Esta misma discusión la tuve yo con uno de estos que me hablaba del derecho de autodeterminación de los pueblos (el derecho a decidir por si mismos).
Y precisamente puse el ejemplo del Valle de Arán.
El problema es que "pueblo" es un concepto difuso y, en muchos caso, subjetivo. Difícilmente se puede legislar en virtud de un concepto tan etéreo.
Cuando lo hacemos, nos ocurren cosas como estas: los araneses dicen que no son catalanes, y, con suerte, tres pueblos del valle de Arán dirán que no se consideran Araneses.
Pasa lo mismo en Baleares. Hay gente que dice que el Mallorquín no es catalán. Quieren que lo que se estudie en su tierra sea el mallorquín. Los catalanistas dicen que esto es una tontería, que lo que se habla en Baleares es catalán.
Pero ¿y el sentimiento de los mallorquines donde queda? Oprimido y sojuzgado por una autoridad superior intervencionista y "centralista".
Esto es lo que pasa cuando tratamos de dividir a la gente según un concepto abstracto como el de "pueblo". ¿Qué es un "pueblo"? ¿dónde empieza uno y acaba el otro? ¿Los araneses a qué pueblo pertenecen?
¿Pertenezco yo al mismo "pueblo", a la misma "identidad nacional" que un pastor del valle de Hecho, cuando tengo mucho más en común con una persona Australiana de mi edad, formación y nivel cultural?
Esta apelación al pueblo tal o al pueblo cual debería ser desterrado definitivamente del vocabulario político. El concepto de pueblo, y más tal como lo emplean los nacionalistas, es muy similar al que usaba el fascismo, y no tiene nada que ver con el concepto anglosajón “people”. Pueblo, para los nacionalistas, es el conjunto que engloba a un colectivo diferenciado, dotado de ciertas características distintas del resto y únicas: algo que identifica a los miembros de la tribu. La raza, la cultura o, mejor aún, la lengua. Y esos rasgos diferenciales justifican diferentes derechos y deberes. No vale la ciudadanía moderna, amparada por un conjunto de normas establecidas de forma democrática. No sirven los derechos y deberes constitucionales de un país democrático, moderno y consolidado. Tienen que ser “otros” derechos y “otros” deberes.
Y no digamos ya cuando el pueblo en su conjunto se erige en titular de derechos, con preeminencia sobre los individuales... El fascismo está servido.
Es tan elástico el concepto, y tan equívoco, que puede justificar una segregación infinita: Cataluña frente a España, el valle de Arán frente a Cataluña... Los nacionalistas necesitan un territorio e identifican todo lo que se encuentra dentro de sus fronteras como “su” pueblo. Pero, ¿y el pueblo gitano? O, ¿son parte del “pueblo” catalán quienes se sienten españoles, quienes votan a Ciudadanos o al PP, quienes critican y se sienten agredidos por las imposiciones lingüísticas?
Hombre, evidentemente, al ser el de "pueblo" un concepto subjetivo y elástico es posible excluir de él a voluntad a todos los que te apetezca.
Todos hemos oido cosas como "no son verdaderos catalanes" y cosas mucho peores.
A MI "pueblo" pertenece el que yo quiero y como es imposible hacer una definición o delimitación exacta, pues no hay forma de discutir.
En la misma discusión citada anteriormente yo alegaba que el concepto de "pueblo" no existe de forma real, si lo hace es en el mismo nivel que la "hermosura" o la "bondad".
Pero, me replicaban. Los pueblos son reales, todo el mundo se siente perteneciente a un pueblo o nacionalidad.
Bueno, pero también muchísima gente cree en Dios y eso en modo alguno demuestra su existencia.
El que todo (o casi) el mundo SIENTA que pertenece a un colectivo superior a sí mismo no quiere decir que ello le de carta de naturaleza política a ese colectivo, ya que los sentimientos son irracionales, libres, cambiantes y no mensurables.
Parece que Carlos Martínez Gorriarán nos haya leido el pensamiento. He aquí un fragmento de su último artículo aparecido en la web de UPD.
...la política no debe caer en sentimentalismo. En efecto, el sentimentalismo, esa plaga herencia del romanticismo –en España no demasiado brillante, todo hay que decirlo, y por eso más afectada por la plaga-, se expresa políticamente en el nacionalismo, y también en los diversos populismos y totalitarismos con los que aquél anda habitualmente entreverado. ¿Quién no ha oído decir mil veces, sobre todo si vive en Cataluña o en el País Vasco, que el nacionalismo es un sentimiento íntimo que no puede comprender quien no lo experimenta? Pues si hemos de dar la razón a esa tesis, la consecuencia inmediata es que tal sentimiento debe ser excluido de la política democrática, necesariamente racionalista porque debe ser comprensible para cualquier mente normal sean cuales sean sus sentimientos. Una política irracional, volcada en los sentimientos de una parte de la población y concebida para satisfacerlos, es cualquier cosa menos democrática, entre otras cosas porque excluye a la parte con unos sentimientos diferentes o que, sencillamente, no pone sus sentimientos, que son privados o para su círculo más íntimo, por delante de sus convicciones, derechos, obligaciones o legítimos intereses. Esta es una de las razones de que la política nacionalista siempre acabe colisionando, tarde o temprano y violentamente o no, con la política democrática."
