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Siempre he sostenido que el nacionalismo tiene el mismo efecto sobre los tontos que la lluvia sobre los champiñones: les hace brotar y asomar la cabeza.
Esto dice el idota de sí mismo: “Em dic Josep-Lluís, aquí i a la Xina”.
Y sobre los indignados catalanes que se han expresado en castellano, o español, dice esto: “Sent espanyols, motius per indignar-se no és pas que els en faltin. Si jo fos espanyol, cosa que no és el cas, també estaria indignat”.
Y más adelante:
“Tenen, els espanyols, tot el dret del món a indignar-se. Però si volen fer-ho, com a espanyols, el millor és que no s’equivoquin en el mapa i es manifestin, s’indignin, es pixin, pintin, escridassin i insultin, allà on els correspon: al seu país”.
Traduzco:
"Tienen, como españoles, todo el derecho del mundo a indignarse. Pero si quieren hacerlo, como españoles, lo mejor es que no se equivocasen en el mapa y se manifiesten, se indignen, se meen, pinten, chillen e insulten, allí donde les corresponde, en su país".
Es posible que alguien me critique por llamar idiota al personaje: Josep Lluis Carod-Rovira. Y tendrían razón si no fuera porque el personaje no sólo es idiota -que si ésta fuera la única razón yo me abstendría, porque bastante desgracia tiene- sino por el hecho, que nunca olvidaré, de que este tipejo fue quien pidió a ETA que atentase en España pero no en Cataluña.
Comprenderán que yo no le tenga ningún respeto ni deseo alguno de fingirlo.
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