sábado, enero 01, 2011

La luz

Vuelvo a lo de siempre: el momento de cabrearse no es este.

El momento fue mucho antes, cuando cabrearse tenía sentido y objetivo: tratar de poner remedio, poner freno a la estupidez, evitar que se cometiera el error (o los múltiples errores que han jalonado estos últimos años en España). Ahora, cabrearse nos sume en la impotencia. Y quizás sólo tenga una virtualidad: hacernos reconsiderar el sentido de nuestro voto -a quienes deban reconsiderarlo-, impedir que quienes nos han defraudado y engañado, aunque nos hayamos percatado tan tarde, puedan volver a hacerlo en el futuro.

Asistimos estos días a la mayor subida de la luz de los últimos treinta años. Un enorme motivo de cabreo.



Por supuesto, después de casi siete años de gobierno socialista, ya pueden imaginar de quien es la culpa de esta espectacular subida: del PP, como no podría ser de otra manera.


El PSOE modificó toda aquella parte de la herencia del PP que no le gustaba, y claramente aquella con más evidente componente ideológico: nuestra participación en Irak, el Plan Hidrológico Nacional y la Ley de Calidad de la Enseñanza. ¿Por qué no modificó o adaptó, siquiera paulatinamente, el sistema tarifario eléctrico, si tan malo era?



Teóricamente, y a pesar de estas subidas, se mantiene la decisión de cerrar la central nuclear de Garoña en julio de 2013. ¿No convendría reconsiderarla?

A mediados de 2009 el ministro Miguel Sebastián decía lo siguiente: «Hay un margen de cuatro años" para que el Gobierno encuentre "una buena alternativa industrial" que garantice "todos y cada uno de los empleos en la región». ¿En la actual situación de crisis económica y aumento del paro creen poder hallar una alternativa a Garoña que mantenga esos empleos? Las cuatro claves desgranadas por Sebastián para justificar el fin de la actividad de la central de Garoña eran mantener una política coherente con las promesas electorales; actuar laboralmente con responsabilidad y que la decisión era técnicamente justificable y energéticamente asumible. ¿Mantiene hoy que es energéticamente asumible después de esta última subida de la luz?

La sustitución de la energía nuclear por la renovable figuraba en el programa electoral socialista. Aunque quizás ocultaron algún dato importante: el enorme coste de esa medida.

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Observen el gráfico. Los países que tienen las tarifas más bajas, Francia, Finlandia y Reino Unido son los que han apostado por la energía nuclear. Los países que tienen las tarifas más altas, Alemania y Dinamarca de forma más significada, y a cierta distancia Italia, han renunciado a ese tipo de energía. Es una decisión en la que hay que valorar ese importante parámetro: el precio.

Observen, además, que el precio de la electricidad en esos países debe ser matizado por el poder adquisitivo de que disfrutan sus habitantes, que es muy superior al nuestro.

Por otra parte, y según cálculos efectuados antes de esta última subida, de cada 100 euros de la factura eléctrica, sólo 53,8 euros son el pago de la energía consumida (34,4 de generación, 4,3 de transporte y 15,1 de distribución), mientras que, por ejemplo, 18,2 son de primas a energías renovables.

El tema es, sin duda, complejo, pero tampoco nos están diciendo toda la verdad. Hay que disimular la incompetencia.
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