El poder no es un fin: es un medio. Y sólo se alcanza con ambición. La ambición es consustancial al político, y es buena y necesaria.
Se critica a menudo la ambición en los políticos, pero es que, sencillamente, un político sin ambición no existe. Si no tiene ambición no es político.
Pocos minutos después de celebrarse el Congreso Provincial del Partido Popular en Zaragoza y de que Buesa fuera sustituido en la presidencia provincial, éste fue removido también de su cargo como portavoz en el Grupo Municipal del PP en la capital aragonesa y sustituido por Dolores Serrat y su adjunto, José Manuel Cruz. Una buena noticia. Este tipo de decisiones, cuanto antes mejor.
Beamonte relega a Buesa
Tener ambición no es sinónimo de inteligencia. No han de ir necesariamente unidas. Pero distinguir entre ambición y vanidad, y, sobre todo, saber sustraerse a la tentación de la vanidad sí es signo de superior inteligencia, de la más necesaria en política. Y a la inversa, sucumbir a esa tentación es demostración de no tenerla.
En el entorno de Marcelino Iglesias, en la sala de máquinas del Poder (con mayúscula) socialista aragonés abunda ese tipo de inteligencia: Carlos Escó, Pascual Antillach, Miguel Gracia... Tanto como ha escaseado hasta ahora en las filas del PP aragonés.
Es de suponer que Belloch ofrecerá ahora a la nueva portavoz municipal popular las mismas prebendas que ofreció a Buesa y que éste aceptó encantado en su momento (Audi, boato, medallas, pompa y circunstancia...) Y es de esperar, y de desear, que Serrat haya aprendido en cabeza ajena el efecto demoledor de caer en las tentaciones del alcalde, cuyo aspecto es además singularmente mefistofélico. Belloch lo intentará y si no lo consigue ensayará otras técnicas de seducción. O quizás haya de conformarse con la cruda confrontación política.
Buesa demostró no tener la inteligencia necesaria en un político: no tenía ambición, no al menos la del poder, sino sólo vanidad. Buesa fue un error.
Y el mejor destino de los errores es la enmienda, cuanto antes.
Se critica a menudo la ambición en los políticos, pero es que, sencillamente, un político sin ambición no existe. Si no tiene ambición no es político.
Pocos minutos después de celebrarse el Congreso Provincial del Partido Popular en Zaragoza y de que Buesa fuera sustituido en la presidencia provincial, éste fue removido también de su cargo como portavoz en el Grupo Municipal del PP en la capital aragonesa y sustituido por Dolores Serrat y su adjunto, José Manuel Cruz. Una buena noticia. Este tipo de decisiones, cuanto antes mejor.
Beamonte relega a Buesa
Tener ambición no es sinónimo de inteligencia. No han de ir necesariamente unidas. Pero distinguir entre ambición y vanidad, y, sobre todo, saber sustraerse a la tentación de la vanidad sí es signo de superior inteligencia, de la más necesaria en política. Y a la inversa, sucumbir a esa tentación es demostración de no tenerla.
En el entorno de Marcelino Iglesias, en la sala de máquinas del Poder (con mayúscula) socialista aragonés abunda ese tipo de inteligencia: Carlos Escó, Pascual Antillach, Miguel Gracia... Tanto como ha escaseado hasta ahora en las filas del PP aragonés.
Es de suponer que Belloch ofrecerá ahora a la nueva portavoz municipal popular las mismas prebendas que ofreció a Buesa y que éste aceptó encantado en su momento (Audi, boato, medallas, pompa y circunstancia...) Y es de esperar, y de desear, que Serrat haya aprendido en cabeza ajena el efecto demoledor de caer en las tentaciones del alcalde, cuyo aspecto es además singularmente mefistofélico. Belloch lo intentará y si no lo consigue ensayará otras técnicas de seducción. O quizás haya de conformarse con la cruda confrontación política.
Buesa demostró no tener la inteligencia necesaria en un político: no tenía ambición, no al menos la del poder, sino sólo vanidad. Buesa fue un error.
Y el mejor destino de los errores es la enmienda, cuanto antes.
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2 comentarios:
Pienso que en política se va "comido" de casa, y este señor entró con mucha hambre, mucha. Tanto que hasta las migajas se comió. De ahí el empacho.
A este señor le ha faltado inteligencia y, sobre todo, clase. Afortunadamente ya es historia.
Ahora sólo falta que le acompañen en el exilio una buena parte de las personas que le acompañaron en su aventura y que han demostrado no tener la categoría exigida para ser concejal en una ciudad como Zaragoza. El PP debería ser más cuidadoso y exigente en la composición de sus listas electorales. No se puede solicitar a los ciudadanos la delegación de su representación política a favor de personas claramente inadecuadas y sin preparación, talento ni compromiso. Un partido como el PP tiene la obligación de poner en sus listas a los mejores. A los mejores.
Afortunadamente, tanto la nueva portavoz como el portavoz adjunto parecen responder mucho mejor a esos criterios de exigencia y rigor. Algo hemos ganado.
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