sábado, febrero 13, 2010

Qué cara se les va a quedar

No era la Guerra Civil.

No, no era la Guerra Civil ni su desenlace. Ese sólo era el señuelo.

Estaba claro que el asunto provocaría revuelo. De eso se trataba, y cuanto más, mejor. Yo mismo he caído en esa trampa y a veces me he referido al revisionismo histórico del presidente y a su “memoria histórica” como una de sus obsesiones ideológicas, suponiéndola fruto de una insatisfacción casi ancestral por el desenlace de aquella contienda de la que apenas quedan protagonistas vivos.

Hoy me han contado -yo no lo he oído- que en una emisora han dicho que el PP estaba, según no sé qué sondeo, a apenas cuatro escaños de la mayoría absoluta. Tendré que confirmarlo. Pero soy escéptico. ¿Sondeos? ¿A quién están sondeando? A los españoles censados, supongo.

¿Y a los inmigrantes? ¿Alguien sabe cuantos van a votar en las próximas elecciones? ¿Alguien sabe cuántos hay ya nacionalizados? ¿Alguien sabe si se les está sondeando y qué piensan?

¿Y qué me dicen de los ciudadanos que ni siquiera residen en España pero podrán votar como cualquiera de nosotros? ¿Quién les está sondeando? ¿Alguien sabe cuántos son? ¿Lo sabe el PP?

Sí, me han leído bien. He dicho los ciudadanos que no residen en España, que ni la conocen, ni han estado aquí ni previsiblemente la visiten nunca, pero que podrán votar como usted y como yo, porque son ciudadanos españoles, aunque hablan con otro acento, viven en otros países, votan además a otros políticos y en otros comicios, y pagan sus impuestos en ellos. Son descendientes -ni siquiera hijos, sino nietos- de españoles, y ni siquiera de españoles exiliados necesariamente por motivos políticos.

Ese era el objetivo de la Ley de la Memoria Histórica. Y me temo que nadie le está prestando la debida atención. Y nos puede deparar alguna sorpresa. Tal como que se instituya, sin advertirlo, sin esperarlo, sin sospecharlo, un régimen inamovible, gracias a unos votos surgidos de la nada, de una nada no prevista ni sondeada.

Ya he escrito antes sobre ello:


Mediante la irrupción sorpresiva de medio millón o más de votos no previstos, se puede acabar instituyendo un régimen socialista, aparentemente democrático, pero sin alternancia posible.

¿Sabe el PP las respuestas a las preguntas que he formulado antes?

Pues haría bien en empezar a preocuparse por ellas.
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