Y si no está muerta, está herida de muerte o en coma.
No es posible que un país con vida no salte, se agite o convulsione ante la demostración de que todo lo que se ha juzgado y concluido en torno al atentado del 11-M (casi doscientos muertos) ha sido una inmensa farsa.
Un informe químico concluye que el 11-M explotó Titadyn
La opinión de Pedro J. Ramírez. 11 de mayo de 2009
El “Informe Iglesias” (I)
El “Informe Iglesias” (y II)
No es normal que no haya un clamor popular entre la ciudadanía, entre los partidos de la oposición, entre los afectados y sus familiares exigiendo una revisión de aquel juicio vergonzoso.
Imaginemos por un momento que fuera en Estados Unidos donde por alguna investigación periodística privada salieran a la luz datos con novedades que pusieran en duda la versión oficial del 11-S, cuando se atacaron y hundieron las Torres Gemelas, o se apuntara a otros responsables. No me resulta difícil suponer que sería el propio presidente quien ordenara a la Policía, a los Servicios Secretos y a la Fiscalía la investigación de los hechos y la apertura de nuevas diligencias. Aquí sólo se ha producido la burla de Zapatero: “El tiempo ha puesto a cada uno en su sitio. Bien es verdad que habrá gente que siga pensando en las cosas más abominables que se dijeron del 11-M, igual que hay gente que todavía piensa que Elvis Presley vive o que hay gente que todavía no cree que el hombre llegó a la Luna. Ésa es la realidad".
Y todo ello, sarcasmo incluido, después de que el presidente conociera las informaciones divulgadas por El Mundo.
Yo no sé quién fue el autor de los atentados, ni me atrevo a formular conjeturas.
Sólo sé que el falseamiento de pruebas no está al alcance de los islamistas, de los servicios secretos marroquíes ni de los etarras. Porque no estamos hablando de un hecho censurable pero, dentro de lo que cabe, normal, como es el aprovechamiento de unas circunstancias favorables por parte del PSOE para crear aquel estado de agitación social que le permitió ganar las elecciones.
Estamos hablando de que al ministro del Interior alguien le estaba suministrando información falsa.
Estamos hablando de que toda la investigación se “dirigió” -insito: se “dirigió”- tras la aparición de una furgoneta que estaba inicialmente vacía y en la que horas más tarde, después de un itinerario desconocido, aparecieron más de cincuenta objetos. Las conclusiones de una investigación basada en pruebas falsas sólo podría obtener un resultado correcto con una probabilidad infinitesimal, increíble.
Estamos hablando de que la goma 2 aparecida en la mochila que permitió localizar inmediatamente, en un tiempo récord, a los presuntos autores islamistas era idéntica, granulación y contaminante incluido, a la muestra patrón que se suministró luego procedente de las dependencias policiales. Una coincidencia que sólo permite aventurar con verosimilitud que ambas muestras, la supuestamente hallada en la mochila y la muestra patrón salieron del mismo almacén policial y del mismo lote.
Estamos hablando de que todos los presuntos implicados en la cadena de suministro del explosivo desde Mina Conchita, de donde ahora se sabe que nunca procedió el explosivo, eran confidentes de la policía.
Estamos hablando de que las últimas pruebas hechas públicas por este perito demuestran que el explosivo es el mismo que el que se incautó a ETA días antes en una caravana de la muerte.
Estamos hablando del sorprendente desguace de los trenes y su lavado con acetona.
No es posible que un país con vida no salte, se agite o convulsione ante la demostración de que todo lo que se ha juzgado y concluido en torno al atentado del 11-M (casi doscientos muertos) ha sido una inmensa farsa.
Un informe químico concluye que el 11-M explotó Titadyn
La opinión de Pedro J. Ramírez. 11 de mayo de 2009
El “Informe Iglesias” (I)
El “Informe Iglesias” (y II)
No es normal que no haya un clamor popular entre la ciudadanía, entre los partidos de la oposición, entre los afectados y sus familiares exigiendo una revisión de aquel juicio vergonzoso.
