Creo que el único rasgo distintivo y realmente original del programa de gobierno de Marcelino Iglesias ha sido convertir a Aragón en una colonia catalana, o en arrastrar a Aragón, cultural y económicamente, al área de influencia de Cataluña.
Y poco a poco, lo va consiguiendo. Si no fuera porque el área de influencia de Cataluña es cada vez más pequeña, pobre, provinciana y excluyente. Cada vez menos sugestiva.
Observen la poca equidad del convenio de colaboración televisiva suscrito entre los gobiernos de Aragón y Cataluña:
Lo firma José Ángel Biel, quien se dice aragonesista.
Es decir, el acuerdo contempla una reciprocidad tan curiosa que, en virtud de la cual, los catalanes pasan a utilizar treinta y cuatro repetidores aragoneses, en zonas tan catalanoparlantes como Monzón, a cambio de que nosotros podamos seguir usando los dos que ya usábamos en Alpicat y Montcaró para dar cobertura a nuestros propios territorios limítrofes. Asumimos además los costes de mantenimiento de sus equipos, los que ellos instalen en nuestro territorio, pero nada se dice del mantenimiento de los dos equipos aragoneses instalados en el suyo. Y por supuesto, renunciamos a extender la emisión de nuestra televisión autonómica a zonas de tan evidente presencia aragonesa como son la Costa Dorada o Barcelona.
Un convenio por lo menos sorprendente.
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