No deja de resultar paradójico que bajo un régimen autoritario y fuertemente centralizado como fue el franquismo, las regiones españolas menos identificadas con la idea de España como patria común, fueran las que alcanzaran mayores niveles de bienestar, mientras que la descentralización política y administrativa del nuevo sistema democrático les esté haciendo retroceder en sus niveles comparativos de bienestar.
Lo que vendría a demostrar, especialmente desde la publicación de último número Cuadernos de Información Económica de Pablo Alcaide, que no les conviene seguir por la senda de la descentralización y, posiblemente menos aún, por la de la secesión. Al menos si quieren gozar de mayores niveles de bienestar económico.
Por primera vez desde que existen estadísticas fiables en España, el PIB de Madrid (211.000 millones de euros en 2009) ha superado al de Cataluña (210.000 millones de euros en 2009), dato que es muchísimo más significativo si tenemos en cuenta que esta comunidad cuenta con un millón de habitantes más que Madrid.
Por ejemplo, la diferencia en la renta regional bruta por habitante, medida en paridad de compra, es todavía más reveladora. Los habitantes de Madrid tienen un 133,45% del poder de compra, por encima de la media española, mientras que los catalanes sólo tienen el 108,02%. Más importante: estos últimos estaban en el 117% hace diez años, lo que supone que han retrocedido 10 puntos. Los vascos tienen el 128,70%.
Sí que es cierto que la crisis se ha cebado especialmente en las comunidades con una mayor vocación industrial frente a aquellas especializadas en el sector servicios y con una economía más diversificada. No obstante, el ejemplo del País Vasco desmentiría o matizaría esta afirmación. En el caso de Cataluña han de concurrir necesariamente otros factores, quizás las trabas lingüísticas o los gastos absurdos en que se ha embarcado la Generalitat, subvencionando actividades pancatalanistas en el exterior o financiando estudios innecesarios de clara inspiración clientelar.
Todo ello, cuando Madrid es la comunidad que más fondos aporta al Estado.
Frente a la excusa del enemigo exterior que siempre enarbola el nacionalismo, habrá que empezar a aceptar que el verdadero enemigo del desarrollo suele estar dentro. El socialismo, que es el que lleva gobernando en Cataluña en las últimas legislaturas se ha revelado incapaz de sacar adelante las comunidades del sur de España donde lleva décadas instalado. Y en Cataluña, donde ha devenido en un socialismo nacionalista, de siniestras reminiscencias y laminando derechos, como corresponde, está haciendo retroceder las libertades y la economía. Es su impronta, agravada en este caso por su contaminación nacionalista.
Y es que decididamente, el nacionalismo es un mal negocio. Y aliado o asumido por el socialismo, puede ser catastrófico.
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1 comentario:
Y nosotros de la mano...
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