De vez en cuando también pretendo que este blog colabore con una buena causa. Hoy quiero que sea un servicio público.
En este caso, obligar a que Juan Alberto Belloch, nuestro ubérrimo alcalde, deje de levitar, esto es, caminar a un palmo del suelo (a un palmo en los días buenos; en los que anda desatado es mejor que se mantenga bajo techo).
Nos quieren meter el tranvía por Zaragoza. El hombre, Juan Alberto, se ha empeñado. Y cuando se empeña es peligroso.
Se empeñó con el azud en el Ebro y ya llevamos gastados cincuenta millones de euros. El resultado es conocido: no se han atrevido a subir la lámina de agua por si se les inundan los garajes a los vecinos, lo que ya sería la puntilla para la credibilidad del alcalde. Al no subir la cota de agua ha habido que rebajar la solera del Puente de Piedra, un monumento protegido, aunque no tanto como para librarse de los superiores e insoslayables caprichos de Juan Alberto. La lámina de agua embalsada no llega a donde estaba previsto que llegara, lo que ha obligado a dragar un canal de navegación. El agua, como se esperaba, se ha metido por el canal. Pero nadie había previsto que hay un malhadado principio, llamado de Bernoullí, que ha hecho que el agua que circula por ese canal incremente notablemente su velocidad. Los barcos, que iban a ser una preciosidad, caros y ecológicos, impulsados por energía solar, no tienen potencia para vencer la velocidad de la corriente. Ha habido que ponerles un vulgar motor fuera borda, impulsado con gasolina. Los barcos han pasado a ser caros, porque siguen con su inútil sistema de propulsión solar, pero no ecológicos. Por supuesto, apenas viaja nadie en esos barcos, por lo que el servicio es altamente deficitario. Aquello que parecía ser un clamorosa demanda ciudadana ha resultado no interesar a nadie. Y, finalmente, al derivarse toda el agua por ese estrecho canal, el resto del cauce del Ebro, aguas arriba del azud, parece una inmensa gravera al aire libre. Ha quedado precioso.
Esos son los caprichos de Juan Alberto.
Y ahora el tranvía.
Zaragoza tiene amplias avenidas perimetrales y barrios suficientemente alejados del centro como para poderlos comunicar con tranvía, sin afecciones para el tráfico rodado. Pero no: lo van a meter por el centro, por las avenidas más saturadas y por calles céntricas y estrechas, ahora ya atestadas de tráfico, que tendrá que ser cortado y desviado. Y en el plazo de tres años, cuando se compruebe que es inviable, habrá que levantarlo.
Pero Juan Alberto está empeñado, y teniendo en cuenta que esto ha dejado en la práctica de ser una democracia para ser un pequeño señorío medieval, donde es la voluntad del señor la que se impone a los súbditos, y no la de los ciudadanos libres la que prevalece, el tranvía se hará.
Salvo que haya un clamor en contra. Y yo quiero colaborar a que haya ese clamor. He aquí un enlace donde se puede firmar en contra del tranvía.
Contra el tranvía por el centro de Zaragoza
Animo a todos a firmarlo y a difundirlo. Hay que poner coto a las estupideces del alcalde, antes de que termine por arruinarnos.
Nos quieren meter el tranvía por Zaragoza. El hombre, Juan Alberto, se ha empeñado. Y cuando se empeña es peligroso.
Se empeñó con el azud en el Ebro y ya llevamos gastados cincuenta millones de euros. El resultado es conocido: no se han atrevido a subir la lámina de agua por si se les inundan los garajes a los vecinos, lo que ya sería la puntilla para la credibilidad del alcalde. Al no subir la cota de agua ha habido que rebajar la solera del Puente de Piedra, un monumento protegido, aunque no tanto como para librarse de los superiores e insoslayables caprichos de Juan Alberto. La lámina de agua embalsada no llega a donde estaba previsto que llegara, lo que ha obligado a dragar un canal de navegación. El agua, como se esperaba, se ha metido por el canal. Pero nadie había previsto que hay un malhadado principio, llamado de Bernoullí, que ha hecho que el agua que circula por ese canal incremente notablemente su velocidad. Los barcos, que iban a ser una preciosidad, caros y ecológicos, impulsados por energía solar, no tienen potencia para vencer la velocidad de la corriente. Ha habido que ponerles un vulgar motor fuera borda, impulsado con gasolina. Los barcos han pasado a ser caros, porque siguen con su inútil sistema de propulsión solar, pero no ecológicos. Por supuesto, apenas viaja nadie en esos barcos, por lo que el servicio es altamente deficitario. Aquello que parecía ser un clamorosa demanda ciudadana ha resultado no interesar a nadie. Y, finalmente, al derivarse toda el agua por ese estrecho canal, el resto del cauce del Ebro, aguas arriba del azud, parece una inmensa gravera al aire libre. Ha quedado precioso.
