Hoy tengo que formular la pregunta que temía. En artículos anteriores he preguntado quién gobierna en Cataluña y en Baleares. Hoy tengo que preguntar quién gobierna en Valencia.
Permítanme que copie un artículo publicado en el Heraldo de Aragón, el domingo, 5 de abril de 2009.
Un premio contra la lengua, por Guillermo Fatás.
¿Es sensato premiar con dinero público a quien elimine el castellano de la rotulación callejera? En una semana han aparecido dos órdenes en el Diario Oficial de una comunidad autónoma bilingüe por las que su Gobierno anuncia sendas subvenciones a entidades públicas y privadas que rotulen los espacios y documentos de su incumbencia «exclusivamente» en la lengua particular de la comunidad. Si la rotulación se hace también en castellano o español, no se puede optar a la ayuda.
El método busca el fomento de una lengua, pero mediante la anulación de otra, pues se exige que la rotulación sea monolingüe, excluyente, lo que resta, en lugar de sumar.
En la primera de esas órdenes, fechada el 18 de febrero y publicada doce días más tarde, la autoridad quiere recompensar a los ayuntamientos que, a lo largo del año en curso, «promuevan el uso» de la lengua no castellana de diferentes maneras, pero con el denominador común de la anulación del español. Se premiará la rotulación «exclusivamente» monolingüe de todo género de cosas y soportes: «los indicadores urbanos, los indicadores de vías urbanas, la señalización interior y exterior de los edificios municipales y la señalización de caminos», para lo que el Gobierno subvencionará «los gastos de adquisición y de rotulación de los indicadores».
El presupuesto autonómico, pues, se hace cargo de los pagos con la condición de que las señales de dirección, las placas de las calles y los carteles de los edificios oficiales no se hagan en la lengua común de los españoles y oficial en todo nuestro país. Si no queda eliminada, no hay dineros.
La segunda orden, con fecha de una semana más tarde, hace otro tanto para estimular en el mismo empeño a los particulares. Por dicho mandato se anuncian ayudas a quienes rotulen de esa forma excluyente sus toldos, letreros luminosos, vehículos, indicadores, productos, etiquetas, bolsas, papeles de embalaje o cajas. Asimismo puede solicitarse ese dinero público, cumpliendo el mismo requisito, para hacer otro tanto con los documentos internos de la empresa, sean administrativos o técnicos, sus guías y catálogos y sus páginas de Internet. Eso dice la Base Tercera de la convocatoria.
En la Base Octava se especifica cómo se dirimirán las concesiones entre los aspirantes a esos dineros del erario. Una vez llegadas las peticiones, han de baremarse, ordenarse, instruirse y resolverse, por este orden. Se atenderá, primero, a que solo puede elegirse un programa subvencionable por entidad: o rotulación, o denominación de productos, o documentación administrativa, técnica e informática, o guías o catálogos. Se estipula también con claridad que los rótulos tienen preferencia sobre todo lo demás, ya que es de suponer que los ve más gente que, pongamos, un catálogo de productos o un documento interno o de carácter técnico.
Todo este procedimiento se encomienda a un órgano colegiado creado para la ocasión. Se llama Comisión Técnica y está compuesta por dos representantes del Consejo de Cámaras de Comercio, Industria y Navegación de la comunidad, esto es, la corporación oficial de las empresas. Esta comisión informará de 10 que haga al Consejo, quien, a su vez, elevará la propuesta al Departamento de Educación. Este resolverá, finalmente, a quién se le da y cuánto. Una vez que lo haya hecho, el resultado se publicará en el Diario Oficial, según ordena el consejero autonómico de Educación, del cual depende la política lingüística.
En total, las dos convocatorias podrán adjudicar la bonita cantidad de un millón de euros, a distribuir por partes iguales entre las corporaciones públicas y las entidades privadas. Y todo como premio a quien deje de usar el español o castellano. Si no, no hay nada que hacer.
Más de uno se asombrará al saber que esto sucede en la Comunidad Valenciana bajo el gobierno del Partido Popular. ¿Qué ganan los valencianos con estos estímulos a quien excluya la lengua común incluso de la vía pública? ¿Cómo es posible una política que se da de bofetadas con el discurso dominante del partido en otras partes de España?
Hay una máxima no escrita de la política que dice lo siguiente: “primero los propios”. Es evidente que esta política que denuncia Fatás, tan lógicamente sorprendido como yo, intenta agradar a alguien, y quizás seducirle lo suficiente como para obtener su voto. Pero, ¿a quién pretende agradar el PP?: ¿A los nacionalistas valencianos? ¿A los socialistas? ¿Cree que así obtendrá su voto? ¿Pero agradarles al precio de irritar a los propios?
En definitiva, ¡qué forma más torpe y estúpida de indignar a los propios votantes! ¡Qué forma más gratuita y absurda de traicionar el ideario de sus bases!
A veces me da la sensación de que pretendieran perder eternamente las elecciones, tan cómodos se sienten en la oposición.
Permítanme que copie un artículo publicado en el Heraldo de Aragón, el domingo, 5 de abril de 2009.
Un premio contra la lengua, por Guillermo Fatás.
¿Es sensato premiar con dinero público a quien elimine el castellano de la rotulación callejera? En una semana han aparecido dos órdenes en el Diario Oficial de una comunidad autónoma bilingüe por las que su Gobierno anuncia sendas subvenciones a entidades públicas y privadas que rotulen los espacios y documentos de su incumbencia «exclusivamente» en la lengua particular de la comunidad. Si la rotulación se hace también en castellano o español, no se puede optar a la ayuda.
