domingo, mayo 17, 2009

Mentira electoral

En este país extraño, que desafía el sentido común, hasta las leyes permiten que a los electores se les mienta ocultándoles todos los candidatos a los que van a votar si depositan su papeleta en la urna.

Hace ya unos años, en una de las elecciones europeas el PAR concurría coaligado con el PNV y no sé si con alguien más. El PAR siempre ha tenido mucha facilidad para pactar con casi todo el espectro político, salvo ahora en que no concurre a las elecciones europeas porque no encuentra, dice, ningún socio que le resulte convincente. El PAR está cayendo en la singularidad de no poderse comparar ni homologarse con nadie: algo que ya imaginábamos. En aquellas papeletas, las que se ofrecían en las mesas de los colegios electorales a los aragoneses, sólo parecían los nombres de los candidatos aragonesistas. Quien votaba al PAR ignoraba que pudiera estar votando al PNV. Un fraude.

El PSOE en Cataluña va a hacer lo mismo. En las papeletas socialistas al Parlamento Europeo sólo van a aparecer los nombres de los socialistas catalanes, ocultando nombres tan significados y tan queridos en Cataluña, como el de Magdalena Álvarez. Sólo se hace una excepción: aparece el nombre del cabeza de lista: Juan Fernando López Aguilar, aunque no es catalán. Además de la exministra desaparecen de la lista los nombres de Ramón Jáuregui o Carmen Romero.

Tocomocho electoral
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Este el PSOE.

Pero no hace falta irnos muy lejos. En Aragón, la Chunta se presenta formando parte de una gran coalición electoral: ERC, BNG, Aralar, Los Verdes, Eusko Alkartasuna, Chunta Aragonesista y Entesa per Mallorca. Al parecer, en la papeleta de la Chunta también se ocultarán pudorosamente los nombres de los candidatos de todos esos partidos coaligados para que el votante chuntero no llegue a saber, salvo que esté bien informado, que con su voto está apoyando a Esquerra Republicana de Catalunya, al Bloque Nacionalista Galego o a Aralar, entre otros.

En España queda mucha tarea pendiente y muchas cosas por hacer. Pero lo más lamentable es que entre las más urgentes figura la demolición de la mayor parte de esta gran mentira sobre la que hemos construido nuestra vida pública.


Una democracia que acepta estos fraudes antiestéticos e insultantes hacia el electorado está indudablemente enferma.


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