Cuando el futuro nos alcance.

En los años setenta se estrenó una película que en España se tituló así: “Cuando el futuro nos alcance”. En inglés se titulaba “Soylent green”, que era el nombre de una especie de pienso compuesto, único alimento que se suministraba a la población. Se convirtió en una película de culto, protagonizada por Charlton Heston. Contiene alguna de las escenas más emotivas que recuerdo de la historia del cine.

Muerte del viejo.

En el momento de la muerte, asistida y voluntaria, del anciano con el que comparte la vivienda, le es permitido contemplar el mundo tal como fue, y que ya no existe. El protagonista, Charlton Heston, que presencia la muerte de su amigo, disfruta del dudoso privilegio de contemplar un mundo perdido, que le era desconocido y que sólo los más viejos recuerdan.

Permítanme esta pequeña incursión nostálgica en el recuerdo de esa película que en aquel entonces -era yo muy joven- me impactó notablemente.

No sé si será ese el futuro que nos alcanzará. Posiblemente no será tan trágico, o no tan pronto como se profetizaba en la película.

Pero no será amable, en cualquier caso, ni fácil para nuestros hijos. Estamos labrando un futuro que no promete ser mejor que lo que hemos conocido. No al menos en España. En nuestro país las cosas están tomando un rumbo tragicómico. Es decir, además haremos el ridículo. Ya lo estamos empezando a hacer.

Somos el único país de la OCDE donde en los últimos años ha descendido el poder adquisitivo de los salarios, mientras que en el resto ha crecido. Somos más pobres hoy que hace tres años, mientras que el resto de los europeos son más ricos. Y en nuestro país no sólo no disminuyen las desigualdades sociales y de renta, sino que se amplían. Somos el primer país del mundo en consumo per cápita de cocaína. Y el primer país del mundo en tasas relativas de inmigración. En tasas absolutas somos el segundo, detrás de los Estados Unidos. Somos igualmente uno de los países del mundo donde más está creciendo el precio de la vivienda. (Zaragoza es la segunda capital española donde más ha crecido). Y dentro de la OCDE somos uno de los que peores resultados educativos consigue, mientras que países que destinan a la educación menos recursos que nosotros los obtienen mejores. Pero no se está haciendo nada por corregirlo, sino que los contenidos académicos disminuyen como forma de paliar (de disimular) el fracaso escolar creciente.

Y es que la política que se está llevando a cabo en nuestro país tiene un precio. Todo eso que les he indicado en el párrafo precedente, y más cosas que sin duda olvido, es su precio.

Como también tiene un precio la fotografía que ilustra este artículo. Los cuatro personajes son: Leire Pajín, Trinidad Jiménez, Pedro Zerolo y Carmen Calvo. Una alegre representación de quienes nos gobiernan. Tanta estupidez y frivolidad no pueden salir gratis.

Para que estén preparados cuando el destino nos alcance, sepan qué pone el cartel que porta Zerolo, sonriente él, en la mano: “Aquilino, métete un pepino”. Textual, no les miento. Luego no digan que no estaban advertidos.