Tengan en cuenta, quienes ahora lo señalan con el dedo, que Zapatero no está hoy más desnudo de lo que estaba ayer o hace dos años. Ya entonces, e incluso antes de ganar sus segundas elecciones, ya estaba desnudo.
Rodiezmo (León), 8 de septiembre de 2008:
«Para mí, los compromisos son decisiones y van al BOE. Hoy os digo, porque este es un país fuerte, que vamos a subir las pensiones mínimas por encima del 6 por ciento y llegaremos al objetivo de subirlas al 25 por ciento hasta el final de la legislatura en 2012. Seguiremos subiendo las pensiones porque la economía y la Seguridad Social lo permiten en España gracias a la buena gestión que está haciendo este Gobierno ¿Qué país del mundo crece al 4 por ciento, crea más de 700.000 empleos al año, hace leyes sociales como la ley de Dependencia y es capaz de tener superávit en la Seguridad Social? ¿Sabéis cual es ese país? No, no es ni Francia, ni Alemania ni Suecia. Es el nuestro, es España, y yo me siento muy orgulloso de ello...»
No hará falta que les aclare quién dijo esto que acaban de leer.
Sobre Zapatero ya se ha dicho todo, y lo de estos días no es sino el desenlace de una muerte anunciada. Todo lo que ahora está pasando había sido ya escrito hace años, y a los ciudadanos sin poder ni influencia sólo nos quedaba el triste privilegio -más como miembros del coro que como espectadores, compartiendo por tanto escenario- de contemplar el desenlace inevitable de una tragedia cuidadosamente trabajada y de la que nosotros y nuestros hijos también vamos a ser víctimas. Leyendo estos días la prensa casi he llegado a sentir lástima del personaje, aunque he reprimido ese estúpido pensamiento. Se merece lo que le pase, y quienes realmente merecemos lástima somos los españoles, los de esta generación y los de la próxima, que hemos sufrido sus desmanes, su sectarismo, su arrogancia y sus estupideces sin podernos defender y todavía habremos de pagarlos durante bastantes años. Él aún saldrá bien librado. Nosotros no.
Otros, simples ciudadanos, ya dejamos dicho o apuntado lo que iba a pasar, y curiosamente hemos sido nosotros quienes hemos acertado, y él, con todos los medios a su alcance, quien se ha equivocado. Zapatero es tan tonto, ha llegado a la presidencia del Gobierno con una experiencia vital tan pobre, tan corta, tan limitada y, sobre todo, tan fácilmente exitosa, sin esfuerzo, sin reveses ni contratiempos, que ha confundido sus prejuicios y sus deseos con la realidad. Y la realidad, claro, se lo ha llevado por delante. Aquel imbécil arrogante que corría por las playas de Doñana sin dejar huella hoy es un guiñapo, víctima de sí mismo, más que de las circunstancias.
Sigue, incomprensiblemente, al frente de un país que él mismo ha arruinado, dividido, cabreado y vuelto desconfiado y temeroso del futuro… No sé todavía cómo aguanta, y qué debe tomar para poder dormir por las noches. Yo no podría.
Todo esto ya ha sido escrito, incluso en este mismo blog:
Ya sólo queda esperar elecciones anticipadas. Sus correligionarios se van a resistir con uñas y dientes, sabiendo que después de las experiencias de González y Zapatero, los socialistas pueden tardar dos décadas en recuperar el gobierno. Pero la situación para Zapatero es insostenible, incluso humanamente. Y aunque estemos ante un iluminado, no puede descartarse que alguna débil percepción de la realidad se cuele entre sus prejuicios haciéndolos tambalear. Y esos retazos de realidad deben hacerle sufrir. Hoy, uno de los más serios problemas para la recuperación económica es la propia desconfianza que suscita el personaje. Es por eso que debe dimitir. No está amortizado: está políticamente muerto.
Y si no dimite, las próximas autonómicas deberán convertirse inevitablemente en unas primarias. Con todo lo que ello significa. El PSOE deberá ser barrido para que el iluminado tire la toalla. Y si no, a seguir disfrutando de lo votado.
Adenda: Hemos hecho una apuesta con un grupo de amigos. La mitad hemos apostado que Zapatero no sigue de presidente más allá del 31 de diciembre de este año. La otra mitad opina que sí.
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