Llevo bastantes días sin escribir. Discúlpenme. Se unen la falta de tiempo y una pereza cada vez mayor a repetir lo que llevo tanto tiempo diciendo, sin que las advertencias, las mías y las de tanta gente, estén sirviendo para nada.
Pero bueno, he decidido hacer un esfuerzo breve. Y me ha ayudado a ello un artículo de Pío Moa cuyo inicio reproduzco:
Las autonomías son perfectamente llevaderas, incluso productivas (supongo que en razón del llamado principio de subsidiariedad, que las telecomunicaciones y los medios de transporte modernos están privando de sentido), con tres condiciones:
a) que no socaven la unidad nacional;
b) que no atenten contra las normas democráticas y la igualdad ciudadana ante la ley, y
c) que no se vuelvan demasiado gravosas económicamente.
¿Han cumplido estas condiciones?
(.../...)
En una democracia menos deforme que la española actual, se habrían realizado hace tiempo balances de la experiencia autonómica, sacado las consecuencias y propuesto las correcciones pertinentes.
Ya saben lo que siempre he dicho: que las autonomías han sido el error histórico de nuestra generación. Y cada día hay más gente que lo piensa.
Menos los únicos que debieran asumir esa verdad, para mí evidente: los partidos políticos.
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