se sabe ni siquiera si realmente existió: el capitán Khan, de quien nos dijeron que era laosiano.
Bueno, en aquellas intrigas, de las que han sobrevivido un espía español, primero dado por muerto, y luego descubierto como vivo y, muy posiblemente, rico, y un exdirector de la Guardia Civil, condenado y libre tras cumplir condena, que nunca devolvió lo robado y que demuestra tener un nivel de vida muy superior a la que su pensión debería permitirle; en aquellas intrigas, decía, anduvo metido Belloch, quien sin duda conoce partes sustanciosas de la historia, aunque posiblemente no todas.
La gobernación de la ciudad de Zaragoza está en sus manos (es su alcalde), y la tiene literalmente arruinada, como no podría ser de otra manera. Y a pesar de ello sigue proponiendo proyectos quiméricos que acabarán de hundir a la generación de nuestros nietos porque la de nuestros hijos ya habrá de pagar parte de las deudas de Belloch.
Belloch podría contar muchas cosas, incluso las fuentes que le informaban por teléfono desde el Ministerio del Interior, siendo Acebes ministro y estando él en Zaragoza, la misma mañana del 11 de marzo de 2004, mientras estaba reunido con Marcelino Iglesias y Eduardo Ameijide, el delegado del Gobierno.
En esas manos estamos.
Hay quien tiene fe en sus designios. Yo, ninguna.
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