domingo, agosto 03, 2008

Supervillano


Brillante y divertido. Contiene una impresionante colección de fotografías -la otra cara de la Expo y del Ebro-que-no-acaba-de-ser-navegable- que la prensa aragonesa procura evitar.

Recomiendo el acceso a este blog:
Destruir Zaragoza. Los títulos de los artículos (sólo los títulos) están en inglés pero les será fácil traducirlos: More Manipulation, A long day, Sometimes... I see... things..., Terrorism... Y así todo.

Tiene algunos contenidos hilarantes:

Pabellón de Italia, trampa mortal

La exposición trata sobre todo de acueductos romanos, acueductos romanos y más acueductos romanos. Después de eso hay más acueductos romanos, y al final, acueductos romanos. Para el que le gusten los acueductos romanos no dudo que sea emocionante, pero bueno, que me enrollo, lo que me llamó la atención no es eso sino esto:

Que te engañan como a una miserable rata. Mientras pasas ignorando el aluvión de acueductos romanos, alegres italianos te invitan a una generosísima degustación de agua mineral. Esteeee ¿degustación de agua mineral? Entonces piensas que se podían haber estirado un poquito más y tal, y ya cuando vas a salir te matizan que es agua mineral... y... fromaggio italiano. ¡Mmm! ¡Queso gratis! ¡Haberlo dicho antes, joven!

Y aquí es donde entra en acción una de las facetas más miserables de la raza humana: Que se dejan engañar por un miserable trocito de queso. Vuestro supervillano preferido también cayó. Llevados de cabeza a la trampa, como ratas cuyo ADN compartimos en un noventaipico por ciento, entramos en una sala con gradas, y nos hicieron sentar, lejos de los trocitos de queso. ¿Comor? Colega, ¿dónde está mi queso?

Y ahí es donde nos damos cuenta de la triste realidad: Que el queso no es más que un cebo para meterte un rollo de media hora acerca de diferentes tipos de agua mineral. Asi, un italiano cuarentón, clon de Eduard Punset, nos contará en su idioma (mal traducido por una becaria que abandonó su país natal para cobrar una basura traduciendo una charla sobre agua con gas) las bondades sobre diferentes tipos de agua y con qué tipos de comida pega cada uno.


Después de eso, Luigi y Salvatore (no se llaman así, pero el mortal aburrimiento me hizo imaginarme sus nombres) sirven al personal un chorrito de agua normal, agua con gas y agua efervescente. Durante la media hora piensas cómo coño has acabado ahí, y lo horroroso de la situación ya que no puedes huir, estás en una trampa sin salida. Tras el interminable e insufrible discurso, POR FIN, dan el puto queso que, como era de esperar, es un trocito minúsculo.


Y no deben perderse el artículo dedicado al nuevo acuario de Zaragoza (en la Expo, cómo no):
Aquarius
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