Juan Carlos Girauta ha utilizado esta imagen para resaltar la diferencia de talla parlamentaria -que es lo mismo que decir intelectual, política y moral- entre Rajoy y Zapatero. Pero yo, escéptico y pesimista como soy, no lo veo tan claro.
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Entiéndaseme: no tengo ninguna duda sobre la diferencia intelectual, política y ética que separa a Zapatero de Rajoy, como de la noche al día, o como Mr. Bean frente a Chuchill, efectivamente. Pero Zapatero es un parlamentario esquivo y marrullero. Mentiroso, pero implacable.
Discurso íntegro de Rodríguez Zapatero
Discurso íntegro de Rajoy
Observen que Rajoy ha empleado casi de forma exclusiva el tema del terrorismo y las negociaciones entre Zapatero y ETA. Y ha hecho bien, por supuesto. Zapatero ha eludido entrar a ese trapo, cosa también previsible. Y en cambio, aparte de haber desgranado sus supuestos logros económicos que debieran haber sido desmontados por Rajoy (que en ese terreno hubiera encontrado la comprensión y simpatía de la calle, que no tiene la percepción de bonanza que vende el Presidente) ha agitado a su vez un asunto que supone el gran punto débil del PP: sus incoherencias en el debate territorial y en las reformas estatutarias, un tema en el que el PP ha errado, a mi juicio, estrepitosamente. La contradicción entre la posición del PP frente a los estatutos catalán y andaluz ha sido esgrimida de forma inmisericorde -y lógica- por Zapatero: allí han estado sus envenenadas preguntas sobre el estatuto catalán o sus acusaciones de catalanofobia. Y si Zapatero puede esgrimir esa contradicción con efectividad y sin respuesta (como ha hecho en la réplica), es porque allí el PP se ha equivocado (no porque se opusiera al estatuto catalán, sino por haber apoyado el andaluz).
Churchill, quiero decir Rajoy, ha demostrado de forma incontestable que Mr. Bean, esto es ZP, ha mentido a los españoles desde hace mucho; por lo que sabemos, desde antes de llegar al Gobierno. Y que si algo no puede exigir, ni siquiera mendigar, es lealtad, puesto que él, ZP, es el primero en traicionarla, no una sino repetidas veces. Pero éste sabe golpear y sus golpes son peligrosos. Y no cabe pensar que si el PP o Rajoy acuden al debate con puntos débiles, Zapatero va a ser tan torpe como para ignorarlos.
Pero ante la necesidad perentoria de cambio, Rajoy no puede mostrar ni una sola debilidad, ni permitirle a Zapatero aparentar una solidez que no tiene.
Discurso íntegro de Rodríguez Zapatero
Discurso íntegro de Rajoy
Observen que Rajoy ha empleado casi de forma exclusiva el tema del terrorismo y las negociaciones entre Zapatero y ETA. Y ha hecho bien, por supuesto. Zapatero ha eludido entrar a ese trapo, cosa también previsible. Y en cambio, aparte de haber desgranado sus supuestos logros económicos que debieran haber sido desmontados por Rajoy (que en ese terreno hubiera encontrado la comprensión y simpatía de la calle, que no tiene la percepción de bonanza que vende el Presidente) ha agitado a su vez un asunto que supone el gran punto débil del PP: sus incoherencias en el debate territorial y en las reformas estatutarias, un tema en el que el PP ha errado, a mi juicio, estrepitosamente. La contradicción entre la posición del PP frente a los estatutos catalán y andaluz ha sido esgrimida de forma inmisericorde -y lógica- por Zapatero: allí han estado sus envenenadas preguntas sobre el estatuto catalán o sus acusaciones de catalanofobia. Y si Zapatero puede esgrimir esa contradicción con efectividad y sin respuesta (como ha hecho en la réplica), es porque allí el PP se ha equivocado (no porque se opusiera al estatuto catalán, sino por haber apoyado el andaluz).
Churchill, quiero decir Rajoy, ha demostrado de forma incontestable que Mr. Bean, esto es ZP, ha mentido a los españoles desde hace mucho; por lo que sabemos, desde antes de llegar al Gobierno. Y que si algo no puede exigir, ni siquiera mendigar, es lealtad, puesto que él, ZP, es el primero en traicionarla, no una sino repetidas veces. Pero éste sabe golpear y sus golpes son peligrosos. Y no cabe pensar que si el PP o Rajoy acuden al debate con puntos débiles, Zapatero va a ser tan torpe como para ignorarlos.
Pero ante la necesidad perentoria de cambio, Rajoy no puede mostrar ni una sola debilidad, ni permitirle a Zapatero aparentar una solidez que no tiene.
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