viernes, enero 21, 2011

Imbéciles

Sí, ya sé que escribo desde la indignación, pero es que mantener intacta la capacidad de indignarse es un signo de juventud. Y no me resigno a envejecer. Perderé vista, es inevitable, y pelo y vigor y otras cosas, pero no quiero perder la capacidad de indignarme cuando la situación lo requiera. Y lo requiere, ya lo creo.

Esta pedorrilla de la foto, a la que abraza Zapatero, es, pásmense, ministra. Tan bajo hemos caído. Hay quien dice que su meteórica carrera política -pues con treinta y pocos años ya ha sido diputada, secretaria de Estado en el Ministerio de Asuntos Exteriores, Secretaria de Organización del PSOE y ahora ministra de Sanidad- se debe a su sorprendente parecido con Felipe González. Si no, no se explica. No con su formación, experiencia e inteligencia, más bien escasitas todas ellas. Muy escasitas. Y como muestra un ejemplo, aunque hay más:

Leire Pajín: “Sólo faltaría que la ministra no pueda nombrar a quien le salga de los cojones”.

Estos días pasados ha sido noticia el uso por primera vez del pinganillo de la traducción simultánea en el Senado. Nuestros senadores, españoles todos, con dominio del idioma español, que aquí también llamamos castellano, necesitan traducción simultánea para entenderse.

Vean la defensa que esa muchacha, Leire Pajín, con un sueldo envidiable (y claramente inmerecido), hace de la necesidad o conveniencia de esa traducción simultánea. Una defensa que es todo un recital de demagogia y estupidez.


Uno de los argumentos más socorridos es el de la crisis económica: es inadmisible, se oye, que sólo la traducción simultánea de cada sesión del Senado cueste 12.000 euros, y especialmente en época de crisis. Pues no, oigan, la traducción podría salir gratis, y aún así seguiría siendo una estupidez, y no pequeña: una estupidez antológica, descomunal. Su coste le añade vileza.


Pero no es este el principal motivo de mi indignación de estos días. Esta muchacha que decimos, la ministra, ha incorporado a su ministerio a la nueva secretaria de Estado de Igualdad y antes ministra de lo mismo, Bibiana Aído, también con un currículum impresionante. Es evidente que entre las dos van a proporcionar grandes momentos de gloria e inspiración al género cómico español. Y su primera producción conjunta ha sido el orwelliano anteproyecto de la Ley Integral para la Igualdad de Trato y la No Discriminación.

El texto es un ejercicio de totalitarismo surrealista, propio de una novela de ciencia ficción, que no hubiera superado ni el mismísimo Orwell y que sólo consigo entender si atribuimos a sus autoras una estupidez sin resquicios ni esperanza de recuperación o un deliberado propósito de desviar la atención, a cualquier precio, incluso a riesgo de hacer el ridículo, de la angustiosa situación económica que padecemos.



Su objetivo es "prevenir, eliminar y corregir toda forma de discriminación en los sectores público y privado". Han leído bien: privado. Pero sigamos leyendo: “queda prohibida toda conducta, acto, criterio o práctica” tipificada. Como señala Hermman Tertch: se prohíbe hasta el criterio. Y se invierte la carga de la prueba, algo radicalmente antidemocrático, que de nuevo demuestra la inanidad intelectual de las autoras y su nulo desconocimiento de los principios básicos en que se funda el Estado de Derecho: "Corresponderá a la parte demandada o a quien se impute la situación discriminatoria la aportación de una justificación objetiva y razonable". Ingeniería social, totalitarismo y estupidez en imbatible sinergia.

Pero fíjense qué detalle: no se impide la discriminación de los castellanohablantes. “La prohibición de discriminación por lengua excluye cualquier diferencia de trato por el uso del castellano…” La política de discriminación lingüística que practica la Generalitat de Cataluña se tolera -esta discriminación sí parece aceptable-.

No es lo peor esta España totalitaria y empobrecida que nos están diseñando, sino la España estúpida en que nos están obligando a vivir. Una España que parece, cada vez más, la conjura de los necios.

¿Es esta la España que queremos para nosotros y para nuestros hijos?
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