miércoles, mayo 28, 2008

¿Qué hacemos con los nacionalismos?


Me ha parecido sorprendente esta coincidencia, la de José María Carrascal en ABC y de Fernando Savater en El País, ambos el mismo día.

José María Carracal:
“Bailando con los coyotes”

“Pero a estas alturas sabemos que las concesiones no sirven con ellos. Al revés, en vez de incorporarlos a la pluralidad nacional, las usan para descerrajarla, como están haciendo con esos nuevos estatutos, que en vez de integrarlos a la realidad española, intentan consagrar la desigualdad económica y legal de los españoles. Se acabaron por tanto los privilegios”.

Fernando Savater:
“Regreso al futuro”

Da un largo rodeo -interesante en cualquier caso- antes de entrar en materia. Pueden leer los cuatro últimos párrafos, a continuación de “Pero en España, la "tenaza" que aprisiona a los pragmáticos...”

“Pues bien, hay que dejar claro que el final del terrorismo y de la imposición nacionalista debe culminar en menos nacionalismo, no en más y más obligatorio que antes. Sería bueno que en lugar de seguir prometiendo a los nacionalistas más autogobierno y más construcción de nacionalidad, aunque sea dentro de la Constitución, se les empezara a indicar -a ellos y sobre todo al resto de los ciudadanos- esa elemental verdad futura”.

Esta es la inmensa corriente submarina que hoy recorre la sociedad española, y de la que los dos grandes partidos todavía no se han dado cuenta, empeñados a estas alturas en reformas estatutarias que le importan una higa a la gente, y que cuando aflore a la superficie se los llevará a ellos por delante, por no haberla sabido intuir, a los nacionalistas y a buena parte de las competencias autonómicas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ojalá desaparezcan las autonosuyas. Ya está bien de vividores.

Anónimo dijo...

Sobre este tema he tenido la oportunidad de reflexionar estos últimos días.

He asistido a unas jornadas de explicación de la nueva FP en Aragón, ya que la LOE está a punto de entrar en vigor.

Por resumir y no enrollarme, la admón central propone un 55% del currículo de los Títulos de FP (los contenidos, para los profanos) siendo competencia de las diferentes autonomías realizar el 45% restante.

Cada uno de los Títulos (especialidades) de FP cuesta más de 6 meses de reuniones, revisiones, comisiones,... antes de ver la luz. Hay unos 92 títulos de FP previstos. Multiplíquenlo por 15 autonomías. El trabajo es ingente.

Mi pregunta es, ¿tantas diferencias hay entre las autonomías como para que haya que sacar una Orden específica para cada Título en cada autonomía?

Se preguntó sobre ello (concretamente sobre si al final las Ordenes autonómicas eran sustancialmente diferentes entre sí) a la Jefa de Unidad de FP. Contestó que no, que al final básicamente eran todas iguales.

¿Para qué entonces tantas horas de trabajo desperdiciadas -nos preguntábamos muchos-?

Y lo peor es que no son totalmente iguales, normalmente son idénticas en lo sustancial pero lo suficientemente diferentes (hay que conservar las "identidades" regionales) en las formas, denominaciones, etc... como para que encima resulte engorroso trabajar entre comunidades.

Siento el rollo, pero me pareció muy sintomático.

Daniel Terrasa dijo...

Ahora es muy difícil dar pasos atrás. Los naZionalismos se han hecho muy fuertes y además conocen muy bien cómo sacar tajada de los fallos de nuestra democracia imperfecta.

Saludos

Oroel dijo...

Estimado Alejandro:

Al hilo de tu comentario, hace tiempo me contó un conocido que como consecuencia de las exigencias comunitarias hubo que montar en cada país europeo unos complejos sistemas de transmisión de datos sobre una parcela concreta de la economía que no viene al caso detallar. Se trataba de altas, bajas, licencias, modificaciones de datos y comunicaciones entre administraciones con un volumen de intercambio de miles de datos diarios en cada país.

En España se arbitró un sistema descentralizado, con un programa a nivel central y otro en cada una de las autonomías, con un protocolo común de comunicaciones, pero cada uno de ellos diferente del resto. Es decir, en España hicimos dieciocho programas informáticos distintos, con sus inevitables problemas de coordinación que ha habido que ir subsanando sobre la marcha.

En esa misma parcela de la economía, el volumen de datos que genera Francia quintuplica por lo menos los que genera España. Pero a los franceses les ha bastado un solo programa, sin los problemas de coordinación que hemos padecido en España.

Yo pregunto, ¿en qué medida esa multiplicación de gasto ha repercutido en un mayor grado de libertad de los españoles, en una profundización de la democracia o en una mayor satisfacción de las necesidades ciudadanas? Obviamente en nada. Pues si no sirve para nada, sino para incrementar el gasto, es claro que esa transferencia concreta debiera ser reconsiderada. Esa transferencia, como tantas otras, ha sido un error de nuestra generación que no debiéramos transmitir a la siguiente, sino que debiéramos resolver a la mayor rapidez.

Yo propongo que esa reconsideración profunda de nuestros errores de los últimos treinta años forme parte prioritaria de la agenda política del futuro inmediato. Por simple supervivencia económica. Porque nuestro modelo es insostenible… y estúpido.


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