Es curioso que los que suelen hablar de "pueblo" son los nacionalistas españoles. Y se empeñan en que los demás son los que utilizan esa palabra y/o concepto. Son los que hablan de banderas y se la ponen en la solapa los domingos. Por cierto, lo del catalán en las Baleares no solo lo dicen los catalanes, lo dice el estatuto de las Islas Baleares que creo que fue apoyado por el PP.
Yo sí me pongo la bandera de España en la solapa, un día: el 12 de octubre, día del Pilar y de la Hispanidad. Traje, corbata, cachirulo al cuello y un pin con la bandera de España en la solapa. A celebrar las dos cosas, a la patrona de Zaragoza y la Hispanidad.
Mi nombre es Julio Calvo, español, más joven que mi cuerpo, escéptico, de derechas y sin complejos. Milito en Vox, el único partido que hoy defiende mis ideas. Durante muchos años he mantenido la autoría del blog en el anonimato, pero creo que a estas alturas de la vida ya no hay por qué. La frase que más brota de mis labios últimamente es "¡nos estamos volviendo todos locos!".
“Renuncie todo el mundo a la revolución pacífica, que es una utopía; bendita la guerra.” Francisco Largo Caballero, todavía con estatua en la Castellana.
"Tras décadas de escolarización universal, los ciudadanos de los países desarollados, con Internet, están capacitados para decidir sobre las cuestiones de la actualidad de forma más atinada que sus líderes." David Seaton
“Los mayores enemigos de la libertad no son aquellos que la oprimen, sino los que la ensucian”. Vincenzo Gioberti.
"Alguna vez, hasta el más inteligente se equiboca." Anónimo
"Los padres no son un ejemplo; son una advertencia." Begoña, madre de Mizar.
"La tragedia del siglo XX ha sido no haber podido comenzar experimentando las teorías de Karl Marx con ratas." Stanisław Lem
"Por cada persona que quiere enseñar, hay, aproximadamente, treinta personas que no quieren aprender." Walter C. Sellar, humorista británico
"Si eres lo bastante inteligente para no hacer estupideces, no las hagas." Anónimo
"El secreto de la felicidad es tener gustos sencillos y una mente compleja. El problema es que a menudo la mente es sencilla y los gustos son complejos." Fernando Savater
"El primer humano que insultó a su enemigo en vez de tirarle una piedra fue el fundador de la civilización". Sigmund Freud
"La idiotez es una enfermedad extraordinaria: no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás." Voltaire
"Donde no hay justicia es peligroso tener razón." Quevedo
"No entres donde no puedas salir libremente." Mateo Alemán
"Al perro que tiene dinero se le llama señor perro." Proverbio árabe
"En un país bien gobernado debe inspirar vergüenza la pobreza. En un país mal gobernado debe inspirar vergüenza la riqueza." Confucio
"Es cierto que el poder corrompe. Pero mucho antes de corromper, agilipolla". Oroel
"A Rodríguez Zapatero el poder sólo puede corromperle." Oroel
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"No llego a entender cómo, siendo los niños tan listos, los adultos son tan tontos. Debe ser fruto de la educación." Alejandro Dumas, Jr. (Y eso que no llegó a conocer la LOGSE...)
9 comentarios:
Vaya nivelazo, eh???
Esta misma discusión la tuve yo con uno de estos que me hablaba del derecho de autodeterminación de los pueblos (el derecho a decidir por si mismos).
Y precisamente puse el ejemplo del Valle de Arán.
El problema es que "pueblo" es un concepto difuso y, en muchos caso, subjetivo. Difícilmente se puede legislar en virtud de un concepto tan etéreo.
Cuando lo hacemos, nos ocurren cosas como estas: los araneses dicen que no son catalanes, y, con suerte, tres pueblos del valle de Arán dirán que no se consideran Araneses.
Pasa lo mismo en Baleares. Hay gente que dice que el Mallorquín no es catalán. Quieren que lo que se estudie en su tierra sea el mallorquín. Los catalanistas dicen que esto es una tontería, que lo que se habla en Baleares es catalán.
Pero ¿y el sentimiento de los mallorquines donde queda? Oprimido y sojuzgado por una autoridad superior intervencionista y "centralista".
Esto es lo que pasa cuando tratamos de dividir a la gente según un concepto abstracto como el de "pueblo". ¿Qué es un "pueblo"? ¿dónde empieza uno y acaba el otro? ¿Los araneses a qué pueblo pertenecen?
