lunes, agosto 11, 2008

El cobro de las letras


Zapatero necesitaba votos y supo hacer las promesas necesarias para obtenerlos. Pero las promesas hay que cumplirlas, a riesgo de que te las recuerden si no lo haces, y las letras, si las firmaste consciente y deliberadamente, hay que pagarlas cuando reclaman el cobro.

La oposición, efectivamente, denunció aquellas promesas (las que contenía el Estatuto de Cataluña y las realizadas a ETA en el marco de aquellas negociaciones semiclandestinas pero autorizadas por el Congreso), y se le tachó entonces de crispadora, de anticatalana, de no desear la paz y de sembrar la alarma social.

Ahora el gobierno catalán reclama su financiación privilegiada e Ibarreche lo mismo que se le ofreció a ETA. Pero no hay dinero para esa financiación que reclaman los catalanes ni la generalización de ese sistema sería posible sin que salten todas las costuras de la economía española y los principios que le dan cohesión a la Nación. Y lo que reclama Ibarreche ha resultado ser inconstitucional, aunque parecía no serlo cuando se le ofrecía a ETA. O eso nos querían hacer creer.

Carrascal, por supuesto y de nuevo, lo explica mejor que yo:

Justicia nada poética

Insuperable.

La frase de
Ignacio Camacho en el ABC tampoco es mala:

“Este hombre [Zapatero] va por ahí armando tales líos que consigue un efecto paradójico: todo va mucho mejor cuando no cumple su palabra“.

Sin embargo debo manifestar mi acuerdo, al menos parcial, cuando el presidente de la Generalitat dice que está harto de “privilegios disfrazados de solidaridad”. No sé si referirá al PER, pero si es así, debo manifestar mi acuerdo. El sistema, que debiera haber tenido un carácter excepcional y transitorio, se ha perpetuado indebidamente y seguramente ha incurrido en una dinámica de abusos, en donde lo peor es que ya nadie lo cuestione. Pero si Montilla se refiere a eso, debiera precisarlo -para mayor gozo de Cháves-, y si efectivamente se refiere a eso, Zapatero debiera aclarar si está dispuesto a sacrificar el PER para pagar la financiación privilegiada que reclama Cataluña para sí. Y todo ello sin que pueda dejarse pasar la ocasión de recordar que en el resto del Estado no se percibe el PER y que otras comunidades aportan más que Cataluña a la caja común. Ni olvidar que Cataluña no es un ejemplo de ahorro ni de rigor en el gasto: desde las delegaciones cuasidiplomáticas en el extranjero a la financiación de entidades anexionistas disfrazadas de acción cultural en los territorios limítrofes, y entre ellos Aragón, y en donde podría ahorrarse, allí y en muchos otros gastos que se han conocido, una importante cantidad de fondos a los que podrían dar mejores usos.

El tripartito catalán utiliza argumentos que recuerdan a partidos “ultras” europeos como la Liga Norte o los nacionalistas flamencos, y eso que se proclama “progresista”. ¿Lo es realmente?

Porque el PSOE hace tiempo que ha abandonado toda referencia al equilibrio social y territorial. ¿Cómo podría invocar ese principio después de haber consagrado como nunca antes las desigualdades presupuestarias y de derechos y de haber abortado, al menos de palabra, la posibilidad de trasvases hidráulicos entre cuencas, por ejemplo?

Repito lo que ya en otras ocasiones he dicho: a Zapatero le toca gestionar su herencia. Y no sólo en el aspecto económico.

Pero sigue de vacaciones.
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