El método busca el fomento de una lengua, pero mediante la anulación de otra, pues se exige que la rotulación sea monolingüe, excluyente, lo que resta, en lugar de sumar.
En la primera de esas órdenes, fechada el 18 de febrero y publicada doce días más tarde, la autoridad quiere recompensar a los ayuntamientos que, a lo largo del año en curso, «promuevan el uso» de la lengua no castellana de diferentes maneras, pero con el denominador común de la anulación del español. Se premiará la rotulación «exclusivamente» monolingüe de todo género de cosas y soportes: «los indicadores urbanos, los indicadores de vías urbanas, la señalización interior y exterior de los edificios municipales y la señalización de caminos», para lo que el Gobierno subvencionará «los gastos de adquisición y de rotulación de los indicadores».
El presupuesto autonómico, pues, se hace cargo de los pagos con la condición de que las señales de dirección, las placas de las calles y los carteles de los edificios oficiales no se hagan en la lengua común de los españoles y oficial en todo nuestro país. Si no queda eliminada, no hay dineros.
La segunda orden, con fecha de una semana más tarde, hace otro tanto para estimular en el mismo empeño a los particulares. Por dicho mandato se anuncian ayudas a quienes rotulen de esa forma excluyente sus toldos, letreros luminosos, vehículos, indicadores, productos, etiquetas, bolsas, papeles de embalaje o cajas. Asimismo puede solicitarse ese dinero público, cumpliendo el mismo requisito, para hacer otro tanto con los documentos internos de la empresa, sean administrativos o técnicos, sus guías y catálogos y sus páginas de Internet. Eso dice la Base Tercera de la convocatoria.
En la Base Octava se especifica cómo se dirimirán las concesiones entre los aspirantes a esos dineros del erario. Una vez llegadas las peticiones, han de baremarse, ordenarse, instruirse y resolverse, por este orden. Se atenderá, primero, a que solo puede elegirse un programa subvencionable por entidad: o rotulación, o denominación de productos, o documentación administrativa, técnica e informática, o guías o catálogos. Se estipula también con claridad que los rótulos tienen preferencia sobre todo lo demás, ya que es de suponer que los ve más gente que, pongamos, un catálogo de productos o un documento interno o de carácter técnico.
Todo este procedimiento se encomienda a un órgano colegiado creado para la ocasión. Se llama Comisión Técnica y está compuesta por dos representantes del Consejo de Cámaras de Comercio, Industria y Navegación de la comunidad, esto es, la corporación oficial de las empresas. Esta comisión informará de 10 que haga al Consejo, quien, a su vez, elevará la propuesta al Departamento de Educación. Este resolverá, finalmente, a quién se le da y cuánto. Una vez que lo haya hecho, el resultado se publicará en el Diario Oficial, según ordena el consejero autonómico de Educación, del cual depende la política lingüística.
En total, las dos convocatorias podrán adjudicar la bonita cantidad de un millón de euros, a distribuir por partes iguales entre las corporaciones públicas y las entidades privadas. Y todo como premio a quien deje de usar el español o castellano. Si no, no hay nada que hacer.
Más de uno se asombrará al saber que esto sucede en la Comunidad Valenciana bajo el gobierno del Partido Popular. ¿Qué ganan los valencianos con estos estímulos a quien excluya la lengua común incluso de la vía pública? ¿Cómo es posible una política que se da de bofetadas con el discurso dominante del partido en otras partes de España?
Hay una máxima no escrita de la política que dice lo siguiente: “primero los propios”. Es evidente que esta política que denuncia Fatás, tan lógicamente sorprendido como yo, intenta agradar a alguien, y quizás seducirle lo suficiente como para obtener su voto. Pero, ¿a quién pretende agradar el PP?: ¿A los nacionalistas valencianos? ¿A los socialistas? ¿Cree que así obtendrá su voto? ¿Pero agradarles al precio de irritar a los propios?
En definitiva, ¡qué forma más torpe y estúpida de indignar a los propios votantes! ¡Qué forma más gratuita y absurda de traicionar el ideario de sus bases!
A veces me da la sensación de que pretendieran perder eternamente las elecciones, tan cómodos se sienten en la oposición.
PD.: La estupidez es casi tan desalentadora como la injusticia. A veces más.
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4 comentarios:
Son los viejos complejos de la derecha española, bueno, de sus dirigentes. Les aterroriza que se les califique de españolistas, ergo franquistas o cosas así. Renuncian a sus ideales, se alejan de su electorado esperando un guiño del progrerío... que jamás llegará.
saludos
¿Son complejos... o directamente estupidez?
La cuota de responsabilidad del PP en lo que está pasando es enorme.
¡Qué pena!
No hay nada que hacer Oroel. Debemos plantearnos hacernos de la CNT o el voto al Partido de la Marihuana, a Brios, o a UPD.
Sinceramente, antes de rendirme a la evidencia, probaré con UPD; me avergüenza el nivel al que hemos llegado.
Te espero en UPD
Apreciado Llanero Solidario:
Leo con interés tus siempre brillantes intervenciones en el Periódico de Aragón.
Oigo muchos comentarios de habituales votantes del PP que se están cuestionando muy seriamente su actitud para estas próximas europeas.
En política el vacío no existe, y me temo que el PP está creando, no acierto a comprender por qué, un vacío tremendo y absurdo. Su patética búsqueda de votos en otros caladeros le está llevando a descuidar lastimosamente los suyos, sin entender que con un discurso sólido y coherente, no sólo conservaría los suyos, sino que atraería muchos más.
A veces llego a pensar que sus estrategas (¿?) son agentes del PSOE infiltrados en sus filas. Porque si no, no se entiende tanta estupidez.
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