¿Protestamos acaso cuando los montañeros vascos ondean "su" ikurriña en los montes del Pirineo aragonés?
El Gorbea fue honrado por la presencia de la bandera española, en territorio español. Esa bandera ha sido la de muchas generaciones de vascos -los adelantados de España durante siglos- que la han servido y defendido, y que hoy deben revolverse en sus tumbas cuando se tergiversa la Historia y se miente sobre sus ideales, su patriotismo y aquello que defendieron y por lo que lucharon.
Nuestra bandera no insulta, honra..
3 comentarios:
Parece que estoy llamado a ser siempre la voz disonante en este blog, pero bueno.
Como siempre me recibís con amabilidad y educación, dentro de la discrepancia, me animo a seguir en mi función de "abogado del diablo".
Estoy de acuerdo en que el hecho de que unos soldados suban a un monte en España y coloquen la bandera española DEBERÍA entrar dentro de la más estricta normalidad y a nadie debería escandalizar.
Y digo y resalto DEBERÍA porque todos sabemos que durante mucho tiempo no ha sido así.
Los habitantes del País Vasco no están acostumbrados a este tipo de muestras patrióticas españolas (a las vascas sí, por supuesto) y tampoco olvidemos que hay un cierto sector de la política vasca (con muchos seguidores) que basa gran parte de su discurso en la "invasión" de Euskadi por el "Estado opresor".
Por lo tanto recomiendo prudencia a la hora de realizar este tipo de acciones. No alimentemos ni demos argumentos gratuitos a los manipuladores nacionalistas.
Si lo que había hasta ahora era un "Régimen", lo que debemos hacer una "transición". Y la propia palabra sugiere una evolución pausada y gradual hacia una normalidad democrática.
Con prudencia, con tacto, con empatía.
Siempre he sostenido que ser nacionalista es una de las cosas más estúpidas que se puede ser. Otra cosa es que aquí, en los últimos treinta años, a esa estupidez la hayamos hecho rentable a base de concesiones, dándole un utilitarismo pragmático. El nacionalismo es una estupidez, sí, pero rentable (en España). Dame pan y dime tonto. Así, los estúpidos somos nosotros, quienes les rentabilizamos la tontería con el vano propósito de que dejen de serlo. ¿Y por qué habrían de dejar de serlo, con lo rentable que les resulta? A su estupidez sobreponemos la nuestra, mayor aún.
Las cesiones a los nacionalistas nunca les aplacan. La experiencia lo demuestra. Sólo les envalentonan. Cada cesión nuestra es el peldaño, la plataforma de su próxima exigencia.
Yo estoy dispuesto a negociar con los nacionalistas, claro que sí. Lo estoy deseando. Pero mis deseos, ambiciones y principios al mismo nivel que los suyos. Y detrás de ellos nuestros respectivos respaldos electorales. Y que sepan, que vayan interiorizando y asumiendo lo inevitable: que si yo negocio con ellos no vengo dispuesto a ceder -la base no son sus conquistas, sino nuestras mutuas aspiraciones confrontadas, puestas a cero- sino que vengo dispuesto a recuperar el terreno estúpidamente perdido -cedido-. Porque hemos cedido y no ha servido de nada. Pues se acabó el ceder. Hemos sido generosos hasta la injusticia con nosotros mismos. Se acabó.
Fuera con los consorcios vasco y navarro, para empezar. No es venganza. Es estricta justicia. Es la esencia de la Democracia. Todos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos. Lo dice nada menos que la Declaración de los Derechos del Hombre. No hay derechos históricos que valgan. ¿Qué es esa estupidez de la Historia como fuente de derechos? ¿Algunos nacen además con derechos históricos, emanados quizás de la tierra? ¿No nacemos todos iguales en derechos? ¡Qué estupideces antológicas ha consagrado nuestra Constitución! Así vamos. Los derechos, iguales para todos, los otorga la ciudadanía.
La supuesta provocación de la bandera (que ha sido la bandera de más generaciones de vascos que la ikurriña) les servirá de excusa para el victimismo. Nuestras cesiones también. ¿Por tanto...?
¿Hay alguien, Alejandro, que defienda el fin de los privilegios forales? (Sí, ya sé, lo hay... y me alegro por ello... y ójala crezcan sus apoyos)
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