martes, septiembre 23, 2008

El Pacto de Estella

El pasado 12 de septiembre se cumplía el décimo aniversario de la llamada Declaración de Lizarra (en la localidad navarra de Estella), consecuencia del pacto entre el PNV, EA y ETA para “construir Euskal Herria”. Recordemos que aquella Declaración también fue firmada por IU. Un acontecimiento histórico sin el que no se pueden entender muchas de las cosas que han pasado en estos últimos años.

El pacto secreto de ETA con PNV y EA para 'construir Euskal Herria'

Los antecedentes se remontan mucho tiempo atrás, pero no merece la pena ir más lejos. Quedémonos en el inicio de la Transición:

¿Qué negociaron UCD y el PNV en La Moncloa?

Y las consecuencias se han prolongado hasta ahora mismo:

La papeleta de Ibarretxe

No haría falta, por tanto, remontarse a la Guerra Civil y a la rendición del Gobierno Vasco a las tropas italianas para concluir que la característica esencial del nacionalismo vasco ha sido siempre su deslealtad y su falta de palabra. Su trayectoria durante la democracia es suficientemente expresiva.

A la vista de ello, se pregunta Luis María Ansón en su artículo de El Mundo algunas cuestiones importantísimas: ¿por qué el Gobierno no pide cuentas a Ibarreche de sus pactos subterráneos?; ¿por qué no denuncia ante la opinión pública una maniobra de carácter netamente anticonstitucional?; ¿cómo se encuadra el proceso de rendición de Zapatero en la anterior legislatura dentro del acuerdo Eta-PNV para construir una Euskalherría independiente de España?; ¿sigue el lendakari en su política de aspavientos y de entendimiento bajo cuerda con Eta?; ¿se ha terminado realmente la negociación política del Gobierno Zapatero con la banda terrorista o estamos en un compás de espera para reanudar el proceso de construcción de Euskalherría?; ¿qué instituciones internacionales, qué agentes nacionales o extranjeros prosiguen enmascaradamente la política torticera que se esconde bajo la Declaración de Lizarra y la posterior negociación, con actas por medio, de Zapatero con los terroristas?

Y añado yo: ¿no sería importante, casi imprescindible, tener respuesta a todas esas preguntas?

De momento, insisto en lo de siempre: no se puede seguir negociando con los nacionalistas desde la base del statu quo anterior, como si ese fuera un terreno conquistado que ya no se discute. Al nacionalismo vasco hay que ponerle sobre la mesa, la próxima vez que presente una exigencia, la revisión del cupo vasco. Y posiblemente haya que hacerlo sin que medien ya exigencias por su parte, para que no se pueda entender ni como chantaje ni como venganza. La eliminación del cupo vasco sería realmente un acto de estricta justicia. La Historia no puede justificar la pervivencia de privilegios antidemocráticos.


Y, por supuesto, la reforma de la Ley Electoral.
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