Imaginemos por un momento que fuera en Estados Unidos donde por alguna investigación periodística privada salieran a la luz datos con novedades que pusieran en duda la versión oficial del 11-S, cuando se atacaron y hundieron las Torres Gemelas, o se apuntara a otros responsables. No me resulta difícil suponer que sería el propio presidente quien ordenara a la Policía, a los Servicios Secretos y a la Fiscalía la investigación de los hechos y la apertura de nuevas diligencias. Aquí sólo se ha producido la burla de Zapatero: “El tiempo ha puesto a cada uno en su sitio. Bien es verdad que habrá gente que siga pensando en las cosas más abominables que se dijeron del 11-M, igual que hay gente que todavía piensa que Elvis Presley vive o que hay gente que todavía no cree que el hombre llegó a la Luna. Ésa es la realidad".
Y todo ello, sarcasmo incluido, después de que el presidente conociera las informaciones divulgadas por El Mundo.
Yo no sé quién fue el autor de los atentados, ni me atrevo a formular conjeturas.
Sólo sé que el falseamiento de pruebas no está al alcance de los islamistas, de los servicios secretos marroquíes ni de los etarras. Porque no estamos hablando de un hecho censurable pero, dentro de lo que cabe, normal, como es el aprovechamiento de unas circunstancias favorables por parte del PSOE para crear aquel estado de agitación social que le permitió ganar las elecciones.
Estamos hablando de que al ministro del Interior alguien le estaba suministrando información falsa.
Estamos hablando de que toda la investigación se “dirigió” -insito: se “dirigió”- tras la aparición de una furgoneta que estaba inicialmente vacía y en la que horas más tarde, después de un itinerario desconocido, aparecieron más de cincuenta objetos. Las conclusiones de una investigación basada en pruebas falsas sólo podría obtener un resultado correcto con una probabilidad infinitesimal, increíble.
Estamos hablando de que la goma 2 aparecida en la mochila que permitió localizar inmediatamente, en un tiempo récord, a los presuntos autores islamistas era idéntica, granulación y contaminante incluido, a la muestra patrón que se suministró luego procedente de las dependencias policiales. Una coincidencia que sólo permite aventurar con verosimilitud que ambas muestras, la supuestamente hallada en la mochila y la muestra patrón salieron del mismo almacén policial y del mismo lote.
Estamos hablando de que todos los presuntos implicados en la cadena de suministro del explosivo desde Mina Conchita, de donde ahora se sabe que nunca procedió el explosivo, eran confidentes de la policía.
Estamos hablando de que las últimas pruebas hechas públicas por este perito demuestran que el explosivo es el mismo que el que se incautó a ETA días antes en una caravana de la muerte.
Estamos hablando del sorprendente desguace de los trenes y su lavado con acetona.
Toda aquella arrogancia del magistrado Javier Gómez Bermúdez se ha trocado en bochorno. ¡Qué sentencia más errónea y falsa! Ya no la recuerdo con precisión, pero me acuerdo de la impresión de inconsistencia argumental que me causó al leerla. ¡Qué vergüenza!
Pero lo más preocupante es la falta de respuesta de la sociedad española. Si ante todo esto sigue sin pasar nada, será la prueba definitiva de que esta nación está definitiva muerta. Añadamos el silencio traidor del Tribunal Constitucional ante el Estatuto de Cataluña y la pitada al Himno Nacional de la final de la Copa del Rey...
Ya sólo falta que alguien extienda el certificado.
3 comentarios:
Ese honor, creo que se lo han reservado a Garzón...
Y claro, Oroel, nos vas a convencer de que tu te leistes los 1.500 folios de la sentencia.
Si eres incapaz de leerte lo que no te interesa (por su ideologia o contenido, claro, no por gusto) y nos lo creemos. Ja, ja, ja, ja.
Querida Voz de la Conciencia:
¿Esas carcajadas? ¿Estás enfermo?
Háztelo mirar.
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