A raíz de que la delegada de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Sevilla, Josefa Medrano, de Izquierda Unida, prohibiera un acto conmemorativo en el quincuagésimo aniversario de la muerte de Agustín de Foxá, encargué en la Fnac su novela “Madrid, de corte a checa”.
La he tenido en mi mesilla una temporada, mientras terminaba los miles de páginas de la saga “Canción de hielo y fuego”.
Pero hoy, por fin, he terminado la novela de Foxá. Empieza lenta pero se vuelve apasionante al final, trágica y esperanzada. Magnífica.
La novela acabó de ser escrita en septiembre de 1937. “Segundo año triunfal”, dice. Se escribió por tanto en plena guerra civil y sorprende que no albergue dudas sobre la victoria. El protagonista, en el último capítulo, en las trincheras de las afueras de Madrid, no sabe cuando podrá volver a entrar en la ciudad, pero sabe que entrará.
Pero hay más cosas sorprendentes en la novela, precisamente por estar escrita en ese contexto bélico y claramente alineada en uno de los dos bandos enfrentados. En la fecha en que concluye ya habían sido asesinados García Lorca, y José Antonio Primo de Rivera, y Pedro Muñoz Seca, que aparecen en el texto como personajes secundarios.
Vean qué dice de García Lorca:
“García Lorca era moreno, aceitunado, de grandes pómulos, gran calavera y cara redonda; tenía una gordura de redondeces y un busto combado; presumía de gitano. Era un magnífico poeta. Había sacudido y vareado el romance castellano como un olivo, sacándole frutas nuevas y maravillosas. Le jaleaban sus amigos. Elogiaba el cante andaluz, que, según él, “tenía duende”.
El duende, que no es el ángel ni la musa. Porque los dos últimos bajan del cielo, pero el duende nos penetra por la planta de los pies, abrasándonos”...
...Le rogaron que recitara unas escenas de su nueva comedia “Bodas de sangre”. Eran unos versos profundos, una Andalucía imprevista, abrasada, goteando sangre; todos se emocionaron”.
Foxá fue capaz de escribir eso de un supuesto enemigo en plena guerra, con los odios a flor de piel, enfrentados, sin censuras de ningún tipo, ni propia ni ajena.
Setenta años más tarde, tras una supuesta Transición basada entre otras cosas en la reconciliación entre españoles, cuando ya apenas quedan españoles vivos que protagonizaran aquellos hechos terribles, una idiota se permite censurar a Foxá.
“Madrid, de corte a checa”, un libro que Zapatero, el de la Memoria Histórica, debería leer.
Addenda: Habrá quien me acuse de leer libros con un claro sesgo ideológico. Bien, hace años que leí “El Campo del Moro” de Max Aub, escrita durante el exilio y sobre cuya ideología no cabe duda. La recomiendo también. Uno se explica por qué la guerra tuvo el desenlace que tuvo.
Las novelas no son Historia, sino memoria histórica.
Zapatero, creo, no debería haber llegado a la presidencia del Gobierno sin haber leído bastante más de lo que seguramente ha leído.
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Zapatero, creo, no debería haber llegado a la presidencia del Gobierno sin haber leído bastante más de lo que seguramente ha leído.
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