¿Pertenezco yo al mismo "pueblo", a la misma "identidad nacional" que un pastor del valle de Hecho, cuando tengo mucho más en común con una persona Australiana de mi edad, formación y nivel cultural?
Alejandro:
Esta apelación al pueblo tal o al pueblo cual debería ser desterrado definitivamente del vocabulario político. El concepto de pueblo, y más tal como lo emplean los nacionalistas, es muy similar al que usaba el fascismo, y no tiene nada que ver con el concepto anglosajón “people”. Pueblo, para los nacionalistas, es el conjunto que engloba a un colectivo diferenciado, dotado de ciertas características distintas del resto y únicas: algo que identifica a los miembros de la tribu. La raza, la cultura o, mejor aún, la lengua. Y esos rasgos diferenciales justifican diferentes derechos y deberes. No vale la ciudadanía moderna, amparada por un conjunto de normas establecidas de forma democrática. No sirven los derechos y deberes constitucionales de un país democrático, moderno y consolidado. Tienen que ser “otros” derechos y “otros” deberes.
Y no digamos ya cuando el pueblo en su conjunto se erige en titular de derechos, con preeminencia sobre los individuales... El fascismo está servido.
Es tan elástico el concepto, y tan equívoco, que puede justificar una segregación infinita: Cataluña frente a España, el valle de Arán frente a Cataluña... Los nacionalistas necesitan un territorio e identifican todo lo que se encuentra dentro de sus fronteras como “su” pueblo. Pero, ¿y el pueblo gitano? O, ¿son parte del “pueblo” catalán quienes se sienten españoles, quienes votan a Ciudadanos o al PP, quienes critican y se sienten agredidos por las imposiciones lingüísticas?
Hombre, evidentemente, al ser el de "pueblo" un concepto subjetivo y elástico es posible excluir de él a voluntad a todos los que te apetezca.
Todos hemos oido cosas como "no son verdaderos catalanes" y cosas mucho peores.
A MI "pueblo" pertenece el que yo quiero y como es imposible hacer una definición o delimitación exacta, pues no hay forma de discutir.
En la misma discusión citada anteriormente yo alegaba que el concepto de "pueblo" no existe de forma real, si lo hace es en el mismo nivel que la "hermosura" o la "bondad".
Pero, me replicaban. Los pueblos son reales, todo el mundo se siente perteneciente a un pueblo o nacionalidad.
Bueno, pero también muchísima gente cree en Dios y eso en modo alguno demuestra su existencia.
El que todo (o casi) el mundo SIENTA que pertenece a un colectivo superior a sí mismo no quiere decir que ello le de carta de naturaleza política a ese colectivo, ya que los sentimientos son irracionales, libres, cambiantes y no mensurables.
Parece que Carlos Martínez Gorriarán nos haya leido el pensamiento. He aquí un fragmento de su último artículo aparecido en la web de UPD.
...la política no debe caer en sentimentalismo. En efecto, el sentimentalismo, esa plaga herencia del romanticismo –en España no demasiado brillante, todo hay que decirlo, y por eso más afectada por la plaga-, se expresa políticamente en el nacionalismo, y también en los diversos populismos y totalitarismos con los que aquél anda habitualmente entreverado. ¿Quién no ha oído decir mil veces, sobre todo si vive en Cataluña o en el País Vasco, que el nacionalismo es un sentimiento íntimo que no puede comprender quien no lo experimenta? Pues si hemos de dar la razón a esa tesis, la consecuencia inmediata es que tal sentimiento debe ser excluido de la política democrática, necesariamente racionalista porque debe ser comprensible para cualquier mente normal sean cuales sean sus sentimientos. Una política irracional, volcada en los sentimientos de una parte de la población y concebida para satisfacerlos, es cualquier cosa menos democrática, entre otras cosas porque excluye a la parte con unos sentimientos diferentes o que, sencillamente, no pone sus sentimientos, que son privados o para su círculo más íntimo, por delante de sus convicciones, derechos, obligaciones o legítimos intereses. Esta es una de las razones de que la política nacionalista siempre acabe colisionando, tarde o temprano y violentamente o no, con la política democrática."
A Alejandro:
Brillante, ciertamente.
Es curioso que los que suelen hablar de "pueblo" son los nacionalistas españoles. Y se empeñan en que los demás son los que utilizan esa palabra y/o concepto. Son los que hablan de banderas y se la ponen en la solapa los domingos.
Por cierto, lo del catalán en las Baleares no solo lo dicen los catalanes, lo dice el estatuto de las Islas Baleares que creo que fue apoyado por el PP.
Pues serás tú el que te pones banderas en la solapa.
Yo no lo he hecho nunca, desde luego.
A Alejandro y a la Voz de la Conciencia:
Yo sí me pongo la bandera de España en la solapa, un día: el 12 de octubre, día del Pilar y de la Hispanidad. Traje, corbata, cachirulo al cuello y un pin con la bandera de España en la solapa. A celebrar las dos cosas, a la patrona de Zaragoza y la Hispanidad.
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