Esos son los caprichos de Juan Alberto.
Y ahora el tranvía.
Zaragoza tiene amplias avenidas perimetrales y barrios suficientemente alejados del centro como para poderlos comunicar con tranvía, sin afecciones para el tráfico rodado. Pero no: lo van a meter por el centro, por las avenidas más saturadas y por calles céntricas y estrechas, ahora ya atestadas de tráfico, que tendrá que ser cortado y desviado. Y en el plazo de tres años, cuando se compruebe que es inviable, habrá que levantarlo.
Pero Juan Alberto está empeñado, y teniendo en cuenta que esto ha dejado en la práctica de ser una democracia para ser un pequeño señorío medieval, donde es la voluntad del señor la que se impone a los súbditos, y no la de los ciudadanos libres la que prevalece, el tranvía se hará.
Salvo que haya un clamor en contra. Y yo quiero colaborar a que haya ese clamor. He aquí un enlace donde se puede firmar en contra del tranvía.
Contra el tranvía por el centro de Zaragoza
Animo a todos a firmarlo y a difundirlo. Hay que poner coto a las estupideces del alcalde, antes de que termine por arruinarnos.
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Addenda: Observo que el enlace de petición está deshabilitado. Lo siento. Espero que vuelva a activarse o que se ponga en marcha otra iniciativa similar.
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6 comentarios:
Si señor, libertad es esto que les permite decir tantas tonterias a Grupos como S.A. o como a usted.
Este proyecto del tranvía por el centro de la ciudad es de locos. Creo que el alcalde no candidatable debería vivir en la realidad cotidiana de las calles de la ciudad, pero viajar en coche oficial saltándose el límite de velocidad por la autovía de Huesca debe atrofiar los sentidos aunque no la capacidad de ingestión de líquidos.
Al amable anónimo:
¿Y podrías pormenorizar, aunque fuera un poquito, qué tonterias he dicho? Por contrastar opiniones, más que nada.
Y sí, yo dispongo de libertad para decir tonterías. Pero algunos, como Belloch, tienen además la libertad de hacerlas... a nuestra costa.
Tus palabras estan cargadas de posturas politicas por el modo de tratar al alcalde. Aunque es una decisión politica el poner o no tranvia existe un respaldo tecnico para inclinarse a una postura u otra.
El kilometro de via en tunel (metro)es cinco veces superior al kilometro de via en superficie. Este es una dato puramente tecnico. No es creible lo que ha dicho la plataforma antitranvia que el metro es 26% mas caro. Sin ser tecnico es obvio que no es creible.
Soy de la opinión que el centro de Zaragoza debe ser solo para transporte publico, transporte comercial y residentes (solo acceso a su finca), y siendo asi el tranvia es la mejor opción para llegar al centro. Repito: es mas problema tecnico que politico.
En cualquier caso esta muy bien que se discutan todas las cosas y se pongan todas las opniones intentando separar los elemtos ideológicos de los tecnicos.
Claro que mis palabras están cargadas de contenido político, básicamente porque la política del alcalde no me gusta.
Pero perdona que discrepe de ti. Si todo el respaldo técnico que puedes esgrimir es el de la diferencia de precio, me parece una argumentación muy endeble. Por supuesto que el metro es mucho más caro que el tranvía.
Respecto a tu opinión de que el centro deba restringirse al tráfico, es sólo eso: una opinión. Ese no es un respaldo técnico.
Pero no sólo existen las alternativas de metro o tranvía. También existe la posibilidad de incrementar las plazas de aparcamiento que evitan buena parte del tráfico que generan los coches que dan vueltas buscando aparcamiento. Y especialmente, la posibilidad de incrementar la flota de autobuses. Sabrás que el número de autobuses que hay ahora en Zaragoza no llega a cuatrocientos y que con el coste del tranvía se podrían comparar mil más, eléctricos o con biocombustibles. Eso no es ideología. Es una cuestión de costes y alternativas, mucho más baratas y mejores que la del tranvía. El tranvía no es más que un autobús articulado y rígido, mucho menos versátil que los que tenemos en la actualidad.
Básicamente el tranvía apenas va a resolver ningún problema, y va a generar muchos.
Yo no soy de derechas sino votante del partido socialista y lo del tranvía me parece una verdadera locura y un sinsentido.
Deberían o incrementar los autobuses o pactar entre todos los grupos políticos hacer unas líneas de metro que unan la periferia con el centro.
¿No se puede hacer nada para paralizar esto? ¿Alguna manifestación o algo?
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