viernes, febrero 13, 2009

Una analogía

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Especialmente dedicado a la Voz de la Conciencia
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IGNACIO CAMACHO
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Viernes, 13-02-09
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IMAGINEN un bronco partido de fútbol entre el Barcelona y el Real Madrid en el que el árbitro pitase dos penalties a favor del Barça, anulase un gol al Madrid y le expulsara un par de jugadores. Y que al día siguiente la prensa descubriese que el colegiado había compartido en vísperas del encuentro cena y montería con el presidente barcelonés, los dos ayudantes de línea, un importante dirigente federativo y el delegado del campo; todos ellos en alegre y jocunda confraternidad. Imaginen que se arma un escándalo de aquí te espero; los madridistas recusan al trencilla, piden la repetición del partido y rompen relaciones con la Federación, acusándola de conspirar contra sus intereses a favor del adversario.
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Sigan imaginando que los personajes cuestionados declaran que sólo hablaron «del hecho cinegético», que en ningún momento se comentó nada del inmediato partido, que es una canallada dudar de su profesionalidad e imparcialidad y que lo que tiene que hacer el Madrid es atender a las causas de su derrota, no cometer penalties y dar menos patadas. En la siguiente jornada, el árbitro es designado para pitar de nuevo al equipo que le ha denunciado, al que vuelve a sancionar con un penalty mientras los organismos de supervisión se toman con máxima calma la denuncia recusatoria y confirman la correspondiente sanción a los futbolistas expulsados.
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Sin salir del ámbito de la imaginación, examinen la reacción de la opinión pública. Los aficionados del Madrid cierran filas con el equipo y demandan la retirada de la competición. Los culés y el amplio sector antimadridista nacional deploran el victimismo del club, le acusan de conducta antideportiva y le recuerdan que los penalties fueron claros, las expulsiones justas y el gol anulado ilegal. Para los primeros, la reunión de vísperas fue un contubernio malicioso que invalida la imparcialidad del árbitro, vicia de sospecha sus decisiones y cuestiona de raíz el resultado. Para los segundos, se trata de un asunto por completo marginal al que se aferran los perdedores para tender una cortina de humo. Sólo un pequeño sector no alineado considera que, aunque el marcador fue justo y las infracciones sancionadas evidentes, la reunión previa del árbitro con uno de los bandos y con directivos de la Federación envenena de sospecha su actuación, constituye una manifiesta falta de respeto a las formas y ofrece indicios serios de connivencia que enturbian el espíritu del juego limpio.
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Ahora dejen de imaginar, enciendan la televisión y abran los periódicos del día. Si encuentran alguna remota analogía política o judicial con este hipotético caso resultará absolutamente casual. Porque resulta inimaginable que cosas así sucedieran en el ámbito de un Estado de Derecho... ¿no?
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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay que ser muy sectario para defender todo lo que haga el Partido, sea lo que sea. No importa el poder judicial, no importan ni siquiera las apariencias democráticas, lo verdaderamente importante es que hagan lo que hagan los compañeros Populares todo quede tapado y bien tapado. Y si podemos intentar manchar a alguien más, miel sobre hojuelas. Cuando gobernamos hacemos lo que nos da la gana y cuando no gobernamos nos indigna que los demás no sean como nosotros.

Anónimo dijo...

La Voz de la Conciencia

No se porque en ese supuesto deportivo-político se obvia un dato. Imaginense ustedes que esa cena y cacería la ha organizado, nada mas y nada menos, que un socio del Real Madrid, que todo sea dicho de paso, no se encuentra en su mejor forma.

Oroel dijo...

Al primer anónimo:

Debo transcribir un par de párrafos de un artículo anterior.

"Voy a dejarlo claro desde el principio: contra la corrupción, tolerancia cero. Cualquier atisbo de corrupción, por pequeño que sea, es demasiado. Y por tanto, intolerable.

Creo, sin más explicaciones ni argumentos, en la posibilidad de que sobre todos los encausados haya pruebas fehacientes de corrupción. Es humano y además inherente al poder. Corrompe, ya se sabe. Si son culpables, caña con ellos. No siento ningún tipo de corporativismo por ellos porque digan compartir una ideología, que es la mía. Seguramente su ideología no sea más que un disfraz para lograr sus propósitos, que sin duda no son el logro del bien común, sino del suyo propio. Si son culpables, por supuesto. Respetémosles de momento esa ficción de la presunción de inocencia. Aunque a nadie se encausa si no es presunto culpable. Pero, en definitiva, por encima de la ideología están los principios. Nada de corporativismo ideológico por tanto".

He tratado de dejar bien claro mi compromiso contra la corrpción, venga de donde venga.

Oroel dijo...

A la Voz de la Conciencia:

Quien haya organizado la cacería es irrelevante. Un juez celoso de su independencia debería haber declinado su asistencia una vez comprobada la presencia del ministro. Y ya no digo si además coinciden una fiscal de la Audiencia y un comisario de la Policía Judicial.

Pero además, según otros medios, quien cursó las invitaciones fue el propio Garzón.

Y el juez y el ministro volvieron a coincidir en otra cacería el 24 de enero. Muchas coincidencias.

Habrás visto el siguiente artículo mío, donde tomo una cita del blog de Natalia Pastor. Un juez que con toda evidencia se aprovecha de su posición para llevar a cabo sus venganzas personales y favorecer, como ahora, a sus correligionarios, hace años que debería estar apartado de la carrera judicial. Por inicuo y sectario.

Anónimo dijo...

La Voz de la Conciencia (y con esto cierro el tema por mi parte)

La invitación lo cursó el Sr. Bartolomé Molina (militante del PP) de su propia boca (puedes buscar las gravaciones de la SER).
Pero, claro, eso lo consideras irrelevante.
Por cierto, una anécdota. ¿Estas comprometido con la corrupción?. Pensaba que estabas comprometrido con la lucha contra la corrupción. Eres funcionario, ¿no?. Ja, ja, ja, ja.

Oroel dijo...

A la Voz de la Conciencia:

Recuerdo una actuación de Les Luthiers en que acababan su intervención totalmente serios y circunspectos, dicendo: "Nos despedimos de ustedes sin comprender... de qué se ríen".

Pues lo mismo.


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