Una novela imprescindible

Nuestros políticos deberían ser personas leídas. No sé si a nivel nacional lo son, pero estoy absolutamente convencido de que a nivel autonómico -y me refiero a Aragón- no.

Junto a algún concejal del ayuntamiento de Zaragoza que no sólo lee libros sino que los escribe, también me atrevería a citar alguno que muy posiblemente no ha leído ni uno en su vida. Y gente así no debería estar en política. Debe ser exigible cierto nivel si hemos de delegar en ellos nuestra representación política.

En la tercera de ABC de hoy, Juan Pablo Fusi nos habla de la literatura generada por la Gran Depresión. Y entre los títulos que cita, nombra “Las uvas de la ira” de John Steinbeck, una novela durísima, que me impactó en su momento y que debería ser de lectura imprescindible para cualquiera que quiera dedicarse a la política. De la misma forma que en Estados Unidos los altos cargos son sometidos a un severo escrutinio, aquí deberíamos hacer algo similar. Y entre las pruebas a superar yo incluiría la lectura de esa novela, y quizás de alguna otra (“Los miserables” de Victor Hugo, quizás), como garantía -aunque sólo teórica- de humanidad y sensibilidad con los desvalidos.

Los escritores, y ahora los cineastas, deberían ser quienes remuevan la conciencia de la sociedad. Y mientras los de ahora, vendidos al establishment y amarrados a la subvención, despiertan y deciden si su dependencia económica es compatible con su conciencia, podemos echar mano de los clásicos para saber que lo que nos aguarda puede no ser muy diferente de lo que ya pasó.

No exagero: hace poco más de un año en una población cercana a Zaragoza se desmanteló un campamento de inmigrantes de forma casi idéntica a como se narra en “Las uvas de la ira”, con ochenta años de diferencia. La angustia de las víctimas debió ser la misma.

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