martes, noviembre 27, 2007

El gobierno de Aramón

Tomo el nombre de este comentario de un blog que recomiendo: Aragón y Alcorisa, cuyo autor declara estar en mis antípodas ideológicas. No obstante, insisto, lo recomiendo: hay que leer de todo, hasta el prospecto de los medicamentos, y éste dice cosas interesantes.

El gobierno de Aramón

El lapsus del abogado de Cerler

Me pregunto si los aragoneses necesitamos una empresa como esa, o si seríamos más felices sin ella. Yo particularmente creo que sí, que seríamos más felices sin ella, y que quizás la mejor decisión sería liquidarla antes de que siga haciendo daño al medio ambiente y a nuestro bolsillo. Aunque aquí alguien debe estar enriqueciéndose con ella.

Aramón acumula 81 millones de deuda

La deuda de las empresas públicas aragonesas llegó a 204 millones hasta junio

En definitiva, ¿sirve Aramón a los intereses generales? ¿Podríamos extender esta pregunta al resto de las empresas públicas aragonesas?

5 comentarios:

Winston dijo...

Amigo Oroel, me admira su gran amplitud de miras, y de tiempo, para escudriñar los recovecos más recónditos de la red. Yo, desgracidamente, ni tengo el tiempo ni la disposición para prestar atención a un nacionalista de Alcorisa. Seguro que me comprenderá si le digo que estoy aborrecido de tantos españoles empeñados en negarse a sí mismos. Afortunadamente, la eclosión liberal, en feliz expresión de Girauta, ha tenido como efecto la irrupción en internet de un amplio abanico de reflexiones inteligentes e interesantes, entre las que cuento la suya. Un saludo.

Anónimo dijo...

Yo también lamento que haya tantos aragoneses empeñados en negarse a si mismos.

winston dijo...

Yo opino lo mismo que Santiago Ramón y Cajal: Soy doblemente español, por español y por aragonés. Atrévase si puede a lamentarse también por él.

Oroel dijo...

Amigo Winston: últimamente vengo descuidando la lectura sosegada y tranquila de libros, que he sustituido por la lectura más dinámica y variada de Internet, también más superficial. Y por otro lado, hace ya varios años que no veo la televisión. No es esnobismo. Es que ha terminado por expulsarme. Me aburre, me cansa. Y me gusta mucho más Internet, que satisface más y mejor mis aspiraciones intelectuales. De ahí saco mi tiempo.

Y quizás será masoquismo, pero últimamente me divierte más leer y debatir con gente que piensa radicalmente distinto que yo, que leer a gente con la que coincido ideológicamente. No me malinterprete ni lo considere una descortesía. Aprendo mucho de gente que reflexiona sobre los acontecimientos en la misma línea que yo lo hago, y le puedo jurar que casi siempre tomo prestadas sus ideas. Es más, yo tengo muy pocas originales, y casi todas son fruto de mis lecturas.

Yo como usted, estoy aborrecido -cansado, aburrido- de los españoles empeñados en negarse a sí mismos. Pero no me negará que encontrarse un nacionalista en Alcorisa es algo sugestivo y extraño, que pone a prueba nuestra capacidad de entendimiento. Porque eso, véase como se vea, es una anomalía intelectual y lógica. Toda nuestra memoria histórica, ahora que está tan de moda el término, es española, lo es nuestra cultura y nuestras raíces. Nuestros antepasados eran españoles de Nación muchos siglos antes que serlo de Estado. Porque ya desde la Hispania romana o visigoda nuestros antepasados se sentían españoles, como se sentían durante la Edad Media, y como se conocía a los reinos cristianos de la península en el resto de Europa: los reinos españoles.

En la Crónica del reinado de Jaime I, que escribió él mismo, y en cuyo principio invoca al patrón de España, Santiago, se expresó de la siguiente manera a sus barones, instándoles a colaborar con Castilla: “..car nos ho fem la primera cosa per Deu, la segona per salvar Espanya, la terça que nos e vos haian tan bon preu e tan gran honor que per nos e per vos siga salvada Espanya” Y sobre su padre: “Nostre pare lo Rey en Pere fo lo pus franch Rey que anch fos en Espanya”. Y Sancho el Mayor de Navarra, que los vascos reclaman como miembro de una inexistente monarquía vasca, se hacía llamar “Rex Hispaniorum”. No es extraño que apenas veinte años más tarde de unirse los reinos de Castilla y Aragón, Hernán Cortés se refiriera a él y a sus hombres como “nosotros los españoles”, y no nosotros los castellanos o los extremeños. España existe como Estado unificado desde hace quinientos años, pero ya lo estuvo antes. Y existe como Nación más de mil años antes de que los Reyes Católicos la unificaran. Esa es una constante histórica que se puede rastrear y hallar desde hace por lo menos mil quinientos años. Que ahora haya quien niegue esa realidad o pretenda cambiarla por algo distinto e incierto, más pequeño y restringido, por algo que hasta ahora no ha existido sino como parte de una entidad mayor, es sin duda algo digno de estudio. Respetable, por supuesto, pero para mí incomprensible.

Pero a mí, posiblemente como a usted, lo que más me hace aborrecer es que hemos creado un régimen jurídico y político que premia a quienes se niegan a sí mismos como españoles a quienes quieren romper España. Llevamos treinta años otorgándoles prerrogativas para hacerles “cómoda” su pertenencia a España, sin conseguirlo, y creando un Estado a medida de los deseos de las minorías y no de la mayoría. Que hemos cometido, en definitiva, un error histórico lamentable. O por expresarlo con más precisión, una inmensa gilipollez.

Un cordial saludo.

Oroel

Oroel dijo...

A Supermaño: miro alrededor y no veo en mi entorno ningún aragonés empeñado en negarse a sí mismo. Yo soy aragonés y no reniego de mí mismo o de mi condición de aragonés; antes al contrario la proclamo con orgullo, la exhibo y la reivindico.

Soy aragonés, tanto a más que puedas serlo tú, sin fisuras, de una pieza. Aragoneses han sido mis ancestros, con rastro documentado que se remonta a siglos atrás, siempre frente a Oroel. Mi familia la ha visto al amanecer, cubierta de nubes, de nieve o despejada, y la ha visto enrojecer al atardecer desde hace cientos de años.

Pero mi memoria es española. He conocido las hazañas del Cid, la toma de Granada, el descubrimiento y colonización de América, los libros de Cervantes, de Quevedo, las obras de Calderón de la Barca (Ay, mísero de mí...), las coplas de Jorge Manrique (Despierte el alma dormida...), he leído los Episodios Nacionales de Galdós, he sabido de la Guerra de la Independencia, de la Guerra Civil...

Resumiendo: Aragón es mi tierra, pero mi patria es España. Mi bandera por tanto es la española. Y los símbolos de mi tierra son las siluetas de la peña Oroel y de las torres del Pilar. La bandera aragonesa, por alguna extraña asociación de ideas, me recuerda a Marco, a Biel, a Marcelino... y me produce un ligero malestar en el estómago. Sin duda porque tengo una larga memoria histórica vinculada a la bandera de España, con cosas buenas y malas, pero muy poca respecto a la bandera aragonesa, y aún esa poca, sólo vinculada a personajes impresentables y a la corrupción extrema que se encierra tras los muros de nuestras instituciones. Besaría con unción la bandera de España. Lo hice en tiempos, cuando juré bandera, y ahora lo haría con más convencimiento que entonces. Pero no besaría la bandera aragonesa. Para mí no es el símbolo de mi tierra, sino de unas instituciones artificiales y corruptas, prescindibles.

Un saludo.

Oroel


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