martes, agosto 31, 2010

A la rica izquierda




Lo he escrito ya en alguna otra ocasión. La última batalla ideológica, que posiblemente será eterna -después de producido un imparable proceso de convergencia ideológica y asunción de postulados comunes- es la que confronta la Libertad con la Igualdad. Las diferencias ideológicas se han atenuado, pero esa que digo será la batalla que habrá que continuar luchando, eternamente, sin duda.

Yo, ni que decir tiene, estoy en el bando de la Libertad, porque creo que es el lado correcto de la vida. Porque la Libertad es el bien más preciado.

La Igualdad reclutará a los agraviados de la vida, que siempre los habrá, a los menos dotados, a los menos voluntariosos, a los débiles, pero también a aquellos que siendo inteligentes y capaces han sido injustamente tratados, a los que no han tenido oportunidades, a los que han sufrido enfermedad, reveses insuperables, a los menos afortunados... Siempre habrá gente alistada en un bando y otro.

También habrá agraviados en el bando de la Libertad (la vida no es fácil para nadie), pero éstos no están -no estamos- dispuestos a rendirse y a renunciar a ella, a la Libertad, a pesar de los reveses e injusticias de la vida.

Los que nos alistamos en el bando de la Libertad creemos también en la Responsabilidad, por que es exactamente lo mismo expresado con diferentes palabras, porque son las dos caras de la misma moneda. Sólo quien es libre puede ser responsable y sólo quien es responsable puede ser libre. Quizás por eso la palabra Libertad es tan hermosa como exigente. Tan terrible como bella.

Desde la Libertad asumimos sin reservas la protección de los desprotegidos y la igualdad de oportunidades. Y sabemos que todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Pero lo que hagan a partir de allí con su vida, con su dignidad y con sus derechos es cosa suya, de su libertad y de su responsabilidad individuales. El Estado o los poderes públicos no pueden asumir -privarnos de- nuestra responsabilidad. Nunca sacrificaremos la Libertad (y nuestra responsabilidad) por la Igualdad.

Fue Orwell quien desmanteló con una sola frase la falsa lucha de los igualitarios: “todos somos iguales, pero algunos más iguales que otros”.



Y es que alcanzado el poder, quienes lo detentan dejan de ser iguales al resto. Cantan la Internacional con el puño en alto y dicen representar a la famélica legión desde la seguridad de su riqueza. Mentira, por supuesto. El igualitarismo desemboca inevitablemente en la hipocresía. O abdican de su ideología o de su posición o mantienen el discurso y el estatus alcanzado recurriendo a la hipocresía y al disimulo. Esta última opción es la más frecuente.

Lo dijo Orwell y lo hemos visto mil veces, especialmente en España: el indeseable de Carrillo, exiliado durante el franquismo, veraneando en las dachas de Ceaucescu, mientras sus correligionarios vivían en la clandestinidad o represaliados; Felipe González y su mansión de Tánger; María Teresa Fernández de la Vega inventándose un padre represaliado del franquismo que realmente fue un alto cargo (delegado de Trabajo en Zaragoza: ¡vaya represaliado!) del que ha heredado pisos y propiedades; Bermejo, rico de familia, gracias a su padre franquista y propietario de varias gasolineras; Bono, su hípica y sus propiedades inmobiliarias; Carme Chacón y su casa en Santo Domingo; Moratinos y su casita en la Dordoña francesa; Pajín y sus dos o tres sueldos; Blanco y su finca en Villanueva de Arosa en primera línea de costa, Zapatero, hijo de una familia burguesa, que no ha trabajado nunca... Representantes de la clase trabajadora, de los oficinistas, obreros, dependientas, parados, jubilados... dicen.




Habrá obreros, parados y jubilados que les voten. Son de los nuestros, dirán. ¿Son de los vuestros?, les preguntaremos. A mí, en su lugar, me resultaría difícil responder.

PD1.: Por cierto, observen en el vídeo la indisimulada incomodidad de Nicolás Redondo ante la compañía y desfachatez de esa cantamañanas. Su cara es todo un poema.

PD2.: Para mis lectores del otro lado del Atlántico, la “bella” señorita que canta la Internacional, puño en alto, es Leire Pajín, la Secretaria de Organización del Partido Socialista Obrero Español, la número tres en su organigrama. Tiene poco más de treinta años. Se ha hablado mucho en España de sus ingresos.

Los sueldos de Pajín

Leire Pajín: "No acumulamos sueldos, acumulamos responsabilidades"

“Todos somos iguales, pero...”
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