La Administración cerca; el Poder lejos.
Sepa que, como norma básica, se debe impedir que el administrador vea la cara al administrado. Se evitará así, mi estimado español, que este vea a un pariente o amigo al que le resultará difícil no beneficiar.
Luzlandés: de San Juan de Luz, en las Landas francesas (si no me equivoco).
Falacia
Mi estimado español. Reparad en una falacia más con la que se os viene engañando una y otra vez. Por supuesto, se os engaña porque vuestro pueblo y vos mismo sois dados a vivir del cuento. Os estimáis poco, señor, y concedéis crédito a todo aquel que dice preocuparse por vosotros. Tal parece que ser objeto de la mentira os tiene sin cuidado. Pues bien, señor, comprenderéis que a mí, luzlandés, aún me afecte menos, si bien, las consecuencias de estas acciones me afectan directamente y de modo doloroso en ocasiones.
La gran patraña es esta: la descentralización autonómica permite acercar la administración estatal al ciudadano.
Verá, mi sufrido español. Una cosa es acercar la ventanilla al ciudadano al que se ofrecen servicios estatales y otra cosa, muy distinta es aproximarle los centros de decisión. El Estado, por definición, es una decisión única, una voluntad de marcha en común, un acuerdo de todos sobre las normas generales de convivencia. Multiplicar los centros de decisión es quebrar, trocear al Estado y no digamos si se transfiere la capacidad legislativa. Un Estado así, señor, desaparece en poco tiempo, se diluye en las autonomías. Muere. Es lo que le sucede, español, a vuestro Estado que fenece poco a poco y huele ya a descomposición. ¿Qué administración de un Estado moribundo se acerca, pues?
Por lo mismo, se descomponen, señor, vuestros partidos, que hoy son más partidos que nunca, al no existir ya política nacional porque no hay nación. Excepcionalmente, denominaciones de antaño se mantienen aún y nos sorprenden como un edificio en pie tras un bombardeo arrasador, Radio Nacional de España, por ejemplo. ¿Dudáis acaso de que no sea denominada Radio Estatal de España? Aguardad y os ganaré la apuesta.
Pero hay más, señor, no solo es que no se acerca la administración del Estado inexistente ya. Es que el peligro de corrupción se acrecienta en la medida en que el poder del Estado se transfiere, señor. Sepa que, como norma básica, se debe impedir que el administrador vea la cara al administrado. Se evitará así, mi estimado español, que este vea a un pariente o amigo al que le resultará difícil no beneficiar. ¿Dudáis de lo que digo?
José Fco. Luz Gómez de Travecedo. Médico.
Publicado en el Diario de Teruel. 9 de marzo de 2010
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1 comentario:
Suscribo desde la primera a la última letra.
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